Cochinillas

28/09/2014 - 12:02 am

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Crustáceo es una palabra que hace referencia al mar, imaginamos cangrejos o jaibas o una comida deliciosa en el trópico. Los crustáceos son un grupo que generalmente está asociado con el agua, sin embargo hay un gradiente de formas de vida que van desde las especies que son completamente acuáticas como las langostas, pasando por la especies que viven mayormente en el agua pero salen para comer como los cangrejos o las jaibas hasta las especies que son completamente terrestres como las cochinillas, si en efecto las cochinillas son crustáceos.

Dentro de los crustáceos las cochinillas no son un grupo raro o excepcional, al contrario son un grupo diverso que pertenece al Orden Isopoda y Suborder Oniscidea, en México se calcula que tenemos 200 especies pero a nivel mundial se han descrito 3,700 especies, y su mayor diversidad está reportada para la zona del Mediterráneo por lo que se especula que por ahí fue la región en al que colonizaron la tierra. Las cochinillas, también llamadas chanchitos de tierra en otras latitudes mas suereñas, han sido muy exitosas en colonizar la tierra y dado que se han mantenido asociadas a los sedimentos, su tamaño fluctúa muy poco, solamente entre 10 mm y 12 mm por lo cuál tienen el tamaño ideal para circular libremente entre los granos de diferentes tipos de suelo. Los Oniscidea son un grupo que aparece en el registro fósil desde hace 300 millones de años durante mediados del Paleozoico, es decir al mismo tiempo que los primero insectos, y desde entonces no han modificado mucho su estructura corporal.

A pesar de estar deslingados completamente de los ecosistemas acuáticos, la mayoría de las especies para poder sobrevivir necesitan estar en ambientes muy húmedos puesto que su respiración se lleva a cabo por medio de unas estructuras similares a las branquias de los animales acuáticos ubicadas en sus patas traseras, que son muy susceptibles a la desecación. Sin embargo algunas especies viven en zonas secas e incluso en los desiertos, ellas presentan las estructuras para respirar dentro de las patas y solamente se conectan con el medio por un orificio por donde penetra el aire.

El cuerpo de las cochinillas está cubierto por un caparazón de quitina y carbonato de calcio formado por placas que les permiten mucha flexibilidad y cuando se sienten agredidas adoptan su característica forma de bolita para protegerse. Las cochinillas tienen 7 pares de patas y su cuerpo se compone de tres partes: una cabeza (denominada cefalón), un tórax y un abdomen (denominado pleón), además tienen dos pares de antenas, un par que es chemosensible (es decir que detecta sustancias químicas en el ambiente) y el otro es táctil; tienen ojos compuestos y cuatro pares de mandíbulas con las que devoran su alimento.

El ciclo de vida de las cochinillas tiene la particularidad de que las hembras tienen una especie de marsupio, cuando los óvulos son fecundados tras la copulación con el macho, los huevecillos se desarrollan en esta bolsita de la hembra hasta que eclosionan, de tal manera que las cochinillas hijas solamente salen al exterior y son independientes cuando ya están bien formadas, y son idénticas a los adultos pero pequeñas. El proceso de crecimiento de las cochinillas es por medio de mudas sucesivas. En algunas especies se ha reportado que tienen reproducción asexual, es decir que la hembra puede dar lugar a nuevas cochinillas sin necesidad de que los huevos hayan sido fecundados por el macho, hay pocos estudios al respecto.

Las cochinillas son muy importantes en los ecosistemas donde habitan puesto que son detritívoras, es decir que se alimentan de plantas y animales muertos, y con ello comienzan el proceso de incorporar la materia orgánica al suelo y ayudan al ciclaje de los nutrientes, por lo que con su actividad fertilizan el suelo.

Además las cochinillas son muy susceptibles a la presencia de metales pesados en el suelo y a las actividades de manejo agrícola intensivo, no sobreviven cuando se remueve mucho el suelo o cuando hay contaminación por metales particularmente por cobre, por lo que son consideradas como bioindicadores de la salud de un ecosistema. En particular en los campos agrícolas donde se llevan a cabo cultivos orgánicos, donde se realiza labranza de conservación y se utilizan pocos insumos externos, las comunidades de cochinillas están muy saludables, por el contrario en sitios donde se utilizan muchos insecticidas y herbicidas tienden a ser escasas o a desaparecer.

Las cochinillas son un ejemplo más de bichos pequeños pero extraordinarios, que viven en el planeta Tierra y “trabajan” en cosas que son beneficiosas para el ser humano, sin que nos demos cuenta y sin cobrar, por lo que por lo menos deberíamos dejarlas vivir.

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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