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Redacción/SinEmbargo

28/09/2017 - 6:49 am

El negocio de la reconstrucción / Aprender de sismos 

Hoy en La Jornada, el periodista Julio Hernández López, escribe que: “dos episodios vividos ayer aguijonearon la susceptibilidad y la desconfianza sociales tan extendidas: el centro de acopio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue tomado por un grupo de personas que, al tenor de un acuerdo de asamblea, asumió el control de las donaciones recibidas; en Los Pinos.

El negocio de la reconstrucción
El tiempo de reconstrucción en las zonas afectadas por los terremotos sufridos en el país en días pasados está por llegar, pero en la etapa de planeación en un principio no se ha incluido a la sociedad civil, a pesar de que gran parte de la respuesta inmediata vino de este sector, y quien continúa colaborando desde los puntos en donde más falta hace la ayuda, además, habrá que recordar la desconfianza que el gobierno genera en la población por lo que la situación parece no va a ser sencilla en las próximas jornadas, y hoy en La Jornada, el periodista Julio Hernández López, escribe que: “dos episodios vividos ayer aguijonearon la susceptibilidad y la desconfianza sociales tan extendidas: el centro de acopio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue tomado por un grupo de personas que, al tenor de un acuerdo de asamblea, asumió el control de las donaciones recibidas; en Los Pinos, Enrique Peña Nieto informó que los diversos rubros de la reconstrucción nacional requieren un gasto de más de 37 mil millones de pesos, los cuales podrían ser ejercidos mediante una mesa de coordinación en la que tendría un peso determinante el sector empresarial, sin visos, al menos ayer, de integrar a una auténtica y crítica representación de la sociedad civil que ha cargado hasta ahora, de manera ejemplar, con el peso de la verdadera solidaridad. […]. La ceremonia, al estilo tradicional, realizada en Los Pinos para hablar de los Avances para la reconstrucción de los estados afectados por los sismos, también abonó a la desconfianza. Peña Nieto colocó en el centro de su lectura […] los esfuerzos de su gobierno y de los estatales involucrados, de las fuerzas armadas y de los empresarios, con referencias oratorias en segundo término a la sociedad civil y con una significativa ausencia de formas reales de representación del amplio y fuerte movimiento social que está supliendo las insuficiencias de algunos de los factores gubernamentales y empresariales absolutamente sobrerrepresentados en la reunión de ayer, en una sesión de trabajo que en el fondo es el marco preparatorio de un reparto de contratos y concesiones para la reconstrucción. […]. Y, ¿fuera de ese ámbito gubernamental? Pues, Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, y Alejandro Ramírez Magaña (principal accionista de Cinépolis), presidente del Consejo Mexicano de Negocios. Y, ¿la sociedad civil, los ciudadanos ajenos a las cúpulas? Bueno, ellos, en la talacha, en las calles, aportando y trabajando mientras en Los Pinos se afinaba la coordinación entre el gobierno federal y la Fuerza México, formada por la élite empresarial, […]. Además, grandes firmas empresariales, bancos, tiendas de servicio y otras instancias privadas ofrecen dar cantidades determinadas en proporción a las que la gente done, sin que se tenga ninguna seguridad de que así sea e incluso sirviendo esas contribuciones particulares para que esas empresas se adornen reportando como propias tales recaudaciones y consiguiendo exenciones de impuestos. […]”.

En el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, asegura que: “luego de que el Presidente Enrique Peña dio el banderazo de salida para el proceso de reconstrucción, un grupo importante de industriales mexicanos se reunió de inmediato en Monterrey. Los anfitriones fueron Juan Ignacio Garza Herrera, de Caintra; Guillermo Dillon, por los industriales regiomontanos; y Manuel Herrera, presidente de la Concamin. Acudieron directivos de los sectores acerero, cementero y vidriero, de compañías como Cemex, Ternium, DeAcero y Vitro, entre otras. Los principales temas que abordaron fueron: uno) cómo colaborar con el gobierno federal en el proceso de reconstrucción; y dos) manifestar su preocupación de que, ante la urgencia de la reconstrucción, el gobierno pudiera bajar aranceles al acero chino y al cemento extranjero. El acuerdo fue plantearle a Los Pinos que en la reconstrucción se ponga por delante a la industria nacional”.

