Chile no olvida la dictadura pinochetista. Llega al circuito universitario “No”, de Pablo Larrain, cinta que aspira al Oscar

27/01/2013 - 2:00 am
Actor y director rumbo al Oscar (Foto: EFE)

Ciudad de México, 27 ene (SinEmbargo).- Este 25 de enero, al celebrarse el Día Internacional del Holocausto, el titular de la ONU, Ban Ki-moon, rindió homenaje a los que arriesgaron su vida para salvar a víctimas de la criminalidad nazi, al tiempo que subrayó “el daño irreparable que los actos de genocidio causan tanto a individuos como a sociedades enteras”.

De daños irreparables, precisamente, está lleno el pasado del continente latinoamericano, sobre todo cuando el Cono Sur vivió y murió al compás de las cruentas dictaduras destinadas a apagar las luchas sociales y los gobiernos de izquierda, asesinando y torturando a generaciones enteras, en represiones masivas a cargo de militares entrenados por Estados Unidos en la tenebrosa Escuela de las Américas.

De los rostros de Videla, Massera o Galtieri no se olvida Argentina: son los símbolos de un amplio grupo de militares, policías y cómplices civiles que gestó una matanza de Estado contra su propio pueblo, instituyendo la figura del “desaparecido”, tan común en nuestros días.

Chile tampoco borrará nunca de su memoria a Augusto Pinochet Ugarte, acaso uno de los dictadores más sangrientos e impiadosos que hayan pisado la faz de la tierra y que dejó sembrado de muerte y odio el suelo de dicho país sudamericano.

La literatura, el cine, la pintura, dejaron y dejarán testimonio de los años de horror, tal como sucede con No, de Pablo Larraín, candidata al Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera, un honor que la filmografía chilena vive por primera vez en su historia.

Protagonizado por el mexicano Gael García Bernal, un actor con fuertes lazos con Sudamérica, sobre todo luego de que encarnara al Che Guevara en la película del brasileño Walter Salles, Diarios de Motocicleta, el filme llega a las salas universitarias del Distrito Federal hoy, domingo 27, en un ciclo que ha programado la Sala Julio Bracho, hasta el 10 de febrero.

Se trata de una coproducción de Chile, Francia y Estados Unidos en el 2012 que cuenta la historia de René Saavedra (Gael), un ejecutivo de publicidad que regresa a Chile en 1988, tras su exilio en México y diseña una brillante y optimista campaña que propugna el “No” al plebiscito chileno.

Su objetivo es poner fin a la dictadura militar y derrocar a Augusto Pinochet, en un hecho que el actor Luis Gnecco calificó de “histórico” en una entrevista a la CNN de Chile, toda vez que “un plebiscito que haya derrotado a una dictadura es un fenómeno social de una connotación histórica” trascendente.

La película, basada en un texto teatral escrito por Antonio Skármeta (autor entre otras de la novela Ardiente paciencia, que derivó en el filme El cartero de Neruda), “es en realidad un gran making off de cómo un grupo de personas desconocidas se juntó para armar la franja del No, cumpliendo un papel muy importante en el derrocamiento de Pinochet”, según dijo Pablo Larraín (Santiago de Chile, 1976).

Hay que recordar en este punto que el plebiscito fue convocado por la propia dictadura y llamaba al pueblo chileno a pronunciarse por el sí o el no a la continuidad de Pinochet en el poder.

Los premios que la preceden

No es la segunda película sobre las dictaduras en Sudamérica que llega al Oscar. La primera fue La historia oficial, de Luis Puenzo y que obtuvo una de las dos estatuillas doradas que posee Argentina (ganó también en 2010 con El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella)

El filme de Larraín, cuyo primer largometraje, Fuga (2005), fue premiado en los Festivales de Cine de Cartagena y Málaga, así como en el Festival de Cine Latinoamericano de Trieste, no lo tendrá fácil frente a lo que se considera un premio cantado, la película Amour, de Michael Haneke,  protagonizado por Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva.

La noruega Kon-Tiki, dirigida por Joachim Rønning y Espen Sandberg, que retrata la famosa expedición del explorador y escritor noruego Thor Heyerdahl, quien cruzó el Océano Pacífico con su balsa en 1947, también es un fuerte competidor.

Pero hay que decir que No llega bien armada a la ceremonia del Oscar, a llevarse a cabo el próximo 24 de febrero en Los Ángeles. Recibió el Premio Quincena de Realizadores a la Mejor Película en el Festival de Cannes, Mejor Película en el Festival de La Habana, entre otras distinciones en encuentros cinematográficos de Tokio, Hamburgo, San Pablo, Oslo y Londres.

El lugar común que dice que en estos casos “lo importante es ser tomado en cuenta” cobra fuerza sincera si se piensa lo que esta postulación redundará en espectadores que en nuestro continente revivirán la tragedia de un pasado reciente que tardará tiempo en cerrar sus heridas.

Más allá del hecho histórico, conviene también remarcar junto con el actor Luis Gnecco que No “antes que nada es una buena película”, lo que no es poco cuando de cine latinoamericano se trata.

“La nominación al Óscar fue una gran noticia porque impacta positivamente en nuestra carrera, pero sobre todo es bueno para la película, que aún no se ha estrenado en muchos países. Tiene un recorrido extenso y la candidatura hará que más gente se interese en ella. No quiero guardar las películas en el armario, quiero que la gente las vea, dijo Larraín en una entrevista otorgada a la agencia EFE.

Para el realizador chileno ésta será su primera experiencia en los Oscar, algo que ya ha podido saborear el actor mexicano en varias ocasiones con Amores perros (2000), Y tu mamá también (2001), Diarios de motocicleta (2004) y Babel (2006).

“El espectador mira el mundo a través de sus ojos y se produce el misterio gracias a él. Una parte de lo que quiere o piensa nunca se sabe. Exige ese esfuerzo a la audiencia y eso no es posible escribirlo, ni siquiera dirigirlo. Es algo que sale de Gael con su talento y naturaleza. Si no estuviera ese elemento, la película sería más frontal y directa, menos interesante”, dijo Larraín al hablar de Gael García Bernal.

“Entró a la cancha con el 10 a la espalda. Tener a Messi es una diferencia”, aseguró el director.

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