Ser humano, principal amenaza de los organismos que habitan arrecifes: especialista

28/01/2015 - 12:00 am
coral
Los desechos que arroja el ser humano a los océanos y el cambio climático del planeta amenazan la vida de los organismos que habitan el arrecife de coral. Foto: Especial.

Ciudad de México, 28 de enero (SinEmbargo).–Los desechos que arroja el ser humano a los océanos y el cambio climático del planeta amenazan la vida de los organismos que habitan los arrecifes de coral, como su fauna y flora, advirtió Susana Enríquez Domínguez, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El planeta incrementa progresivamente su temperatura, un fenómeno que ejerce un grave estrés en las especies constructoras del arrecife de coral, como los corales que son los más afectados por esta razón.

El coral es un sistema que muestra una enorme fragilidad ante el cambio climático, específicamente el calentamiento global, explicó la doctora en biología, adscrita a la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales Puerto Morelos, en Quintana Roo.

El ser humano es la principal amenaza de los organismos que habitan en los corales por el incremento de los visitantes y el mal manejo de los residuos que se producen en los hoteles tipo resort, lo que enriquece en nutrientes los ambientes oligotróficos modificando su naturaleza.

Si el sistema es eficiente y robusto, el ambiente es oligotrófico, lo que significa poca disponibilidad de nutrimentos para mantener el crecimiento vegetal de algas, pastos marinos e incluso microalgas que viven en simbiosis con los corales.

Al modificar este ambiente se permite que especies oportunistas de rápido crecimiento, incluso de orígenes ajenos, sean las que tomen el relevo y cambien la comunidad de organismos, lo que afecta a esos ecosistemas tropicales.

Las amenazas más graves son la fertilización y el incremento de residuos urbanos, sobre todo jabones que afectan el ambiente arrecifal por favorecer el desarrollo de especies oportunistas que cambian su naturaleza.

“Esta condición también aumenta la presencia de organismos patógenos y, por tanto, la incidencia de enfermedades; además, afecta negativamente las tasas de calcificación y el estado fisiológico de la mayoría de las especies que ahí habitan. De igual manera, propician la subsistencia de otras oportunistas, como algas que crecen rápidamente por encima de los corales y compiten con ellos por luz y espacio”, ahondó Enríquez Domínguez.

La contaminación causada por los residuos deriva en un cambio de fase en el ecosistema, donde pocas especies que no deberían vivir ahí se vuelven abundantes, mientras las nativas pierden protagonismo.

A nivel local esa situación constituye el mayor peligro, pues el valor paisajístico hace que la industria turística ejerza una fuerte presión en la mayoría de los países que tienen arrecifes de coral en sus costas.

Otros riesgo se asocian a la presión turística y antropogénica local como la sedimentación, los encallamientos que afectan directamente su estructura y la contaminación por uso y abuso de combustibles fósiles para abastecer el incremento de tráfico marítimo -embarcaciones de recreo y crucero-.

El sistema pierde su valor en biodiversidad y paisajístico, pues a estas variaciones de la estructura natural se suma el deterioro de la calidad del agua (más turbia) y los sedimentos, que dejan de ser blancos, se vuelven oscuros y poco oxigenados, empiezan a oler mal y a ser tóxicos para muchos organismos que los habitan. Además, se produce una reducción de la calcificación, indispensable para construir arrecifes y mantener las playas.

Enríquez consideró que para conseguir que la sociedad sea consciente de lo que ocurre los científicos deben demostrar, con evidencias rotundas, cómo se produce este deterioro ambiental. “Nuestro trabajo se basa en encontrarlas para presentarlas a los tomadores de decisiones. El problema es que esta labor es compleja y lleva tiempo y ojalá que al llegar a ese punto todavía haya algo que preservar”, destacó.

Actualmente la especialista trabaja con información que es fundamental para hacer modelos de producción y determinar el impacto que se producirá en diferentes escenarios de cambio ambiental. Trabajamos en modelar la variación del campo lumínico en diferentes morfologías de coral y de una esponja emblemática en el Caribe, la de Barril, señaló.

También, con un grupo de trabajo de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), Enríquez y su equipo, junto con el de otro investigador de la unidad, Roberto Iglesias, desarrollan modelos bio-ópticos para estimar, a partir de las descripciones fisiológicas y con el uso de datos del monitoreo satelital de la agencia estadounidense, que incluyen cambios de luz y de temperatura del agua, condiciones que propician el blanqueamiento de coral.

“Con esa base fisiológica podemos intentar predecir cuál será una condición concreta que llevará al blanqueamiento, con alta probabilidad y en un lugar específico. Estos modelos fisiológicos también permitirán, a futuro, describir la producción del arrecife de coral a partir del conocimiento de información ambiental clave”, finalizó.

FOTOBIOLOGÍA

La presión turística ejerce un riesgo potencial en
El crecimiento urbano y el mal manejo de los residuos que se producen en los hoteles tipo resort modifica la naturaleza de arrecifes de coral. Foto: Cuartoscuro.

En la Unidad Académica de Puerto Morelos, la investigadora profundiza en el estudio de muchos de estos procesos desde el conocimiento de la fotobiología de estos organismos.

“Como biólogos tratamos de ver qué procesos permiten a la vida utilizar esa energía proveniente del Sol y mantener todos los desarrollos biológicos que, en el caso del arrecife y los organismos que contiene, conllevan no sólo el mantenimiento de su tejido vivo, sino también de producir grandes cantidades de carbonato para construir esa enorme estructura geológica que es el arrecife de coral”, explicó la experta.

En la construcción de éstos, la energía lumínica proveniente de nuestra estrella es la base que mueve todo el proceso. Estos organismos son fotosintéticos, tienen cloroplastos, membranas fotosintéticas con las que utilizan la luz y la convierten en energía química y biológica, hacen fotosíntesis y producen energía para otros organismos, así como para calcificar.

En Puerto Morelos, donde hay una laguna arrecifal, estas estructuras están en aguas someras ricas en luz. Donde rompe la ola se ve la cresta del arrecife, que prácticamente sale del agua. Ahí crecen corales, algas y pastos marinos.

“Estos sistemas tienen una doble función: colectan suficiente energía para mantener sus procesos y, a la vez, inducen mecanismos que evitan daños causados por el exceso de luz, tanto visible como ultravioleta”, puntualizó.

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