PULSO DE SAN LUIS POTOSI

De Tancanhuitz a la Sierra Maestra: los días largos del joven Fidel Castro en México

27/11/2016 - 3:00 pm

En una casa de la vera de la carretera México-Laredo, el joven abogado Fidel Castro Ruz, pasó días largos de entrenamiento y de acopio de armas. Ese lugar era un paso obligado para llevar el armamento de McAllen a Tuxpan, sitio desde donde se aventurarían a la hazaña más grande del siglo pasado.

Foto: Pulso
Fidel Castro medía 1.90 metros, de acuerdo con González Pardiñas, por eso, cuando iba con Arcila o los hermanos Galván al mercadito de Tancanhuitz llamaba la atención de todos. Foto: Pulso

Ciudad de México, 27 de noviembre (SinEmbargo/Pulso).- En Tancanhuitz pasó días largos de entrenamiento y de acopio de armas para sustentar su Revolución un joven abogado llamado Fidel Castro Ruz. Su muerte la noche del viernes, a los 90 años de edad, marcó el fin de una era.

La casa es blanca, a dos aguas y tiene una segunda sección también a dos aguas, con techo de cielo interior de palma. Está a dos kilómetros antes de llegar al crucero de Aquismón, sobre la carretera México-Laredo, yendo de Valles a Tamazunchale. Hoy se lee afuera de la casa una leyenda comercial que dice: “Finca Berenice” y es un restaurante de cortes finos y de comida corrida.

En ese mismo lugar donde hoy hay comensales en las dilatadas tardes de la Huasteca sur, planeó parte del movimiento revolucionario que cambiaría al mundo el licenciado en Derecho, Fidel Castro, quien había sido exiliado bajo una amnistía de la isla cubana por el gobierno de Fulgencio Batista, después de fracasar en el asalto al cuartel de Moncada que lo deja preso, junto con otros estudiantes que deseaban un cambio a la dictadura del presidente que luego derrocaría el muchacho altísimo, de piel blanca y elocuencia hipnótica.

LA CONEXIÓN ESPAÑOLA

Jesús Manuel Orta Orta es el propietario, en sociedad con Rolando Lagunes Villanueva, de la finca que tiene más historia de la que pudieran tener otros edificios más señeros de todos los municipios de la Huasteca.

De hecho, José Manuel Orta explicó que esa finca se la compró a Benjamín Morales Medina y quien le convenció de comprarla fue el ex presidente de Aquismón, Carmelo Márquez, quien conoció al abogado y después general de la Revolución Cubana y uno de los hombres más importantes del Siglo XX.

Esa propiedad, que consta de unas cuantas hectáreas, fue el terreno que el presidente Lázaro Cárdenas legó a una agrupación de refugiados españoles que huían del franquismo en 1936. El terreno constaba de 400 hectáreas y se ubica en el municipio de Tancanhuitz, antes llamado solamente Ciudad Santos. Estos hispanos hicieron de ese descomunal terreno una arboleda de naranjas Valencia que llenaban de fragancia los otoños, desde la carretera México-Laredo hasta donde alcanzara la vista.

Después, un español llamado José Arcila compra esa casa a un paisano suyo y se convierte en estación meteorológica desde donde se informaba sobre el estado del tiempo en la Huasteca Centro, yendo a Tancanhuitz a emitir un telégrafo.

Fue José Arcila y la familia Galván, que tiene su propiedad cerca del río Coy, quienes fueron los contactos de Castro Ruz que hacía acopio de armas y de entrenamiento para poco después salir desde Tuxpan a Cuba, a cambiar el mundo para siempre.

FIDEL CASTRO, HUASTECO

Roberto González Pardiñas es un cubano “sin pelos en la lengua” que habla claro. Dice que cuando él ve hacia las montañas que están atrás de la Finca Berenice, le parece que está admirando de nuevo la Sierra Maestra, lugar desde donde se gestó la Revolución de la isla, mucho después que el episodio de Tancanhuitz. Él es un cubano que hace música en la administración municipal vállense de Jorge Terán y es compinche de Antonio Ríos, un historiador aficionado que quiere rescatar en un libro el paso de Castro en la Huasteca.

Ambos coinciden con el dueño de la casa, mientras conversan sobre el recién fallecido, con ese dejo en la voz de los dolientes que comienzan a inventariar las virtudes del muerto.

Fidel Castro medía 6 pies con tres pulgadas de estatura (1.90 metros), de acuerdo con González Pardiñas, por eso, cuando iba con Arcila o los hermanos Galván al mercadito de Tancanhuitz llamaba la atención de todos, porque no era común ver a un hombre tan blanco y tan alto en esa parte de la Huasteca. No usaba barba todavía. Era 1956 y el mostacho recortadito era lo de boga. Pero se colgaba los morrales bordados por las indígenas cuando iba de paseo a la cabecera municipal.

La casa sobre la carretera era un lugar desde donde se planeaba, se entrenaba con caminatas y se disparaban las armas que después servirían para matar a los hombres de Batista. Ese lugar era un paso obligado para llevar el armamento de McAllen a Tuxpan, sitio desde donde se aventurarían a la hazaña más grande del siglo pasado.

ARMAS PARA LA REVOLUCIÓN

En la Ciudad de México, Fidel Castro habría conocido a un armero que, cuando supo porqué ese abogado quería adaptar mirillas telescópicas a rifles deportivos, lo apoyó hasta el final y le ofreció su contacto en la frontera de Estados Unidos para conseguir armas largas para la causa revolucionaria. El trasiego no tenía de otra: Los rifles se compraban en Texas, viajaban por la carretera México-Laredo y, antes de desviarse a Veracruz, tenían un estadio en la casa de Tancanhuitz, donde decenas de cubanos aprendían a tirar a distancia y se ejercitaban con caminatas que de seguro iban a parar a las escarpadas paredes de la Sierra Madre Oriental.

Después quizá se llevarían en lotes razonablemente grandes los fusiles a Tuxpan y de ahí, todo era cuestión de encomendarse a Dios y a la justicia.

EL “GRANMA” Y MÁS ALLÁ

Fidel Castro surcó las aguas de Golfo de México, hacia la playa Colorada, montado, junto con otros 80 compañeros de la causa, en un yate en desgracia que perteneció a unos gringos y que tenía una eslora apenas para 10 tripulantes.

Entre conatos de naufragio y dificultades con las provisiones y el excesivo peso que le echaron al pequeño yate, Fidel Castro llegó dos días después de lo pactado con sus aliados a la playa cubana, el 2 de diciembre de 1956 y los soldados ya habían sido informados de la travesía, así que los estaban esperando para acribillarlos.

En la confusión, se dispersaron muchos de ellos y el punto de confluencia, después del fallido arribo a las arenas de la isla fue en la Sierra Maestra.

Fidel Castro peleó dos años y 28 días contra el régimen de Batista, abatiéndolo en 1959 e iniciando un régimen que él superó en tiempo, ya que estuvo 48 años en la presidencia de ese país, dimitiendo por edad y pérdida de facultades en 2008.

En 1962, la intención de la recién aliada Unión Soviética de colocar misiles en la isla, provocó una crisis que por poco provoca que el presidente John F. Kennedy iniciara la Tercera Guerra Mundial. Esto fue parte de la historia reciente del mundo y de Fidel Castro, quien planeó el cambio del paradigma político internacional, haciendo planes en una fresca y limpia finca de descanso de Tancanhuitz de Santos, en pleno corazón de la Huasteca potosina.

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