Buenos Aires, 27 Nov (Notimex).- La dispersión, debilidad y disputas en las que está sumida la oposición ayudaron a que el oficialismo se haya fortalecido y tenga expectativas de ganar las elecciones presidenciales del próximo año.
Diversas encuestas publicadas en las últimas semanas revelaron que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene una popularidad superior al 50 por ciento, nivel que no alcanza ningún precandidato a sucederla en los comicios.
Aunque la mandataria ya no puede volver a presentarse, su apoyo será vital para el candidato de la oficialista alianza Frente para la Victoria, ya que, de acuerdo con los sondeos, el elegido tiene amplias posibilidades de ganar en la primera vuelta.
Para lograrlo, el abanderado del oficialismo deberá obtener por lo menos el 45 por ciento de los votos en los comicios que se llevarán a cabo el próximo 25 de octubre y en donde están convocados a participar más de 30 millones de argentinos.
Antes, el 9 de agosto, se realizarán las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en las que cada partido o alianza definirá a su candidata en una jornada que será una especie de ensayo.
Como en las PASO participan los mismos electores que definen en las presidenciales, ese día quedará en claro quiénes tienen verdaderas posibilidades de convertirse en el sucesor de Fernández de Kirchner.
El problema para la oposición es que cuenta con una docena de precandidatos, pero ninguno alcanza, por ahora, la confianza plena de los electores pese al desgaste natural de los 12 años de gobiernos kirchneristas.
Los precandidatos más fuertes son Sergio Massa y Mauricio Macri, ambos impulsados por una prensa opositora que, si bien influye, no define, porque pese a los crecientes escándalos de corrupción, el gobierno promete recuperación y estabilidad económica, lo que es crucial para conseguir votos.
A Massa, además, le juega en contra ser un saltimbanqui político, ya que se pasó a la oposición después de haber sido jefe de gabinete de Fernández de Kirchner y ahora, luego de haber defendido con fervor las políticas del gobierno, las cuestiona.
Macri, en tanto, es el jefe de gobierno de Buenos Aires, pero sigue sin lograr una proyección nacional, a lo que se suma la inesperada alianza que está forjando con la tres veces candidata presidencial Elisa Carrió.
La diputada es uno de los personajes políticos más controvertidos de Argentina, porque es apocalíptica, con nula capacidad de acuerdos e incongruente, pues denosta a rivales como Macri para después forjar alianzas temporales que siempre terminan con un pleito.
Recién la semana pasada Carrió provocó un revuelo al renunciar al Frente Amplio Unen conformado por un grupo plural de políticos, entre ellos varios precandidatos presidenciales, a los que vinculó con el narcotráfico.
Sin propuestas claras, los opositores mantienen una serie de enfrentamientos y acusaciones cruzadas, lo que ilusiona a los precandidatos oficialistas que confían en que la verdadera batalla por la presidencia será en el Frente para la Victoria.
