DESASTRES AMBIENTALES EN MÉXICO: HISTORIA SIN FIN…

29/02/2012 - 12:00 am

En materia ambiental México no aprende. Una y otra vez se repiten los mismos desastres ecológicos ocasionados por el hombre, en una silenciosa pero voraz pérdida de recursos.

Esos conflictos se viven como constantes déjà vu que sexenio tras sexenio parecen recobrar bríos en tristes postales reconocibles para todos. Diferentes especialistas hablan de lo que consideran los principales problemas que ha tenido que enfrentar México en materia ambiental y de casos específicos que han pasado, o amenazan con pasar, a la autentica catástrofe ecológica.

Para el doctor Gerardo Bocco Verdinelli, director del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM, lo ambiental es una noción muy amplia de la que conviene hacer ciertas diferenciaciones. “En una primera instancia acostumbramos dividir, a grandes rasgos, los temas ‘verdes’ de los ‘grises’. Los primeros aluden a los impactos que ha habido sobre los ecosistemas, en particular, aquéllos de gran fragilidad, como los costeros, algunas áreas de zonas tropicales húmedas y ecosistemas desérticos”, explica el especialista y agrega que las principales afectaciones que han vivido estas áreas de nuestro país tienen que ver con la deforestación y degradación forestal, acompañados de procesos de contaminación en zonas urbano-industriales.

“Los segundos aluden a los problemas de contaminación a niveles aire-agua-suelo. En ambos casos, no hemos sido muy exitosos en detener o revertir los procesos que genéricamente denominamos de degradación ambiental. Entre ellos, destacaría los impactos de la industria petrolera, pero también los de erosión de suelos, deslizamientos y derrumbes, acelerados por la mencionada deforestación y en muchos casos, por cambios climáticos”, señala.

De acuerdo con datos de la  WWF México (World Wide Fund for Nature), las estimaciones sobre deforestación en México en las últimas tres décadas se han mantenido consistentes con un rango de entre 350 y 650 mil hectáreas por año. Por su parte, Greenpeace ubica a nuestro país en el quinto lugar de deforestación en todo el mundo y hace el comparativo de la pérdida de 600 mil hectáreas de bosques y selvas como el símil a perder cada año una superficie equivalente a cuatro veces la capital mexicana.

Algunas de las variantes que derivan en los procesos históricos de deforestación en nuestro país son desde el desarrollo desordenado de infraestructura urbana hasta los incentivos perversos de políticas económicas que favorecen la tala de árboles.

LOS REGALITOS DE PEMEX

La industria petrolera ha protagonizado en nuestro país algunas de las principales catástrofes ambientales de nuestra historia.

Para la maestra Rocío Becerra, especialista en Derecho Ambiental, uno de los problemas ambientales históricos que más trabajo le ha costado erradicar a nuestro país es el constante derrame de petróleo con el daño inmediato a los ecosistemas coralinos y en general a la vida y las especies del mar, así como a las aves migratorias. “No se aplica en México la tecnología que permita degradar los hidrocarburos de una forma que no dañe más el ambiente, se usan dispersantes que son productos químicos y también son dañinos para los ecosistemas. Se tardan años en conocerse los verdaderos daños y otros más en repararlos”.

Petróleos Mexicanos tiene en su historial algunos de los desastres ecológicos más grandes de la historia de nuestro país. Entre éstos, los percances más estrepitosos que tiene registrado el Instituto Nacional de Ecología, y que además involucran vidas humanas, se encuentran: la fuga de fosgeno, en Poza Rica, Veracruz, en 1950; el derrame del Pozo Ixctoc I, en la Sonda de Campeche, en 1979; la explosión de gas propano, en San Juan Ixhuatepec, en el Estado de México, en 1984, y la explosión con etano plus en el complejo procesador de gas en Reforma, Chiapas, en 1996. Caso aparte son las emergencias ambientales.