La desconfianza en la clase política se hace presente cada día que pasa, y ahora que se trata de invertir dinero, ya sea del mismo gobierno o de las aportaciones y donaciones de diversas partes del mundo para la reconstrucción de las zonas afectadas en México a causa de los temblores, la desconfianza ha crecido de manera importante, de esto nos hablan en el Excélsior, su columna de trascendidos, Frentes Políticos, al asegurar que: “ante el reverso de la moneda de la unión mostrada por los ciudadanos, lo que sigue en duda es la confianza en los funcionarios. Antes del temblor comprobamos que las arcas son altamente vulnerables en manos deshonestas. Es la preocupación sobre los futuros recursos que deberán fluir para la reconstrucción de las zonas afectadas. Manuel Herrera Vega, dirigente de la Confederación de Cámaras Industriales, indicó que en el fideicomiso Fuerza México no se permitirá el ‘protagonismo político’ y que será auditado. El colmo es que tengan que ser ‘despachos internacionales de lo más prestigiados’ los administradores de ese dinero. ¿Cuándo nos perdimos en la desconfianza colectiva?”.

En El Universal, su columna de trascendidos Bajo Reserva, asegura que los partidos no dejan de insistir en que van a hacer donaciones  para la reconstrucción de las zonas de desastre en México a causa de los fenómenos naturales que han azotado al país, por lo que afirma que: “los priístas no quitan el dedo del renglón sobre las aportaciones de los partidos a los damnificados de los sismos del 7 y 19 de septiembre y lanzaron una campaña en medios para exponer que las fuerzas políticas pueden generar de manera inmediata una bolsa de mil millones de pesos para atender a las familias afectadas. ¿De qué manera? El dirigente tricolor Enrique Ochoa Reza ha dicho que su partido renunció al 100 por ciento de los recursos que recibiría en lo que resta de 2017, poco más de 258 millones de pesos. Entonces, se sumarían más de 189 millones del Partido Acción Nacional, 113 millones del Partido de la Revolución Democrática, 54 millones del Partido del Trabajo, 84 millones del Partido Verde Ecologista de México, 78 millones de Movimiento Ciudadano, 60 millones del Panal, 95 millones de Morena y 57 millones de pesos del Partido Encuentro Social. Claro, la campaña recuerda que los mexicanos estamos frente a una emergencia y ‘no importa quién lo hizo primero’. ¿Demagogia o ganas de ayudar?”.

Aprender de sismos 
En el Reforma, el analista y periodista Sergio Sarmiento, habla sobre las diferencias que se pueden identificar entre el terremoto de 1985 y el que sucedió la semana pasada en la Ciudad de México, que además de ser de menor intensidad, también se sufrieron menos pérdidas humanas, así como la cantidad de edificios colapsados fue menor en comparación con el terremoto anterior, por lo que escribe que: “es difícil de creer, pero el sismo del 19 de septiembre de 2017, de 7.1 grados, fue 30 veces menor que el de 1985, de 8.1. Raúl Valenzuela Wong del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México señala lo anterior. Es importante saberlo para entender por qué los daños y las muertes han sido significativamente menores. […]. Un terremoto de la misma magnitud que el de 1985, pero más cercano a la Ciudad de México, tendría consecuencias desastrosas en la megalópolis y otros lugares. Cada sismo es diferente, pero también cada terreno. El terremoto de 1985 tuvo un predominio de ‘ondas superficiales’, esto es, ‘ondas de periodos más largos o de frecuencias más bajas, en contraste con el de hace una semana, que por su cercanía tuvo un mayor componente de ondas de cuerpo A, con frecuencias más altas’, según Valenzuela Wong. Por eso, dice Leonardo Ramírez de la Unidad de Instrumentación Sísmica del Instituto de Ingeniería de la UNAM, ‘los colapsos o derrumbes se concentraron ahora en inmuebles de cuatro a ocho pisos, mientras que hace 32 años fueron en estructuras más altas, de hasta 20 niveles’. […]. Las reglas de construcción en la ciudad ya reconocen las diferencias de suelos, pero los daños provocados por los sismos de este 2017 nos han dado herramientas para profundizar el conocimiento de cómo construir en cada lugar. ‘En este momento estamos viendo una cacería de brujas’, me dice el arquitecto Hernández Tena, pero los sismos pueden enseñarnos a tener una reconstrucción más exitosa. El sismo de este 19 de septiembre fue muy fuerte. Por lo menos 40 edificios se desplomaron en la Ciudad de México, pero esto hay que ponerlo en el contexto de las más de 2 millones de edificaciones en la urbe. Hay más de 330 muertos en el país, pero en 1985 fueron quizá 10 mil. […]. Si el sismo del 19 de septiembre de 2017 fue 30 veces menor que el de 1985, entenderemos que los menores daños y muertos no necesariamente significan que estemos mejor preparados, por mucho que haya una mejoría en los códigos de construcción. México sufre cerca de cuatro sismos diarios con magnitud superior a 3.5. Hemos tenido varios de 7 en los últimos años. El de 8.2 del 7 de septiembre es el más fuerte de los últimos años, aunque no ocasionó tanta destrucción como el reciente. En 1787, sin embargo, tuvimos un sismo de 8.6, según Víctor Manuel Cruz, del Instituto de Geofísica de la UNAM. Tenemos que estar preparados para un terremoto de cuando menos esa magnitud, sin descartar la posibilidad de uno de 9 grados. Hemos aprendido a construir mejor, pero nos falta todavía mucho por andar… y en suelos arcillosos”.

