Ciudad de México, 28 de mayo (SinEmbargo).–Estudios anteriores sugerían que los pájaros preferían semillas o nueces basados en el peso del alimento o su densidad, sin embargo, poco se estudió sobre qué factor influía en las aves para tomar estas decisiones importantes.
Es por ello, que científicos de Corea del Sur y Polonia iniciaron investigaciones con las aves Aphelocoma wollweberi para comprender mejor cómo esta especie identificaba las semillas sin abrir sus cáscaras.
Estos pájaros cantores también conocidos como charas mexicanas, tienen una cola larga y azul, alas azules y un plumaje grisáceo, como su pecho y sus patas. Las charas son criadores “cooperativos”, ya que algunos subadultos ayudan a tender algunos nidos producidos por la pareja dominante en el grupo.
La mayoría de estos ayudantes son descendientes del pájaro dominante de la pareja de años anteriores y los individuos no relacionados también se unen al grupo y ayudan a la pareja joven. Esta especie es omnívora, por lo que comen bellotas y nueces durante el fin de verano y el otoño además que las recolectan como principal alimento durante el invierno.
El equipo de investigadores publicó el estudio en el diario de divulgación Journal of Ornithology donde se investigó a nueve grupos de estas aves que vivían en las laderas orientales de las montañas áridas en Ciricahua, Arizona.
Los individuos tienen colores que los identifican individualmente y fueron entrenados a arribar a un lugar específico para cada ave donde pudieran comer cada que sonara un silbato de policía.
Las semillas de girasol, bellotas y cacahuates se proporcionaban en cada área de “alimento” para que las aves se las llevaran y recordaran.
Para obtener los resultados, se realizaron tres experimentos que se repitieron al menos cientos de veces, usando decenas de miles de maní durante 2008, 2009 y 2012. Además que dividieron en nueve grupos a las charas para evaluar qué clase de información aprendían las aves al manejar las nueces.
Primero el equipo probó si las aves podían identificar las nueces que se parecían en tamaño y si podían saber qué frutos contenían con simplemente mirarlos. Para hacer esto, dieron a las charas 20 cacahuates de tamaño similar, diez de los cuales habían sido vaciados de su contenido y pegaron las cáscaras de manera más solida, en este experimento, las nueces “normales” estaban 4 veces más pesadas que las nueces sin contenido.
Para el segundo experimento, el equipo probó si las charas podían distinguir entre las nueces con tamaño parecido y una masa normal o con una masa más pesada. Para hacer esto, dieron a las aves 20 nueces que habían sido previamente pesadas. Diez de estas nueces tenían una masa “normal” y fueron abiertas para pegar su contenido al interior. Diez nueces pesaban un gramo más de lo normal y fueron preparados con arcilla no tóxica dentro de cada cáscara y luego las cerraron con pegamento muy fuerte.
El tercer experimento era para saber si elegían las nueces más grandes visualmente. El equipo filmó a estas aves para capturar detalles minúsculos de cómo manejaban las nueces que comían y descubrieron que las charas evaluaban el alimento primero con movimientos de pico y la cabeza muy rápidos durante el primer experimento.
Durante el segundo, las aves elegían las nueces más pesadas y en el tercer experimento se observó que elegían las nueces visualmente más grandes, las evaluaban y luego las rechazaban para cambiarlas por las semillas más pequeñas.
Las aves difícilmente fueron timadas con las nueces más grandes pues intuían que algo malo sucedía con ellas, por lo que las picaban para emitir sonidos y reconocían los diferentes sonidos que hacían.