De acuerdo con un análisis de la Dirección de Emergencias Ambientales de la Profepa, entre 1993 y 2009, en nuestro país se han registrado 7 mil 998 emergencias ambientales, siendo Veracruz, Tabasco, Campeche, Tamaulipas y Chiapas, los estados que reportan un mayor número de estos percances descritos formalmente como “un daño o alteración a la salud pública o al medio ambiente”, debido a la liberación accidental de alguna sustancia con características peligrosas en el aire, la tierra o el agua. En este sentido, sólo de octubre de 2011 a enero de 2012 se han registrado cinco derrames de petróleo en la zona del Golfo de México. En uno de los más recientes focos rojos, el derrame petrolero sobre el río Coatzacoalcos, la limpieza ha sido calificada por las asociaciones ambientalistas como “muy por encimita”.

Además de los hidrocarburos, la contaminación por metales altamente tóxicos –como arsénico, cadmio, mercurio y plomo– afecta a la especie pesquera comercial más importante del Golfo de México: el camarón blanco. En el estudio “Capital Natural de México” de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), que reúne el trabajo de más de 600 investigadores de diferentes instituciones y organizaciones sobre la conservación de la biodiversidad en México, se señala que las concentraciones de metales pesados, como el plomo y el cromo, es una de las fuentes contaminantes más frecuentes en los cuerpos de agua en nuestro país. “En regiones como el Golfo de México, superan hasta en 20 órdenes de magnitud los niveles detectados dos décadas atrás”, se lee en el texto.

AGUAS TURBIAS

En nuestro país, 96% de los cuerpos de agua superficial, aquella que se encuentra circulando o en reposo sobre la superficie de la tierra, formando ríos, lagos, lagunas, pantanos, presas y otros similares, tiene diferentes niveles de contaminación, lo que según datos de la OCDE se traduce en un costo económico de más de 6 mil millones de dólares al año.

La contaminación de estos cuerpos de agua tiene diferentes causas, siendo la principal la descarga de desechos industriales y de agua servida para diferentes usos municipales. Otras causales son el depósito de desechos sólidos a lo largo de las márgenes de los ríos y la contaminación derivada principalmente de la producción agrícola.

Uno de los desastres ecológicos más fuertes registrados como ejemplo de la contaminación en este tipo de cuerpos de agua se dio en la Presa de Silva en San Francisco del Rincón, en el Estado de Guanajuato donde se detectó la muerte de más de 25 mil aves migratorias en 1994. La Profepa integró un Comité Técnico Científico para determinar las causas de mortandad y los estudios revelaron que el siniestro pudo haberse iniciado por la presencia de plaguicidas, colorantes y metales pesados en la presa, aunados a procesos biológicos que produjeron una mortandad inicial. Aunque las dimensiones del episodio llevaron a convertir la presa en una Reserva Protegida, en otros lugares de este estado, como en la Laguna Yuriria y la Presa de La Haciendita, en el municipio de Pénjamo, se han mantenido de manera cíclica los episodios de muerte masiva de diferentes grupos de aves migratorias.

EN EL MAR LA VIDA NO ES MÁS SABROSA

Pero regresando a las costas, los problemas no se acaban con la contaminación ocasionada por la industria petrolera. Para el doctor Gerardo Bocco, una de las regiones de nuestro país que concentra mayores problemas de contaminación ambiental son las zonas costeras, porque se empalman también los urbanos.

Para Bocco los grandes conflictos ambientales de las zonas costeras sobrevienen paralelamente al desarrollo de proyectos turísticos de gran envergadura. Una fuente entrevistada de la Profepa, que pidió el anonimato, señala que el país no ha logrado instrumentar una política costera. “El documento ‘Política Ambiental Nacional para el Desarrollo Sustentable de Océanos y Costas de México: Estrategias para su Conservación y uso Sustentable’, producido por la Semarnat en 2006, aparece tardíamente y aún no cuenta con mecanismos para instrumentar un manejo integral de la zona costera. Las ciudades costeras siguen funcionando y creciendo de la misma manera que las del interior del país, y la apropiación de la línea de costa es más privada que pública. Lo más que se logra es un boulevard costero. Este proceso tiene, además de graves consecuencias ambientales, profundos efectos sociales que no se atienden adecuadamente y que contribuyen, de una forma u otra, a incrementar los costos del desarrollo desordenado, planeado únicamente en términos de ganancias inmediatas”.

