Canción y festival reabren en Israel el debate sobre la libertad de expresión

26/11/2014 - 8:42 am

Jerusalén, 26 nov (EFE).- Una polémica canción que describe a los árabes-israelíes como violentos y un festival de cine que quiere contar la tragedia de la Nakba (catástrofe) han reabierto en Israel el debate sobre la libertad de expresión, en estos momentos en que la tensión entre judíos y árabes roza niveles explosivos.

El debate, siempre presente en la convulsa sociedad israelí, se originó con la difusión por el artista local Amir Benayún de una canción en la que tipifica a los israelíes de origen palestino como violentos y desagradecidos, y el veto del presidente israelí, Reuvén Rivlin, a que participe en un acto público a su lado.

“No quise incitar contra nadie, la canción sólo expresa mi dolor por la violencia que sufren los israelíes”, dijo su autor en referencia a la violencia que sacude Jerusalén desde que en julio un grupo de extremistas judíos mataran a un menor palestino, en venganza por el asesinato a manos de ex convictos islamistas palestinos de tres estudiantes israelíes en Cisjordania.

Desde entonces, ocho israelíes y una ciudadana ecuatoriana han muerto en tres ataques perpetrados por cuatro palestinos de Jerusalén Este, que fueron tiroteados por las fuerzas de seguridad israelíes.

Benayún ha asegurado que no volverá a interpretar la letra de “Ahmed ama Israel” y que respeta la decisión de cancelar su actuación por una persona a la que “ama”, Rivlin, quien consideró que “sus palabras vienen en un momento de mucha tensión y, por decirlo suavemente, no ayudan a relajarla”.

Pero los principales comentaristas locales discrepan hoy sobre la conveniencia de esta decisión y, mientras unos la respaldan por el agravio que supone a una minoría, otros ven en ella un arma de doble filo.

“La canción no es apropiada, pero este es el precio de la libertad de expresión”, escribe hoy el veterano columnista Dan Margalit, para quien “el boicot al artista es más preocupante que el hecho de marginarlo” de un acto oficial.

En su canción, el artista describe al árabe-israelí como “escoria ingrata” que “te apuñalará”, por la participación en los ataques de miembros de esta minoría, a la que cree “desagradecida”, porque recibe todo tipo de beneficios y derechos del Estado israelí.

El periodista Janoj Daun opina, por su parte, que el boicot por una canción que en su opinión sólo expresa el “sentir” de un cantante en un momento determinado se debe a que se trata de un artista de origen “mizrahi” (judíos de los países árabes) identificado con la derecha.

Y cree que nadie lo habría hecho si fuera “ashkenazí” (judíos de centroeuropa) de izquierdas.

“(El escritor) Amos Oz dedicó cálidamente uno de sus libros a Marwán Barguti (al dirigente palestino encarcelado en Israel), una persona con sangre judía en sus manos. Nadie lo boicoteó y así debe ser”, sostiene al alertar del peligro que ve en la decisión presidencial.

Recuerda asimismo las polémicas creaciones de una larga lista de artistas locales pacifistas que, tildados de “traidores” por la derecha, defendió para salvaguardar la “libertad de expresión”.

Contrariamente, el columnista conservador Ben Dror Yemini cree que esto nada tiene que ver “con libertad de expresión o creación, ni con una actitud ‘macarthista'”.

“El presidente la canceló por su carácter racista, y no todo tiene que ver con libertad de expresión”, sostiene.

Por la misma razón, avala la decisión de la ministra de Cultura, Limor Livnat, de intentar suspender la financiación a la Cinemateca de Tel Aviv por la celebración el próximo fin de semana de un festival sobre la Nakba, que describe la narrativa sobre la independencia de Israel en 1948.

“Las dos decisiones son correctas. Hay una gran diferencia entre libertad de expresión -que debe ser amplia, agitadora y perturbadora- y que el Estado financie la incitación, sea contra los árabes o contra el propio Estado”, explica Yemini.

Convocado por segundo año consecutivo por la ONG Zojrot (Recordando), el festival respalda que millones de refugiados palestinos que se vieron obligados a abandonar su hogar en 1948 deben tener la posibilidad de regresar al territorio de Israel, lo que este país considera que sería un suicido demográfico.

En un editorial hoy que lleva por título “Una ministra sin cultura”, el diario Haaretz sostiene que Livnat no entiende el significado del concepto “cultura” en una sociedad democrática, que consiste no en que el Estado mismo “produzca cultura”, sino en “financiar suficiente y equitativamente a instituciones y artistas que desean hacerlo”.

“Una ministra de Cultura que exige cesar la financiación porque ciertas actividades culturales contradicen la forma de ver las cosas de los líderes en el poder no entiende el concepto cultura en un estado democrático”, concluye.

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