Ciudad de México, 28 de agosto (SinEmbargo).– Al menos cinco animales han muerto en los últimos días en el zoológico de Bulgaria debido a una extraña enfermedad. Tres gaures, un camello y un yak fallecieron sin saber a ciencia cierta qué les ocurrió, según dieron a conocer agencias internacionales.
El director del zoológico, Ivan Ivanov descartó una emergencia epidemiológica basándose en las pruebas de laboratorio hechas a los animales fallecidos. “No hay razón para preocuparse de una epidemia, aunque no es grato que los animales estén muriendo frente a los visitantes”, dijo.
Sin embargo, en días pasados, autoridades reportaron la muerte de 3 mil animales por la enfermedad de la “lengua azul”, sobre todo en la zona de los balcanes, por lo que averiguan si esto tendría relación con lo sucedido en Bulgaria, aunque aclararon que en suma, todos los síntomas no coincidían.
El síndrome de la “lengua azul” es una enfermedad viral de los rumiantes, especialmente, ovejas y otras especies. El principal modo de transmisión o contagio es a través de la picadura de pequeños mosquitos pertenecientes al género Culicoides.
La “lengua azul” tiene una distribución global importante en regiones donde los mosquitos están presentes, es decir, en África Asia, Australia, Europa y Nortemérica, además de varias islas de los trópicos y subtrópicos.
El virus se mantiene en áreas donde el clima favorece la supervivencia de los mosquitos. Sin embargo, la transmisión se limita a aquellos periodos del año en los cuales los mosquitos adultos están activos, lo cual coincide con las estaciones de primavera, verano y principios de otoño.
Aunque la enfermedad sí genera gastos económicos considerables, no hay evidencia de que afecte la salud pública o a la seguridad alimentaria.
De acuerdo con la revista mexicana de Mastozoología, en México se tiene poca información sobre esta enfermedad que ataca al ganado, sin embargo detalla que en 1989 , se detectaron algunos casos de este virus en bovinos de Baja California y se cree que el contagio provino de Estados Unidos.
SÍNDROME DE LA “LENGUA AZUL”
De acuerdo con The Center for Food Security and Public Health, la enfermedad puede causar llagas y ulceraciones, dificultades respiratorias, inflamación de la lengua ( por eso lo de la “lengua azul”), renguera y problemas reproductivos en animales afectados.
El padecimiento es transmitido principalmente por un mosquito culicóide a los animales, pero no implica ningún riesgo para los humanos que pudieran consumir su carne.
El virus causante de la lengua azul es un virus ARN de la familia Reoviridae, género Orbivirus. Se han identificado veinticuatro serotipos distintos, y la capacidad de cada cepa para provocar la enfermedad varía considerablemente.
Es una enfermedad de declaración obligatoria.
Existen más de mil especies de mosquitos Culicoides, pero menos de 20 son considerados vectores competentes del virus de la lengua azul, y éstos varían según los continentes:
Europa: C. obsoletus, C. newstead.
África y Europa: C. imicola.
América del Norte: C. variipennis.
América del Sur: C. insignis.
Australia: C. brevitarsis.
Asia: C. fulvus.
La enfermedad de la “lengua azul” fue descrita por primera vez en Sudáfrica, donde era probablemente endémica en los rumiantes salvajes.
En 1956, un foco de contagio en Portugal y España provocó la muerte de 46 mil ovinos en Portugal y 133 mil en España.
EFECTOS
Según La Fundación Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA)en zonas afectadas por primera vez, el virus provoca graves pérdidas económicas, sobre todo en el ganado ovino, no tanto por los efectos de la enfermedad, sino por las consecuencias que provoca sobre el comercio de ganado y la gran dificultad que supone su combate y erradicación.
En los países donde la “lengua azul” es endémica, hay un impacto considerable en la pérdida de oportunidades comerciales debido a las restricciones y a los costes de la vigilancia, las pruebas sanitarias y la vacunación.
La enfermedad causa importantes pérdidas en el sector, ya que los animales rinden menos, producen menos leche y engordan más despacio. Pero hasta el momento, no se conoce ninguna evidencia de que pueda afectar a la salud pública o a la seguridad alimentaria.
Los despojos o los productos derivados de animales infectados, como son la carne, la leche o la lana, no representan ningún peligro de transmisión para humanos u otros animales.