Hay muchas teorías sobre un próximo sismo de una magnitud similar o superior al que ocurrió el 19 de septiembre en la Ciudad de México, la posibilidad es en realidad latente pero hasta el momento sigue sin poder predecirse el momento en que va a ocurrir algún movimiento telúrico, por lo que es importante estar preparados y estar siempre prevenidos, y al respecto, en Milenio, el periodista Carlos Puig, escribe que: “el lunes en la televisión conversé con el doctor Víctor Manuel Cruz Atienza, del Departamento de Sismología de la Universidad Nacional Autónoma de México. Mi última pregunta fue si teníamos idea de cuándo sería el próximo temblor. Su respuesta me asustó. Ahora, con los doctores Shri Krishna Singh y Mario Ordaz Schroeder han escrito una nota informativa sobre lo que pasó el 19 de septiembre, en la que amplían esa respuesta. Dicen: ‘Es muy probable. Bajo las costas del estado de Guerrero, por ejemplo, existe una brecha sísmica […] de 250 kilómetros de longitud en donde podría ocurrir un sismo de magnitud superior a 8. Este segmento se encuentra a unos 300 kilómetros de la Ciudad de México. Es decir, aproximadamente 150 kilómetros más cerca que la zona epicentral del terremoto de 1985. Estimaciones hechas por sismólogos de la UNAM sugieren que, si este sismo ocurriera en un futuro, las aceleraciones del suelo blando en la Ciudad de México podrían ser, bajo ciertas condiciones, mayores que las del sismo reciente de magnitud 7.1, y de 2 a 3 veces mayores que las de 1985 en particular para edificios de más de 10 pisos. La duración del movimiento del suelo sería mayor que las experimentadas en 2017 […]”. También dicen: ‘No tenemos hasta el momento indicios de que las fuerzas de diseño […] actualmente vigentes en el reglamento de construcción de la Ciudad de México se hayan excedido durante el sismo del 19 de septiembre de 2017/…/ Independientemente de lo anterior, se sabe que existe un grave problema por falta de cumplimiento de las normas especificadas en el reglamento vigente de construcción, documentado en proyectos de investigación realizados en la UNAM. En consecuencia, los daños observados se explican mejor con la falta de observancia de las normas, más que por posibles deficiencias en el Reglamento de Construcción actual”. Es decir, tenemos conocimiento y reglamento, pero no implementación. […]. Prevención no es solo simulacros y alertas. Es otra cosa. Porque el próximo sismo viene, lo dicen los que saben”.

Borinquen
Han sido días con información de muchos desastres en México, lo que hizo que no atendieramos los desastres que han ocurrido en el caribe a causa de huracanes que han causado daños severos, de los cuales se estima tardarán años en poder recuperarse, y de eso escribe hoy en el Excélsior, su director, el periodista Pascal Beltrán del Río, escribe que: “sumidos en nuestra propia tragedia, los mexicanos hemos tenido poco tiempo para volver la vista al Caribe y contemplar la de Puerto Rico. […]. Primero fue Irma, que rozó la costa norte de la isla, y luego María, que le pegó de lleno. Este último es el ciclón más poderoso en tocar Puerto Rico desde el llamado huracán Felipe II, en septiembre de 1928, que causó 300 muertos. […]. A más de una semana del paso de María, la red eléctrica de Puerto Rico está inservible y tardará meses en rehabilitarse. Miles intentaban escapar en los pocos vuelos comerciales que salían de la isla, luego de aguardar días enteros en el aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín, convertido en un horno por la falta de aire acondicionado. […]. Hoy está en duda la viabilidad económica de la isla. Antes del impacto de los huracanes, Puerto Rico ya estaba sumido en una deuda de 72 mil millones de dólares en bonos. Desde que su economía entró en recesión en 2006, sucesivos gobiernos locales se endeudaron para cubrir pensiones y pagar servicios. El llamado de auxilio que han lanzado sus autoridades hacia Estados Unidos […] fue recibido con un recordatorio de las obligaciones financieras de la isla. En tres tuits, el Presidente estadunidense Donald Trump diluyó el lunes por la tarde las esperanzas de que Puerto Rico pueda gozar de la ayuda que necesita, como la que tuvieron los estados de Texas y Florida ante el embate de Harvey e Irma. […]. Con todo y lo que ha sufrido México en septiembre, por inundaciones y terremotos, las imágenes que llegan de Puerto Rico hacen que uno sienta pesar por la suerte de ese pueblo hermano. […]. De poco sirve hoy a los puertorriqueños el derecho que tienen, desde hace un siglo, a la ciudadanía estadunidense. Fuera de la posibilidad de migrar a alguno de los estados de la Unión Americana […], no parece haber línea de salvación. […]. Pero hoy, antes que ser de índole política o financiera, el principal problema que enfrenta la isla es humanitario. Todas sus fuentes de ingreso han sufrido un grave daño. Buena parte de la isla sigue inundada y su infraestructura está en ruinas, por lo que no está en condiciones de recibir turistas. Su agricultura ha sido reducida a nada. […]. Por si fuera poco, los saqueos y otras expresiones de la delincuencia van al alza. La patria de Rosario Ferré, Roberto Clemente, José Ferrer y Pablo Casals sufre, y a casi nadie en el vecindario latinoamericano parece importarle”.

#19S: El México de millennial
En el Excélsior, la periodista Yuriria Sierra, habla sobre la reacción que han tenido los jóvenes ante los terremotos que han sacudido varias partes del país, pues su reacción fue inmediata, prestándose a realizar cualquier tipo de actividad sin importar los riesgos que se puedan correr, demostrando una solidaridad impresionante, que  hasta antes de los desastres naturales, se dudaba de su compromiso para con los demás, y escribe que: “gracias […], infinitas gracias a todos los millennials que desde hace una semana han desmentido aquello de que la suya es una generación del egoísmo y la apatía. Suyo es México hoy. […]. Ya lo habrá leído en los diarios, visto por televisión, en redes sociales o de manera presencial: los jóvenes han tomado el lugar de líderes en los trabajos de ayuda tras el sismo. Aunque su contribución comenzó a notarse desde el ocurrido el 7 de septiembre, y que afectó en su mayoría a los territorios de Oaxaca y Chiapas, lo cierto es que desde el pasado 19 de septiembre la figura de la generación millennial ha acaparado todo cuanto tiene que ver con las labores de acopio de víveres y su acomodo, la búsqueda de herramienta para facilitar el rescate de personas atrapadas o la sistematización de información en redes sociales. Durante los últimos días, muchos jóvenes no han parado. […]. El sismo reveló a esta generación que nos sucederá a quienes tenemos más de 40 años, como jóvenes entusiasmados por contribuir en la transformación de su país. Estos días han sorprendido una y otra vez con sus iniciativas para mejorar su entorno. Jóvenes que desde la región del mundo donde están han buscado la forma de ayudar. […]. Otros jóvenes ya trabajan en una red inmobiliaria que vigilará que las rentas de los inmuebles no se vayan al cielo y permitirá que quienes no tienen hoy dónde vivir, encuentren de manera rápida y accesible un nuevo hogar. Y junto a ellos están, por supuesto, aquellos jóvenes que no han dormido por ir a servir comida, a doblar y empacar ropa y víveres; también quienes han priorizado la ayuda que ofrecen, incluso sobre sus responsabilidades laborales. O esos jóvenes que saliendo de su trabajo o escuela se anotaron como voluntarios. Y esos jóvenes que desde ya están planeando qué hacer para que este momento de tragedia no regrese a esa normalidad que caminaba junto a tanta indiferencia y agotamiento. Esta oportunidad de los jóvenes para canalizar sus ganas y energía debería ser también la de las instituciones para renovar sus formas y estrategias. Cambiarlas por unas que permitan esta participación a todas luces desinteresada por el bien personal y direccionada más por el bien común. Y es que esto último es algo que hemos visto desde hace tantos años en el funcionamiento de la vida democrática del país, tanto, que es también responsable de la apatía real que existe al respecto y no sólo de los millennials. Frente a nosotros tenemos a una generación, por lo que hemos visto, que no quiere repetir errores, aunque también tiene encima, tal vez más que otra por ser la generación que viene, de que este momento no quede sólo como un destello de ganas. Y es que de ella depende que la normalidad que llegue tras esta lamentable contingencia no sea la que ya conocemos…”.

En Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que: “que quien sí estuvo ayudando en los trabajos de rescate luego del terremoto del 19 de septiembre fue Alejandro Moreno, Gobernador de Campeche. El pasado 21 de septiembre, luego de verificar que su entidad no tuviera afectaciones, se trasladó al edificio colapsado que albergaba una fábrica textil en Bolívar y Chimalpopoca, en Ciudad de México, donde ayudó en la remoción de escombros desde las 11 de la noche hasta las 5 de la mañana del día siguiente”.

Los ‘donativos’ de los partidos políticos
Después de los derrumbes y miles de damnificados que han dejado los terremotos sucedidos en el país, los partidos políticos de han pronunciado a favor de hacer donativos para apoyar en las labores de reconstrucción de las zonas afectadas, pero hasta el día de hoy ninguna ha pasado de ser propuesta para pasar a ser donativo, y ante esta situación, en El Universal, la periodista, Ana Paula Ordorica, escribe que: “ante la tragedia del 19-S la respuesta de la clase política ha sido decir que quieren hacer ‘donativos’ para solidarizarse ante la tragedia. Pongo donativos entre comillas porque es difícil hablar de donar algo que de entrada les fue entregado del erario, pero hasta ahí llega la generosidad de la clase política. […]. El Partido Revolucionario Institucional renunció ya formalmente a 258 millones de pesos, que es el monto del financiamiento público de lo que resta de este año. Además, propuso una reforma que elimine diputados y senadores plurinominales y que a partir de ahora el financiamiento a los partidos se haga a través de recursos privados provenientes de donativos de militantes y simpatizantes, así como del público en general interesado en apoyar al partido de su elección. Morena se comprometió a donar el 50 por ciento de su presupuesto y pidió que el dinero sea manejado por un fideicomiso especial y pidió que el Instituto Nacional Electoral done lo mismo. También proponen eliminar pensiones a ex presidentes y vender la flota aérea del gobierno. El Partido Acción Nacional dijo que renunciaría a todo aquello que legalmente no esté comprometido para este año, así como la renuncia total a su pauta de medios. Además, propone eliminar prerrogativas como seguro de gastos médicos y pagos de celulares a funcionarios públicos. El Panal propuso donar 20 por ciento de los gastos de campaña y 6 por ciento de los gastos ordinarios y que estos recursos sean administrados a través de un fideicomiso. El Partido Verde Ecologista de México ofreció donar 25 por ciento de su presupuesto de 2017, que equivale a 85 millones de pesos. El Partido Encuentro Social se comprometió a donar 20 por ciento de sus recursos para los damnificados por los sismos. Movimiento Ciudadano dijo que donará 100 por ciento de su presupuesto. Y el Partido de la Revolución Democrática no especificó cantidad, aunque dijeron que están dispuestos a donar para los damnificados a través de un fideicomiso. Todas estas propuestas suenan bien y necesarias. La verdad es que hay mucha tela de donde cortar. Sin embargo, implican conceptos y recursos muy diferentes. ¿Son realmente viables las propuestas o se trata de una simulación ante la tragedia? ¿Cuándo van a hacer el donativo? ¿Cuánto implica cada una de estas propuestas? […]. Si hace 32 años se habló de que la tragedia fue un impulsor del cambio democrático en México, hoy la tragedia puede ser lo que lleve a una modificación seria, bien pensada, sobre el costo de las elecciones y el financiamiento a los partidos. Para un país como México, destinar casi 26 mil millones de pesos para elecciones es un abuso al que debe ponérsele un freno ya”.

