Ciudad de México, 28 de agosto (SinEmbargo).- Una de las mejores cosas que van a pasar este año en nuestro país es la presencia de Chick Corea, uno de los últimos baluartes del jazz del mundo. Será en noviembre, para formar parte junto a su amigo y compatriota el guitarrista Pat Metheny del Festival de la Riviera Maya que organiza el baterista mexicano Fernando Toussaint.
Ha sido 2014 el año en que tuvimos que despedir al contrabajista Charlie Haden, al mítico Juan Formell, al enorme Paco de Lucía, entre otros músicos del jazz del mundo en el que quedan pocos artistas de la talla de Armando Anthony Corea, nacido hace 73 años en Chelsea, Massachusetts.
Este fin de semana, el legendario pianista se presenta en Buenos Aires, una ciudad que visita con frecuencia -tanto que ha perdido ya la cuenta del número en el que ha estado- con su nueva banda de jazz rock, The Vigil, integrada por Tim Garland en el saxo, Marcus Gilmore en la batería, Charles Altura en la guitarra, Luisito Quintero en la percusión, Carlitos del Puerto en el bajo y Chick en los teclados.
“Venía de hacer dúos con Bobby McFerrin, con Hiromi, incluso tríos y conciertos de piano; así que quería volver a armar un grupo, Descubrí a jóvenes músicos que me inspiraron, porque tocan bien y son creativos. Fue como un experimento: los junté, tocamos y nació The Vigil. Ellos renovaron mi música”, dijo en una entrevista con el periodista Jorge Luis Fernández, del periódico La Nación.
Corea y The Vigil prosiguen así en Argentina la larga gira que los llevará luego a Brasil, Perú, Colombia, Canadá, Estados Unidos y, finalmente, a Playa del Carmen el 29 de noviembre, una oportunidad extraordinaria para disfrutar de la calidad de un artista con mucho pasado y una trayectoria de privilegio que lo ha llevado a tocar con Miles Davis, Gary Burton, Joshua Redman y tantos otros.
Su talento se ha expresado en varios formatos y su carrera ha sido una sabia combinación entre la música acústica y la eléctrica, entre el jazz y un género del que bien podría ser considerado fundador, el jazz rock, al frente del mítico grupo Return to forever (Corea, Airto Moreira, Stanley Clarke, Lenny White, entre otros), que ha dejado discos seminales como el imprescindible Romantic Warrior, de 1976.
“Alternar entre lo acústico y lo eléctrico no involucra decisiones artísticas, sino, más bien, mecánicas -dice-. Es como el saxofonista que pasa del alto al soprano. Son ingredientes que busco integrar y creo que en The Vigil encontré la mejor fórmula. Tanto yo como Carlitos del Puerto (bajo) y Charles Altura (guitarra) tocamos en ambos formatos”, dijo a La Nación.
“Siempre cambio. Hacer música es como respirar. No, es mejor que respirar (risas). La respiración es inconsciente. Hacer música es totalmente consciente y mucho más placentero. La música evoluciona, pero lo que permanece intacto, desde la era de las cavernas, es el deseo de pintar, hacer música o recitar ante un auditorio. Y para mí, tocar en vivo es lo mejor de la música. Es una relación directa que no necesita ninguna tecnología. Por eso aún sigo de gira”, agregó.
UNO DE LOS MÁS GRANDES PIANISTAS DE LA HISTORIA
Para el musicólogo Diego Fischerman, Chick Corea es uno de los más grandes pianistas de la historia del jazz. “Uno de los pocos –y tal vez uno de los últimos– que crearon lenguajes y cuyos rastros pueden ser seguidos en varias generaciones de sucesores”.
“Chick Corea, después de su debut en 1962, con Mongo Santamaría y Willy Bobo, a los 21 años, y de su paso por los grupos de Blue Mitchell, de Herbie Mann y de Stan Getz, tuvo uno de los comienzos como líder más espectaculares que puedan imaginarse, con dos discos que quedaron para siempre como clásicos del género: Tones for Joan’s Bones, de 1966, y con Woody Shaw en trompeta, Joe Farrell en saxo y flauta, Steve Swallow en contrabajo y Joe Chambers en batería, y Now He Sings, Now He Sobs, de 1968, en trío con Miroslav Vitous en contrabajo y Roy Haynes en batería”, explica Fischerman en el periódico Página 12.
“Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de vivir de acuerdo con los estándares que se ha fijado para sí mismo. Demasiados acuerdos con ‘tendencias’ y ‘estilos’ merman la posibilidad de que las nuevas ideas surjan. Poner el propio estándar bien alto es el primer paso; pero el próximo paso es igualmente importante o tal vez aún más”, dice en entrevista con el citado Diego Fischerman.
“Hay que llevar las propias intenciones a través de ese estándar y no volver atrás por barreras o detenciones. Uno puede llamarlo ‘integridad artística’ o sólo simple ‘persistencia’. Pero, en cualquier caso, creo que esa podría ser la cualidad de individualidad en el jazz”, agrega Corea, el músico que será la principal atracción el Riviera Maya Jazz Festival, gracias a un proceso de cinco años de negociaciones a cargo de Fernando Toussaint y que culminó con buena fortuna en este 2014.