Cancún es en sí mismo uno de los mayores desastres ecológicos de nuestro país. A decir del experto de la Profeco esta ciudad es una de las que tienen tasas de crecimiento superiores a 9%, como consecuencia del desarrollo turístico que las caracteriza. “Con un crecimiento urbano complejo e ineficiente, las ciudades costeras se hacen a por sobre ecosistemas muy frágiles, además de tener serios problemas urbanos y ambientales: deficiente sistema de drenaje, insuficientes plantas tratadoras de aguas residuales, relleno de áreas inundadas, especulación inmobiliaria que toma los manglares como áreas de expansión de un suelo cada vez más caro, contaminación de cuerpos de agua y mantos freáticos, así como afectaciones en las líneas de playa y destrucción de ecosistemas naturales. El deterioro ambiental se atribuye al incontrolable y no planificado desarrollo turístico y urbano, el cual ha rebasado los umbrales críticos de los recursos naturales y ha producido un elevado costo ambiental, lo que exige replantear los esquemas de diseño y ordenamiento urbanístico y territorial”.

Además de la destrucción de manglares y las inundaciones producto de la mala planeación de la ciudad por la que se magnifican los efectos de los huracanes, también se han destruido grandes porciones de arrecifes coralinos. En 2007 se destruyeron más de mil 200 metros cuadrados de corales en la tercera barrera arrecifal del Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc, por el manejo inadecuado de tripulaciones pertenecientes a empresas turísticas. Una de ellas, Dolphin Discovery, lejos de ser castigada por un daño irreversible al medio, dice dedicarse a promover la educación ambiental en conjunto a los gobiernos locales.

El dinero manda sobre cualquier conciencia ecológica y ahora la historia de Cancún parece querer volver a escribirse en un nuevo destino turístico.

Muchas organizaciones ambientalistas han alzado la voz en contra del ambicioso proyecto turístico que amenaza con dañar el Parque Nacional Cabo Pulmo en el Mar de Cortés. Greenpeace ha argumentado que la empresa española Hansa Urbana, interesada en levantar el proyecto turístico, presentó un estudio de impacto ambiental que no contempla todos los posibles impactos que recibirían las dunas costeras, los arrecifes y en general la biodiversidad de este parque marino.

“Lo de Cabo Pulmo es una desgracia, pero tristemente sólo podemos decir que es un ejemplo más. En ningún lugar del mundo los hoteles se despliegan sobre la playa sin el mínimo respeto a estos linderos. En nuestro país esto sucede en todas las zonas costeras”, destaca por su parte el doctor Rodrigo Medellín, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, para quien otro grave desastre ambiental que han logrado detener las presiones de diferentes organizaciones ambientalistas es la llamada Escalera Naútica, proyecto impulsado en los primeros años del gobierno de Vicente Fox y siempre mencionado como una prioridad en el gobierno saliente.

La Escalera Naútica pretende fomentar el desarrollo comercial y turismo naútico de Estados Unidos en ambas costas de Baja California, poniendo en riesgo una zona de riquezas naturales que alguna vez Jaques Cousteau definió como “el acuario del mundo”, que alberga entre tantas especies a la ballena gris, en peligro de extinción.  Pero el impacto de este ambicioso megaproyecto también afectaría al desierto de Sonora, uno de los ecosistemas de este tipo con mayor biodiversidad a nivel internacional.

DIFÍCIL RENACER…

“La biodiversidad es una fuente de beneficios para los dueños de la tierra, pero esto no ha sucedido así en nuestro país. Los distintos gobiernos no han visto a la biodiversidad como una fuente de riqueza para beneficio de todos los mexicanos”, señala el doctor Medellín y agrega que el más grande desastre en cuestiones ambientales ha sido estar bajo planes de desarrollo sexenales sin visión de futuro. “En este sentido, yo veo a nuestro país como un Ave Fénix que cada seis años se incendia y renace, pero cada vez más débil. Cada Presidente que llega quiere imponer sin una memoria documental, ni histórica”, afirma respecto a las políticas ambientales que según Rodrigo Medellín no hacen más que mermar recursos y fomentar el caos. “Pero, a pesar de todo, es increíble la nobleza de este país y de cómo sigue dando. Acabo de regresar de la Selva Lacandona, un sitio que se ha luchado por conservar por más de 30 años y a pesar de las políticas caóticas que lo han enmarcado, su biodiversidad está vibrante. El asunto es que las leyes para proteger la riqueza natural de este país ya están allí, el único problema es que no se aplican”, argumenta.

