ENTREVISTA | Una novela para enfrentar fantasmas: Murguía

27/04/2015 - 12:04 am
Una novela de suspenso que narra el enfrentamiento generacional. Foto: Facebook
Una novela de suspenso que narra el enfrentamiento generacional. Foto: Facebook

Ciudad de México, 27 de abril (Sin Embargo).- El profesor Rubén Quirarte está a punto de jubilarse. Achacoso, viudo y propenso a abusar del alcohol, la relación con algunos de sus alumnos es cada vez más problemática.

Pronto la situación alcanza un punto crítico y estos lo encierran en una caseta que solo contiene un retrete, poniendo en peligro su vida. Aislado, sus pesadillas estarán pobladas por visiones del terrible asesinato de su esposa, conversaciones imaginarias con su amigo muerto, reflexiones sobre el fanatismo religioso y un sobrenatural olor a gasolina… Solo el fuego será capaz de redimir a los fantasmas.

Esa es la sinopsis de Retiro del fuego (Planeta), con la que el escritor y guionista de cine y televisión Ernesto Murguía construye una historia de suspenso donde no faltan los enfrentamientos generaciones, la descripción de un sistema educativo caduco y la posibilidad de renacer en medio de una vida oscura hacia una claridad posible, sea cual sea la edad de una persona.

Murguía ha publicado también Sobredosis de neón para el señor Felicidad (Conaculta, 2012) y Un dios para sí mismo (Joaquín Mortiz, 2005) y los libros de cuentos Los ojos del jaguar disparan medianoche (Jus, 2011), Las pesadillas de Lumière (Ficticia, 2005) y Las puertas de la oscuridad (Conaculta, 2004).

Su obra ha recibido una decena de premios nacionales de literatura, entre ellos “Rosario Castellanos 2012″, “Agustín Yáñez 2007″, “Gilberto Owen 2004″, “Inés Arredondo 2004”, “Juan Vicente Melo 2002” y “Gilberto Owen 2000”.

Ha sido profesor de tiempo completo de la UNAM, profesor invitado de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing (China, 2005-2006), becario de la Fundación Carolina en el área de Proyectos Cinematográficos Iberoamericanos (Madrid, 2008) y miembro del Programa de estímulos a creadores cinematográficos de Imcine (2011 y 2012).

Actualmente imparte la asignatura de guión cinematográfico en la Escuela de Escritores Sogem, en los Talleres Cinematográficos de la escuela de cine Mantarraya y en los diplomados de creación literaria del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Para el autor, en su nuevo trabajo el fuego puede ser un purificador, un fantasma y al mismo tiempo constituirse en un elemento clave de la novela.

“El fuego es también castigo y tormento. Tiene esas connotaciones antiguas y simbólicas que me permitieron explorar los fantasmas del profesor Quirarte”, explica en entrevista con SinEmbargo.

–Al principio la novela es un poco desazonadora, después del retiro laboral parece no haber esperanza

–Sí, pero algo que descubrí mientras la escribía es que cuando creemos haberlo perdido todo, de todos modos quedan cosas por perder. El profesor tiene una hija y en esa caseta donde está atrapado no se da cuenta de que quedan cosas por vivir, finalmente lo percibe y ese es uno de los ejes que me ayudaron a construir la historia.

–El alcohol funciona como consuelo

–En este caso el alcohol sirve para paliar el dolor, pero incluso esa decisión de dejar el alcohol no resulta suficiente. Una cosa es entender lo que está pasando y otra superar sus propios remordimientos. El alcohol ayuda a soportar los momentos difíciles, pero eventualmente los fantasmas encuentran las grietas y muestran nuevas cosas. Los fantasmas pueden aplacarse, pero no se pueden erradicar ni con alcohol ni con drogas. Tarde o temprano hay que enfrentar los propios fantasmas.

El fuego es purificador y castigo al mismo tiempo. Foto: Especial
El fuego es purificador y castigo al mismo tiempo. Foto: Especial

–Esas cosas que como el alcohol más que ayudar a vivir ayudan a olvidar…

–O a autoengañarte o a negar. La negación te destruye y te hace explotar de manera inesperada. No puedes anestesiarte de por vida. Tienes que sacar valor y convicción de donde puedas. No te puedes tampoco culpar todo el tiempo. Sobrevivir a la caseta le permite al profesor sobrevivir y enfrentar sus monstruos.

–No hay encuentro posible entre las generaciones, según tu novela

–Bueno, es difícil. La novela tiene resonancias personales porque mi madre fue profesora durante 50 años y mi padre un comerciante que cuando comencé a escribir Retiro del fuego, tenía 76 años y ya estaba muy enfermo. Muchas de las anécdotas que hay en el libro son propias, historias que me contaba mi padre, personas de las que me hablaba mi madre, esos monstruillos de las escuelas donde pasó. Se entiende la brecha generacional, no es bueno o malo, son tiempos diferentes. Los adolescentes de ahora viven una comunicación inmediata, repentina. La novela confronta esos tiempos, a ese profesor de la vieja escuela con los viejos principios con los nuevos tiempos que no domina ni conoce. Así es como la pueden leer las personas grandes y también los jóvenes.

–También cultivas una mirada crítica hacia el sistema educativo vigente…

–Mi familia ha dado clases, como te comento. Yo mismo soy profesor. Y siempre encaro la figura del maestro con mucho respeto, porque es muy difícil enfrentarte a los alumnos, es difícil tratar siempre de ser un ejemplo, tratar de dar lo mejor que tienes para que pueda aprovecharlo. Nací en los ’70 y desde entonces ya se hablaba de crisis en la educación. No hemos dejado nunca de estar en crisis, nos ha tocado la desintegración de un sistema y de ello somos testigos. La novela busca un corazón en todo eso.

–¿Qué es la vejez para ti?

–La vejez es como algo que me asusta y me resulta atractivo al mismo tiempo. Me asustan los sueños rotos, las promesas incumplidas y que conforme avanza el tiempo te das cuenta de que ya no va a haber otra oportunidad, que el último tren ya te dejó. Confrontarte con todo eso es una de las cosas más temibles, pero al mismo tiempo te motiva para sembrar en todas las actividades que realizas lo mejor, para que cuando te voltees hacia atrás te sientas satisfecho con lo realizado y no te queden demasiados asuntos pendientes.

–¿Cuándo decides que una historia será un guión o será una novela?

–Todo está mezclado. Mi proceso creativo inicial es parecido en ambos géneros. Entiendo perfectamente que son medios distintos. La novela es la palabra, el guión es la imagen. Disfruto la escritura y la narrativa. A diferencia del cine que es un trabajo de equipo, el libro es un contacto directo con el lector. La novela es un mundo donde expreso lo que quiero. El cine y la televisión son formas de supervivencia y un trabajo que concibo en relación con los demás.

–¿Cómo te sientes frente a Retiro del fuego?

–Lo más bonito que experimenté con esta novela fue el reencuentro con mi padre, que ya estaba muerto cuando salió, y poder recrear en las páginas, para darle más sentido, esas pláticas de sobremesa con él. Por otro lado, fue bueno rendirle homenaje a los 50 años de profesora de mi madre.

 

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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