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Antonio Salgado Borge

25/11/2016 - 12:00 am

Héroes e islas

Hay figuras que también se rehusan a ser aplastadas por los escombros de nuestro país, pero que no lo hacen recurriendo a la violencia vengadora ni desde el anonimato.

Agnes Torres Foto: Especial
Agnes Torres Foto: Especial

Sólo quienes han logrado obtener beneficios del estado de cosas presente pueden atreverse a sugerir que siguiendo la misma ruta nuestro país tendrá un futuro positivo. La mayoría de los mexicanos ya no compra esta historia.

La pregunta que flota en el aire es cómo empezar a transformar todo lo que no funciona. Y es que hay al menos una paradoja que se impone más allá de la fórmula que uno quiera defender: evidentemente se requiere de la participación de millones de seres humanos para encauzar cualquier transformación social, pero para que esto ocurra son necesarias ciertas condiciones que permitan el desarrollo de las capacidades humanas fundamentales –como vida, integridad corporal, razón práctica, o control sobre el entorno político y material (Nussbaum, 2013)-, que son claramente indispensables para la construcción de una verdadera democracia.

Me incluyo entre quienes piensan que mientras que esas condiciones no estén dadas tendremos pocos o muy efímeros buenos gobiernos. Este es un trabajo que seguramente tomará años y que probablemente será silencioso. Centenares de organizaciones de la sociedad civil que trabajan temas relacionados con estas capacidades desde distintas trincheras permiten pensar que esto no es imposible.

Sin embargo, lo anterior no es excluyente con elementos de cambio que se producen a partir de esfuerzos individuales. A pesar del complejo y riesgoso entorno, en nuestro país todavía pueden surgir individuos que se rehúsan a ser aplastados por nuestro derrumbe. Algunos de ellos, como los vengadores anónimos que han asesinado a asaltantes en semanas pasadas, lo hacen desde la ilegalidad.

Este tipo de acciones han sido bien recibidas en algunos sectores de nuestra sociedad. La frustración y desesperación son entendibles, y la catártica figura de un vengador anónimo es equiparada con la de un superhéroe de historieta. Sin embargo, la proliferación de estos personajes, al igual que la de los linchamientos, es indeseable porque indirectamente contribuye a derrumbar nuestro endeble marco institucional y, por ende, abona a la injusticia, a la violencia y al caos.

Sin embargo, hay otro tipo de figuras que también se rehusan a ser aplastadas por los escombros de nuestro país, pero que no lo hacen recurriendo a la violencia vengadora ni desde el anonimato. Estos individuos, que son muchos más de los que alcanzamos a ver, son héroes de carne y hueso; para ejecutar una acción heroica no se necesitan ni perfección, ni superpoderes, ni una capa. Cuando se deciden a remar contra corriente, estos individuos exponen su seguridad patrimonial, su profesión o, incuso, la vida. Pero suelen ser abandonados a su suerte por su sociedad cuando el sistema reacciona y les muerde.

Tres casos ejemplares ilustran lo anterior:

1) Miguel Bacab Ku era un policía en la ciudad de Tekax, en el sur de Yucatán, que grabó cómo sus compañeros torturaban a un acusado de robo y difundió el video. En lugar de acompañarlos o de quedarse callado, Miguel decidió denunciar lo ocurrido. Como consecuencia de ello, fue golpeado salvajemente. Después de la denuncia, su vida ya no fue la misma; empezó a ser acosado y su casa fue lapidada. Miguel tuvo que abandonar su vivienda y su ciudad (Diario de Yucatán, 16/11/2016). El caso no ha generado la indignación que uno pudiera imaginar, y el Gobierno de Yucatán parece no tener el más mínimo interés en el tema. Muchas personas que hoy se atreven a denunciar lo “normal”, terminan corriendo suertes análogas a las del policía yucateco.

2) Agnes Torres era una activista trans, defensora de los derechos humanos –en particular los de la comunidad LGTB- en Puebla. En 2012, Agnes fue asesinada. Su cuerpo fue encontrado con huellas de tortura y quemaduras. Se presume que fue un crimen de odio (Proceso, 12/03/2016). Este crimen despertó indignación en la comunidad LGBTTTI de Puebla y otras partes del país, pero la presión no fue suficiente. Desde entonces, decenas de transexuales han sido asesinados en distintas partes del país –incluidas otras activistas, como Agnes en la CDMX-. Lo mismo ocurre con otros defensores de derechos humanos o protectores del ambiente.

3) Recientemente se dictó sentencia contra la Carmen Aristegui por “daño moral” en el prólogo del libro La Casa Blanca. La denuncia de MVS, a todas luces absurda, prosperó e, increíblemente, Aristegui fue encontrada culpable en primera instancia. Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, a Carmen Aristegui se le despidió de su programa de radio, que en ese momento era el más escuchado. Desde entonces Aristegui no se ha cansado de recibir, por un lado, agresiones del gobierno federal y, por otro, prestigiosos premios internacionales por su labor periodística. Hace apenas unos días la redacción de Aristegui Noticias fue allanada. Sería ingenuo desvincular este robo del contexto en que se ha producido. Sin embargo, su caso parece haber perdido fuerza; si todos los que la escuchaban fielmente estuvieran dispuestos a organizarse y participar activamente en la defensa de Carmen, probablemente las cosas serían distintas. Al igual que Aristegui, decenas de periodistas mexicanos, sobre todo los del interior del país, sufren acoso del acoso de los gobernantes y de la falta de apoyo social para evitarlo.

En una los artículos que ha dedicado a entender el papel cognitivo del lenguaje, el filósofo Andy Clark explica cómo el manglar crece de semillas flotantes que extienden sus raíces a través de la superficie del agua. Estas raíces inmediatamente atrapan tierra, hierba y otros materiales. Después de un tiempo, nos dice Clark, una pequeña isla se ha formado.

El respaldo social a quienes se atreven a levantar la voz es particularmente necesario en tiempos de crisis. Los esfuerzos diarios de muchos mexicanos tienen una capacidad semejante a la de los manglares, que, por cierto, juegan un papel fundamental en la protección de su región ante huracanes y fuertes oleajes. Por el momento, no parece ser algo que estemos valorando.

@asalgadoborge
asalgadoborge@

Héroes e islas

Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

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