Conocido defensor de especies en peligro de extinción, como el jaguar, Medellín plantea que la mala aplicación de las leyes ha llevado a que la cacería de esta especie la mantenga en situación de riesgo. “El último censo nacional arrojó una cifra de 4 mil jaguares, que todavía representan una población viable, pero si se sigue con la ceguera en cuanto a las redes de protección de este ícono en 20 años se puede extinguir la especie”, asegura.

La maestra Rocío Becerra opina al respecto que si bien existe una legislación para proteger las especies: la Ley General de Vida Silvestre y la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, lo cierto es que la Profepa no cumple con su función primaria de protección. “Vemos en varios estados cómo el tráfico de pequeñas y grandes especies es un asunto ligado a grupos de poder y de delincuencia organizada que cada día parecen cobrar más fuerza”, apunta.

 

LAS URBES Y LA BASURA

Para el doctor Bocco, las regiones que siguen concentrando los mayores problemas de contaminación ambiental en nuestro país son las zonas urbanas y peri-urbanas, en particular en ciudades medias (menos de un millón, más de 100 mil habitantes), con ausencia de planeación urbano-regional, dificultades para el control y prevención de la contaminación (en especial, aire, por fuentes móviles), agua (fuentes fijas) y suelos (ambas fuentes).

“La contaminación es particularmente grave cuando se trata de residuos industriales o del tipo de los hospitalarios”, expone el especialista y menciona principalmente a las ciudades del norte del país, encargadas de recibir mucha de la basura industrial producida por Estados Unidos.

Más de 60% de las maquiladoras que operan en la frontera norte, dice, generan residuos peligrosos generando alrededor de 100 millones de toneladas anuales de residuos tóxicos, solventes y materiales radioactivos que acaban en los ríos y aguas subterráneas que alimentan las  principales fuentes hídricas del país. A pesar de los reglamentos y normas ecológicas sobre el manejo de desechos industriales revisadas sobre todo a lo largo de la década pasada, aún los esfuerzos parecen insuficientes, considera.

La maestra Blanca Estela Gutiérrez Barba, investigadora del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD) del Instituto Politécnico Nacional, coincide en que otra de las grandes causas de los problemas ambientales de nuestro país es la generación de Residuos Sólidos Urbanos (RSU).

“Como su nombre lo indica, su generación ocurre principalmente en las zonas urbanas que es donde existe la mayor concentración poblacional. Su disposición concentrada en sí misma ya tiene una afectación natural por el cambio de vocación del  terreno, pero además los RSU provocan emisiones a la atmósfera de metano, bióxido de carbono (principales gases de efecto invernadero), contaminación de mantos freáticos y presencia de fauna nociva”, señala Gutiérrez Barba y agrega que

varios especialistas coinciden que el principal problema ambiental provocado desde el hogar será la generación de RSU. “Hasta hoy la generación diaria per cápita en la Ciudad de México es de aproximadamente un kilogramo, el relleno sanitario Bordo Poniente ha sido clausurado y aún no existe una alternativa que palie la situación de generación tan alta de basura de los capitalinos”.

Para Gutiérrez Barba este es un buen ejemplo de cómo la educación en un consumo sustentable de alimentos puede llegar a combatir un problema ambiental, más allá de cualquier política pública. “En México cerca de 50% de los residuos sólidos urbanos está representado por los residuos orgánicos. En los hogares, dichos residuos provienen de alimentos comprados en exceso, mal conservados o preparados y no consumidos”, expone la especialista en ciencias  y agrega que para reducir la probabilidad de generación de residuos por compras excesivas o mala conservación, se deben fomentar estrategias de consumo sustentable como el “reúso” de alimentos que se refiere a la preparación de platillos a partir de otros ya elaborados. