La geografía del narco encuentra un nuevo límite en el libro “Viajes al este de la ciudad”

26/01/2015 - 12:04 am
Omar en la presentación de su libro, acompañado por Sanjuana Martínez y Guillermo Osorno, en la FIL. Foto: Facebook
Omar en la presentación de su libro, acompañado por Sanjuana Martínez y Guillermo Osorno, en la FIL. Foto: Facebook

Ciudad de México, 26 de enero (SinEmbargo).- Primero fue El karma de vivir al norte, del cronista y escritor Carlos Velázquez. Un viaje al infierno de Torreón, Coahuila, cuando la demencial guerra non sancta de Felipe Calderón ponía precio barato a los habitantes de esa región.

Ahora llega Viajes al este de la ciudad (Trilce/Conaculta), un libro con el que el periodista Omar Millán cuenta la guerra contra el narco en Tijuana y de paso construye otro hito en el mapa de la sangre nacional, esa geografía que ha dejado más de 100 mil muertos y desaparecidos y país que parece por momentos al borde de la disolución.

“Hacía tiempo que viajaba en mi automóvil hacia el este de la ciudad para ver, como otros reporteros y fotógrafos, los cadáveres que grupos criminales dejaban tras enfrentamientos, ajustes de cuentas o avisos para grupos rivales. Aunque yo iba hacia esos sitios movido no por el morbo de ver un cadáver -la mayoría de las veces estaban ya cubiertos por una sábana blanca- sino porque quería ver en el paisaje la maldad que había ocasionado esa muerte”, cuenta el periodista nacido en Tijuana en 1978.

“La gente solía decir: “Todo pasó en un instante”, o “fue cosa de un segundo”. Pero yo sabía que no era así. Hay cosas que suceden en el tiempo de los distraídos y otras que por su impacto o por la cercanía con la víctima, siguen ocurriendo a pesar de todo. Ocurren en larga cámara lenta, por así decirlo, siguen ocurriendo, sin más, a pesar de que ha pasado cierto tiempo”, agrega.

“El esfuerzo de esta obra es ofrecer al lector esos pormenores que muchos advertían décadas antes de que sucediera la tragedia. Cómo hubo una especie de síndrome de Estocolmo entre sus habitantes y cómo la comunidad despertó de esta pandilla”, explica el también autor de La fábrica de boxeadores en Tijuana (Trilce, 2012) y habitual colaborador de la agencia de noticias Associated Press (AP).

“Vengo estudiando el fenómeno de la guerra del narco desde 2007, reporteándolo para la agencia AP y para el periódico San Diego Union Tribune en notas limitadas, de 350 a 400 palabras, donde no cabía toda la realidad que ocurría en Tijuana. Por eso nació este libro”, dice Omar Millán en entrevista con SinEmbargo.

Para el finalista del Premio Latinoamericano a la Mejor Investigación Periodística de un Caso de Corrupción y fundador del diario tijuanense Frontera, lo importante era “poder contar la reacción que tuvo la sociedad de Tijuana frente al tema del narco”.

Omar Millán, en entrevista con Fernanda tapia y Enrique Alcázar. Foto: Facebook
Omar Millán, en entrevista con Fernanda tapia y Enrique Alcázar. Foto: Facebook

“Sé que a menudo la historia la han contado los infiltrados en el narco, cuyo testimonio ha servido para crear libros, pero lo que me interesaba era destacar como la primera reacción de la comunidad tijuanense frente a los cárteles fue de tolerancia y empatía”, destaca Millán.

–Síndrome de Estocolmo lo llamas tú

–Sí, se dio a raíz de que se asienta a principios de los ’80 el Cártel de los Arellano Félix en Tijuana y se infiltra en casi todos los estratos de la sociedad. A partir de ahí empieza un largo periodo de tolerancia, empatía y simpatía hacia la delincuencia organizada por parte de la sociedad de Tijuana. Muchos miembros jóvenes de la alta sociedad mexicana comienzan a involucrarse con los narcotraficantes. Tenían todo, sólo les faltaba poder y el narco les dio ese poder.