No son generosos, pero sí necesarios 
La idea de dejar de financiar a los partidos políticos suena bien pero podría ser peligroso, pues si dejasen de recibir dinero público, eso podría abrir la posibilidad de que el dinero que obtengan los partidos no necesariamente sea legal, lo cual en lugar de ayudar, generaría más problemas; de esto, en Milenio, el periodista Carlos Marín, escribe que: “a riesgo de que se descare la que ha sido subrepticia venta de candidaturas a cargos de elección, los partidos aprovechan la tragedia para mostrarse comprensibles, desprendidos, generosos, haciendo caravana con sombrero ajeno: el dinero de los contribuyentes que nutren de recursos, por cierto insuficientes, al erario. Nada más lejos de que sea una donación o algo por el estilo, cualquiera sea la receta que se aplique para que reciban menos prerrogativas. Suicida, sin embargo, la idea de que el Estado deje de financiar a esas organizaciones políticas que, más bien que mal, son de relevante utilidad pública. La ciudadanía desde luego, pero del brazo con las instituciones que ha forjado para que prive un sistema democrático […], debe asegurarse de que los partidos no se conviertan en franquicias de empresarios ávidos de poder político ni sean rehenes de bandas criminales que quieren posiciones […] en el servicio público. Nada están queriendo ‘donar’ los partidos, pero muchísimo se perderá si se les deja expuestos al mejor postor”.

El asesinato de los héroes del sismo 
En momentos de tragedia, elementos del Ejército, la Marina y la Policía Federal son quienes principalmente brindan apoyo a la sociedad civil sin importar si ponen en riesgo su vida, y a pesar de muchas veces haber demostrado su labor de servicio y lealtad hacia la sociedad, muchas veces se les juzga de manera injusta, con acusaciones que difícilmente pueden sostenerse, de esto habla hoy en El Universal, el periodista Carlos Loret de Mola, escribe que: “en la base aérea de Ixtepec, Oaxaca, que también sirve como aeropuerto comercial, se juntan todos los víveres para repartir en las localidades del Istmo de Tehuantepec, como Juchitán, Ixtaltepec, Unión Hidalgo y tantas otras que han sido vapuleadas por los terremotos. Un video, grabado ahí por un elemento de la Policía Federal, se ha vuelto viral y ha llegado a todos los medios de comunicación: se enfrentan Policía Federal y Ejército mexicano acusándose mutuamente de robar despensas y acaparar la ayuda humanitaria. […]. No se puede decir que los soldados, marinos y policías federales no han sido reconocidos por su trabajo en plena desgracia. Si bien enfrentan la extendida desconfianza al gobierno del que son parte […], la sociedad ha aplaudido notablemente la entrega, el valor, el trabajo de sus uniformados. Sin embargo, quizá a propósito de su papel heroico en salvar vidas, vale la pena que la sociedad dé un paso más allá en el reconocimiento a sus buenos soldados, marinos y policías federales. Tal vez es momento de hablar de sus salarios y condiciones laborales. Tal vez es momento de hablar de las armas a las que deberían tener derecho de uso frente a criminales cada vez más letales y con más dinero […]. Pero cuando menos, es momento de hablar de cómo los están matando y cómo debe la sociedad preocuparse por salvaguardar la vida de quienes tienen la misión de cuidar la seguridad nacional. […]. Muchas veces, el instinto de las investigaciones oficiales y el imaginario público se apresuran a encontrar una fácil explicación por los crímenes: ‘si los mataron es porque estaban metidos en el narco’. Y ya. De un plumazo. Sin mayor indagatoria, sin mayor prueba. Pero no sabemos cuántos de esos casos merecen tal descalificación: ¿son los menos, son la mayoría? Nadie se ocupa de ellos. Frente al papel que han desempeñado en esta sucesión de desgracias, un papel que tanto orgullo genera entre la población, lo menos que podría hacer la sociedad es presionar a la clase política para que, mínimamente, proteja sus vidas y remunere con justicia su entrega”.

 

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