José María Pérez Gay, un intelectual imprescindible que nos explicó a Nietzsche y nos enseñó a amar a Paul Celan

27/05/2013 - 12:00 am
Foto: FIL
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Ciudad de México, 27 may (SinEmbargo).- Todo ha sido muy alemán este fin de semana. Quién sabe, tal vez para despedirlo y honrar su paso por estas tierras áridas donde el conocimiento del que hizo gala el escritor mexicano José María Pérez Gay, fue donado con su voz seductora y su presencia rotunda, fascinante, a cuatro manos, a corazón abierto.

Desde la final germana de la Champions League y los sonidos del himno de Alemania en el Premio de F1 en Mónaco: son síntomas pedestres, casi pueriles, es verdad, pero hay momentos en que uno desea que todas las piezas se ajusten casi científicamente al rompecabezas de la vida. Y de la muerte.

“Mi hermano José María Pérez Gay murió a las 2:05 am de hoy domingo a los 70 años de edad.”/Gran lucidez, triste pérdida”, escribió en su cuenta de Twitter el escritor mexicano Rafael Pérez Gay.

No es difícil imaginar su rostro adusto, las lágrimas asomando tras las gafas, esos mismos botones de pena que iluminaron y oscurecieron los rostros de los muchos que abarrotaron aquel salón de la Feria Internacional del Libro en 2011, cuando el autor presentó su libro La profecía de la memoria. Ensayos alemanes (Cal y Arena) y la ceremonia se convirtió en un emocionado y sincero homenaje a su figura.

La profecía de la memoria es un compendio de retratos, episodios, repasos de Walter Benjamin, Hanna Arendt, W.G. Sebald, Peter Sloterdijk, el tesoro reunido durante 35 años por un hombre que llevaba a Alemania en el alma y, lo que es mejor, no se la quedaba para sí.

Como bien dice el boletín de Cal y Arena dedicado a presentar su último libro, “José María Pérez Gay se ha dedicado a presentar y representar, difundir y transmitir, traducir y adaptar la cultura alemana al horizonte mexicano. Esa aventura empezó en los ‘70, cuando el joven Pérez Gay tradujo por primera vez algunos pasajes y aforismos de Walter Benjamin para el suplemento La Cultura en México.

En esas páginas de periodismo literario ofreció fragmentos pioneros de escritores como Musil, Kraus, Broch, Roth, Canetti, Elias, Kafka, Arendt, Celan: trozos de diarios, cartas, aforismos, ensayos, relatos. El ensayo narrativo se convirtió en el género en el cual se sentía más cómodo el traductor, el escritor, el intérprete de la cultura alemana”.

“El ensayista es, según Sloterdijk, un silencioso testigo que nos mira pensar, gozar, sufrir y, en una palabra, vivir”, había dicho el hombre de perfil hermoso y voz profunda, que protagonizó “una vida mexicana en Alemania o una vida alemana en México”.

NOS EXPLICÓ A NIETZSCHE Y NOS ENSEÑÓ A AMAR A CELAN

“A finales del siglo XX, Friedrich Nietzsche es todavía un filósofo tan inquietante y enigmático como a principios del 900. Sus lectores se preguntan ahora lo mismo que se preguntaron hace unos cien años: ¿es un gran filósofo o un poeta imperfecto?

Si lo comparamos con Aristóteles y Hegel es un diletante apasionado. Si lo comparamos con Goethe y Hölderlin las parábolas de Así habló Zaratustra parecen los disfraces retóricos de un discurso filosófico. Yo creo que Nietzsche es ante todo, y sobre todo, un escritor dedicado a la filosofía, así como Sören Kierkegaard era un escritor dedicado a la religión.

Foto: Archivo
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Su maestro no fue Hegel sino Schopenhauer. A pesar de todas las diferencias filosóficas, Nietzsche era un amante de la sabiduría que buscaba la eternidad, vale decir: deseaba superar no sólo su tiempo sino el tiempo mismo”, escribió José María Pérez Gay en la revista Nexos.

Fue uno de sus tantos textos y discursos dedicados al autor de Humano, demasiado humano, que representó sin duda una de sus pasiones intelectuales más sólidas, gracias a lo cual pudimos entenderlo, abarcarlo y hacerlo presente en nuestras vidas.

Todavía resulta conmovedor el recuerdo de su intervención en las jornadas dedicadas al filósofo en Bellas Artes, allá por el 2000, cuando se conmemoró el centenario de su muerte. El recinto abarrotado y la voz clara del escritor mexicano.

“El pensamiento fue para el autor de El anticristo no sólo una pasión o un interés, sino una necesidad vital en sentido profundo. Elegía pensar en lugar de vivir, incluso, en alguna carta a un amigo escribía que lamentaba “haber pensado y nunca vivido”, pero en seguida justificaba que se dedicaría a pensar para salvar la vida”, dijo entonces José María Pérez Gay.

“Tiene más tendencia al insomnio que al sueño. Cuando no duerme lee a Paul Celan o a Elías Canetti”, escribió Elena Poniatowska en La Jornada. Precisamente, gracias al querido “Chema”, tal como lo llamaban sus amigos (su hermano Rafael lo llamaba “Pepe”), aprendimos a amar aún más al malogrado poeta rumano (1920-1970), sobreviviente del Holocausto y suicida en las aguas del río Sena, en París.

“En mayo de 1975 comencé a traducir poemas de Paul Celan. Desde entonces he procurado afinar algunas versiones, entender mejor otras y acercarme a ese enigma poético”,  escribió el escritor mexicano nacido en la ciudad de México en 1943 y muerto este domingo, a la madrugada, en la misma tierra que lo vio nacer.

Foto: Especial
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José María Pérez Gay fue narrador y ensayista. Estudió Ciencias y Técnicas de la Información en la Universidad Iberoamericana. En 1964 obtuvo una beca y se trasladó a la República Federal Alemana donde residió durante 15 años.

Era doctor en filosofía y germanística por la Universidad Libre de Berlín. Como miembro del servicio exterior mexicano fue agregado cultural en París y embajador en Portugal. Fue el primer director del Canal 22. Tradujo a Thomas Mann, Franz Kafka, Robert Musil, Herman Broch, Joseph Roth, Jürgen Habermas, Karl Kraus, Elias Canetti, Paul Celan y Hans Magnus Enzensberger, entre otros.

El gobierno alemán le otorgó la Cruz al Mérito en 1992 y la Medalla Goethe en 1995. La República de Austria le otorgó la Gran Cruz de las Artes y las Letras, primera clase, en 1997.

Ha escrito ensayo: El imperio perdido (Cal y Arena, 1991), Hermann Broch, una pasión desdichada (2004), El Príncipe y sus guerrilleros: La destrucción de Camboya (Cal y Arena, 2004), La supremacía de los abismos (2006); y novela: La difícil costumbre de estar lejos (1985) y Tu nombre en el silencio (Cal y arena, 2000). Fue colaborador de la revista Nexos y del periódico La Jornada.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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