–Los famosos narcojuniors…

–Luego de ese periodo de tolerancia sobrevino otro de indiferencia e indolencia frente a las víctimas. Sobre todo en los ’90 y hasta el 2006, prevalecía ese discurso que escuchábamos con frecuencia entre los tijuanenses y que tenía que ver con que el muerto por algo estaba muerto. Cuando aparecían los cadáveres en las áreas públicas, la gente solía decir en forma casi inmediata que seguramente lo habían matado porque estaba involucrado.

Viajes al este de la ciudad, editado por Trilce y CONACULTA. Foto: Facebook
Viajes al este de la ciudad, editado por Trilce y CONACULTA. Foto: Facebook

–Finalmente vino la etapa del horror

–La gente comenzó a horrorizarse, efectivamente, cuando luego de la declaración de guerra del ex presidente Felipe Calderón los cadáveres en las vías públicas se multiplicaron en forma exponencial. Los colgados, los decapitados, los encobijados, los secuestrados…casi todos en Tijuana teníamos a un amigo o conocido asesinado o desaparecido por el narco. Ahí es cuando comienza a cambiar el discurso y el natural de Tijuana se dice cosas como “Mira lo que permitimos, cómo ha crecido este fenómeno”.

–¿Y qué sucede entonces luego de esa reacción?

–Viene un estado de parálisis social que es el que también me interesaba destacar en el libro (editado con esmero por Trilce y CONACULTA, con un hermoso trabajo fotográfico a cargo de Guillermo Arias y Jorge Dueñes); viene un estado de desesperanza total y la gente deja de confiar absolutamente en las autoridades. Se pide ayuda divina y, por absurdo que parezca, se convoca a misas masivas donde suele participar gran parte de la población de Tijuana. Lo que querían con esos ruegos era tratar de conmover a los narcotraficantes para que ese modo dejaran las armas y abandonaran la violencia.

–No sé si gracias a Dios o a lo que sea, pero lo cierto es que Tijuana hoy florece…

–Sí, es verdad, está floreciendo, pero eso no significa que el problema del narco se haya resuelto. Todavía hay 400 homicidios anuales ligados al narcotráfico y hablo de cifras oficiales de la PGR. En el 2007 el promedio era de 800 asesinatos anuales. Se regeneró mucha la zona este de la ciudad, que había sido el foco de la violencia. La zona este está integrada por unas 30 colonias en las que habitan principalmente los migrantes provenientes del sur de México. Los que vinieron para cruzar a los Estados Unidos de forma ilegal, pero se quedaron o los que llegaron a Tijuana para trabajar en las maquiladoras. No había museos ni centros deportivos, ni escuelas ni carreteras. Esta parte se ha rehabilitado mucho, aunque varios proyectos quedaron inconclusos como la depuración policial. Entre 2007 y 2010 fueron despedidos alrededor de 700 oficiales con influencia en apenas cuatro delegaciones de los 11 distritos que hay en el Estado. Los mismos encargados de impartir justicia en este tema dicen que demandar a un funcionario público es muy difícil y muy tardado. De todas maneras hay una nueva conciencia en la sociedad de Tijuana con respecto al crimen organizado y eso es lo importante.

–¿En tu libro Felipe Calderón Hinojosa es el malo malísimo?

–No. Creo que es mencionado de forma objetiva e incluso se dice que su plan fue valiente. Él decidió, cuando todavía era candidato, entablarle la guerra al narco desde Tijuana, durante una reunión en la que los empresarios le plantearon el problema de la violencia.

–¿Són crónicas de la guerra, de la muerte, de las víctimas o todo eso junto?

–Sí, todo eso junto. El libro contiene 10 capítulos cada uno de los cuales está protagonizado por un personaje que sintetiza el eje de lo que se quiere contar. Por ejemplo, “La señora Hodoyán o la metáfora de la tía Juana”, que cuenta la historia de una señora que se convirtió en presidente de la Asociación de Detenidos Desaparecidos en representación de 375 familiares de las víctimas de secuestros y levantones. Ella tiene un hijo desaparecido. Ya sabe que está muerto, pero quiere encontrar un rastro de él y al mismo tiempo tiene otro hijo que es sicario.

–¿Por qué el libro sale en inglés y español?

–Fue una idea de la editora, con el objetivo de que la sociedad estadounidense conozca cabalmente cómo fue la guerra del narco en nuestro país.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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