Iniciativa privada revoluciona el comercio en la favela carioca de Rocinha

28/01/2015 - 11:49 am

Río de Janeiro, 28 Ene (Notimex).- Jorge Peres se aplica sobre la placa madre del iPhone que manipula hasta que logra que la pantalla resquebrajada ceda, y entonces instala la nueva, que le acaba de llegar desde el sur de China hasta su pequeño comercio de electrónica en la calle principal de la favela de Rocinha.

“Tener mi negocio es un sueño cumplido”, explica, entrevistado por Notimex, sin dudar a quién tiene que atribuir parte de ese logro: “sin el grupo Carteiro Amigo jamás habría sido posible, porque no podía importar piezas directamente desde China y Estados Unidos que compro por internet”.

“Fue una salvación para los habitantes de Rocinha”, agrega Peres, en referencia al servicio de entrega de correspondencia, y recuerda que anteriormente “Correos dejaba el correo de la comunidad en lugares de referencia como en farmacias, bares o asociaciones de vecinos”. En ese punto, cada familia tenía que recuperarlo, pues no había entrega en domicilio.

Carteiro Amigo, un distribuidor privado de correo nacido en la favela de Rocinha y hoy implantado en otras cinco comunidades de Río de Janeiro por medio de franquicias, nació en 2001 y desde entonces ha revolucionado la vida de miles de habitantes, que por fin logran recibir correo postal en sus casas.

“El sistema de Correos del Estado no distribuía dentro de la favela, bien por la peligrosidad o porque las casas no estaban legalmente reconocidas por el Gobierno. Nosotros colmamos ese vacío”, dice uno de los tres socios fundadores, Carlos Pedro da Silva.

El mérito no se basa únicamente en entregar correo, paquetes y todo tipo de bienes dentro de la comunidad de Rocinha, considerada la mayor favela de Brasil y una de las mayores de América Latina, con una cifra oficiosa de habitantes de 180 mil personas, sino también el de satisfacer las necesidades de una comunidad que vive en un paisaje urbano que muta continuamente.

Asimismo Carteiro Amigo –creado por tres moradores locales que tuvieron la idea de montar el negocio cuando eran empleados como encuestadores del censo local- también es el primero en haber creado un mapa detallado del enjambre de callejones, casas, comercios y locales.

“Tuvimos que mapear toda la comunidad para que nuestros carteros pudieran entregar el correo de forma eficiente. Distribuimos tan rápido que ni siquiera tenemos almacén: Correos deja aquí la correspondencia de nuestros clientes, que hoy son 12 mil personas, y horas después nosotros se lo estamos entregando en sus casas”, explica da Silva.

Da Silva fue entrevistado en la sede de la compañía, donde yacen cajas, cientos de cartas e incluso paquetes como sillas o guitarras compradas por internet que son entregadas por un pago mensual por familia de 18 reales (unos siete dólares).

Para sorpresa de muchos, el mapa que crearon no es una representación gráfica de la orografía y la arquitectura urbana de la comunidad, sino un conjunto de hojas con códigos, algoritmos y descripciones –del tipo “casa”, “bar” o “comercio”- que describen la sucesión de construcciones y el nombre de sus inquilinos.

“Una vez que comprendes el funcionamiento de este sistema de mapeado puedes repartir correo sin ni siquiera haber pisado anteriormente Rocinha”, asegura da Silva, quien reconoce que la violencia entre facciones armadas en la comunidad a veces dificulta el trabajo de los carteros.

“Cuando sabemos que hay enfrentamientos armados en una zona, simplemente no entregamos allí ese día, sino el siguiente”, señala.

La iniciativa, que supone uno de los ejemplos más claros, por una parte, de la revolución que viven las favelas brasileñas en los últimos años, pero también de su abandono por parte de las autoridades, no sólo ha posibilitado la emergencia de nuevos negocios, sino que ha cambiado la vida de muchos habitantes del lugar en cuestiones tan mundanas como pagar facturas.

Más aún en un país como Brasil, altamente burocratizado, y donde el pago de numerosos impuestos y servicios solo es posible con la factura original en bancos y puestos de venta de lotería, lo que provoca largas filas de espera.

“Antes de existir Cartero Amigo mucha gente no podía recibir facturas y, por no abonarlas a tiempo, tenían que pagar multas. Nuestro servicio ha facilitado mucho la vida a esas personas”, explica Silas Viera, otro de los fundadores.

“Imagine: si hace una compra por tarjeta de crédito de mil reales (unos 400 dólares) y paga de forma atrasada, se le aplica un interés del 12 por ciento. Eso son 120 reales (50 dólares). La llegada del Carteiro Amigo ayudó a esas personas”, señala.

Mientras recorremos las callejuelas de Rocinha, muchos son los habitantes que saludan a Carlos y Sila, lo que refleja hasta qué punto se han hecho conocidos en la comunidad.

“La gente acabó reconociéndonos por el trabajo que hacemos, porque de alguna forma contribuimos a la vida de esas personas. Somos reconocidos en la comunidad y eso es bueno y gratificante. Lo más importante es que ahora toda esa gente tiene una dirección postal, una dirección que dar no solo en Brasil, sino en todo el mundo”, señala Viera.

El último censo, de 2010, señala que 6.0 por ciento de los 200 millones de brasileños vive en las llamadas favelas, comunidades erigidas en zonas por lo general aisladas y donde, en ocasiones, prolifera la violencia y el tráfico de drogas.

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