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Tomás Calvillo Unna

28/06/2017 - 12:00 am

Los motivos de la Dignidad

El liberalismo emergía en su amplia gama, desde los moderados, hasta los radicales, así ha sido la historia política de esta región y del mismo país.

El liberalismo emergía en su amplia gama, desde los moderados, hasta los radicales, así ha sido la historia política de esta región y del mismo país. Foto: Especial.

Nuestra sociedad contemporánea por definición esta congestionada. La brutal explosión de información cotidiana nos impide focalizar y profundizar en lo que importa y es estratégico para evitar el deterioro nacional al que asistimos y del que formamos parte. Tendríamos que respirar pausadamente, con frecuencia, para tomar conciencia de lo que pasa.

El reino de la política no permite esas pausas, esos paréntesis, es una maquinaria trituradora de los tiempos colectivos e individuales.

La etapa por la que atraviesa México, nos obligaría a hacer un “détente” una reflexión colectiva, un paro cívico. Pero la resquebrajada democracia en la que estamos no lo permite, porque vive en y de la precipitación continua de los procesos electorales. Enajenar a los ciudadanos es un juego perverso sin fin, la democracia en ello se ha reducido a un negocio más.

Los resultados están a la vista de todos. Por eso lo que sucede hoy en San Luis Potosí es una bocanada de aire fresco. Ante las fraudulentas elecciones recientes organizaciones ciudadanas potosinas han retomado una tradición política ejemplar que se remonta a la primera década del siglo XX.

Me refiero a la de los Precursores Intelectuales de la Revolución Mexicana, como los nombró James Cockcroft en su emblemático libro; a los potosinos Librado Rivera, Antonio Díaz Soto y Gama, Camilo Arriaga y más ciudadanos que junto a los hermanos Flores Magón decidieron levantar su voz, organizarse y comenzar a actuar para acabar con la dictadura de Porfirio Díaz.

El liberalismo emergía en su amplia gama, desde los moderados, hasta los radicales, así ha sido la historia política de esta región y del mismo país.

Décadas después surgió el movimiento navista que encabezó una insurgencia cívica por la democracia durante los años más férreos del estado de partido hegemónico en la década de los 50 y 60 del siglo pasado. La represión a los navistas, obreros, profesionistas, empresarios y el encarcelamiento y tortura de su líder el Dr. Salvador Nava Martínez, obligó a la ciudadanía potosina a replegarse y esperar mejores tiempos.

Desde entonces, fueron la primera expresión de una lucha encabezada por un candidato independiente que convocó a una coalición de fuerzas políticas de izquierda, derecha y centro. Era la expresión de lo que podemos nombrar como el civismo social que reapareció en la década de los 80 y a principios de los 90. Ese civismo social fue el fundamento para buscar construir una sociedad política que pudiera edificar la democracia del país. Por diversas causas esto se perdió.

El aceleramiento de todos los procesos de la sociedad contemporánea tienen en el ámbito de la política esa consecuencia, no hay tiempo para construir sociedades democráticas, para buscar acotar drásticamente los desequilibrios sociales. Los actores políticos terminan convirtiéndose en pequeños poderes que administran el flujo de capital en los espacios públicos subordinando la lógica y los mecanismos de un sistema democrático a las dinámicas y tensiones de un capitalismo salvaje, donde el binomio crimen-política, conviven y expresan la incapacidad sistémica, para que las profundas desigualdades del país encuentren sus vías de solución.

Esto que hoy en día se conoce como “corrupción e impunidad” y es el rostro más visible del sistema político en México, es lo que en San Luis Potosí recientemente es cuestionado de manera tajante por diversos grupos sociales que se reconocen en la tradición del propio navismo. El tema focalizado es la corrupción e impunidad que se estructuran desde el Congreso del Estado, realidad no ajena a la de otros Congresos, y que anuncia los movimientos políticos nacionales que trascienden a los partidos y que pueden retomar las huellas del civismo social.

En el reciente desplegado del 26 de junio se hace un llamado al pueblo potosino:

Es momento de insistir en la exigencia a quienes hoy integran el Poder Legislativo actúen como reales representantes populares. Ante sus antecedentes de dar la espalda a la población, resulta necesario acompañarlos cada vez que sesionen e impedirles que tomen acuerdos en contra de la sociedad. En consecuencia, resulta imperativo asistir este jueves 29, a las 10:00 horas, a la sede del Congreso del Estados, frente a la Plaza de Armas, para insistir en las siguientes peticiones:

  1. No a la impunidad para los responsables de la red de corrupción Congreso-Auditoría. Sí a las medidas necesarias para evitar que la faciliten. Por lo tanto, exigimos la eliminación total del fuero en el Estado.
  2. Ante el descrédito de las auditorías a las cuentas públicas por la corrupción excepcional, nueva revisión excepcional porque hoy carecen de credibilidad.
  3. Integración de los órganos fundamentales del Sistema Estatal Anticorrupción a propuesta de los organismos empresariales y de la sociedad civil, con blindaje para evitar que los nombramientos del Fiscal General, el Fiscal Anticorrupción y el Auditor Superior del Estado sean cuotas partidistas o atiendan a intereses de personas o grupos políticos.

Los desafíos son muchos pero ciertamente lo que comienza a suceder en San Luis Potosí muestra las complicidades de sectores del Gobierno Federal y de autoridades locales y actores privados que han construido una trama de intereses legales e ilegales que buscan operar el control político y económico a través incluso de introducir la amenaza, el miedo, el chantaje y el anonimato. Esta estrategia que representa el umbral de una “cultura del terror” parece haber alcanzado sus límites y tocado una fibra profunda de la tradición política potosina: La Dignidad.

Si bien las redes han ocupado el espacio de la comunicación comunitaria y en su fragmentación no han logrado reemplazar ese civismo social que conformó a las sociedades de los 50 y 60 del siglo XX sus capacidades potenciales para lograrlo requieren de vincular la experiencia y la imaginación.

La estrategia es sumar civismo social a partir de las localidades y usando las redes para acortar distancias y facilitar apoyos. Para ello es necesario ejercer una crítica profunda de los medios electrónicos, del Internet y de sus usos cotidianos en la política (no convertirlos en el basurero del subconsciente).

Buscar en el lenguaje, en la palabra, el primer nivel de ese civismo; no alentar los insultos, el menosprecio, menos entre actores que buscan hacer mejor las cosas y se encuentran en diversos grupos políticos y sociales. Defender la dignidad de la palabra puede ser un buen principio. No hay formulas pero algunas huellas son valiosas de recordar para permitirnos caminar lentamente sabiendo que al fin la pátina por donde andamos viaja a gran velocidad.

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