Por Areli Carreón
Consultora de movilidad Greenpeace México

Las contingencias ambientales, que hacía 14 años no se registraban en la Ciudad de México, nos han obligado a revisar lo hecho y lo omitido en los últimos años para resolver de fondo este problema y contribuir a mejorar la calidad de aire y de vida de los habitantes en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).

Estamos a unos días de anuncios importantes por parte de la Comisión Ambiental Metropolitana (CAMe) para saber cómo se abordará este asunto en los años por venir, no sólo para prevenir nuevos episodios de contingencias ambientales, sino para evitar la contaminación del aire, que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), podría producir hasta nueve millones de muertes anuales a nivel global en el 2060, si no actuamos ahora para reducirla.

En la ZMVM, la mayoría de las emisiones contaminantes provienen de fuentes móviles, esto quiere decir de vehículos a motor: vehículos de servicio, de carga y en su gran mayoría (94 por ciento de todo el parque vehicular) de automóviles privados. A pesar de que toda la evidencia científica lo demuestra y existe un consenso generalizado entre académicos y especialistas, los miembros de la CAMe, comenzando por el Secretario de Medio Ambiente, Rafael Pacchiano, han logrado confundir a la opinión pública con medidas insuficientes como la Norma emergente de verificación vehicular, que no aborda con seriedad el corazón del problema. El impacto de la Norma emergente será irrelevante, si no se actúa urgentemente para resolver la causa central de la contaminación.

¿Y qué se necesita entonces? Para poder reducir efectivamente las emisiones contaminantes, es imprescindible contar con un sistema integrado de transporte público metropolitano, que llegue a donde las personas necesitan ir, con seguridad, puntualidad y eficiencia. Un servicio de transporte público de óptima calidad es condición indispensable para que las personas puedan desplazarse por la metrópoli, sin verse obligados a producir emisiones contaminantes y congestión vial, es decir, sin verse obligados a usar un automóvil. Ningún país o metrópoli del planeta ha podido resolver la movilidad eficiente y la contaminación ambiental con un modelo urbano centrado en automóviles privados, así sean eléctricos o híbridos.

La batería de propuestas de acciones integrales que todas las organizaciones civiles esperamos de la CAMe debe comenzar por la construcción y operación de un servicio de transporte público masivo con cobertura total de la zona conurbada. Esta decisión puede contribuir efectivamente a resolver el 80% del problema, no sólo para mejorar la calidad de vida de la población que sufre sin este servicio, sino para sentar las bases de un desarrollo urbano más ordenado y sostenible.

Estamos muy lejos de contar con un transporte público de calidad: el 55% de toda la población de la ZMVM habita en los municipios conurbados del Estado de México en donde sólo se ha instalado 20% del transporte público estructurado. La mayor parte del sistema de transporte masivo de la ZMVM se construyó hace 40 años, cuando gran parte de lo que hoy es ciudad ni siquiera existía. Millones de viajes diarios se hacen en rutas de autobuses y vagonetas concesionados a particulares, que prestan un servicio irregular, poco confiable, no sancionado por la autoridad, sin ningún orden y sin ofrecer las mínimas condiciones de seguridad y comodidad. Es inaceptable que se ignore esta realidad y que se pretenda resolver el problema de la contaminación y la movilidad con la construcción de más vialidades que sólo han servido para inducir más tránsito, o con medidas cosméticas y parciales como la norma emergente de verificación o con ocurrencias no sustentadas en datos y en las mejores prácticas internacionales.

Para ser una verdadera solución, las medidas que anuncie la CAMe deben atender las necesidades reales de millones de personas que viven en la periferia de la CDMX y en prácticamente todos los municipios conurbados del Estado de México, buscando no sólo reducir las emisiones contaminantes sino la congestión vial y la pérdida de tiempo y productividad que hacen de nuestra megaciudad de México la más dolorosa para transitar.

Para ser viable en los años por venir la ZMVM debe actuar ya para resolver las necesidades de hoy y prepararse para los desafíos del futuro. La decisión que la CAME debe tomar sin más dilación y con plena responsabilidad es la de construir un sistema integrado de transporte metropolitano. Esperamos que estén a la altura de la responsabilidad que se les ha conferido.

Greenpeace

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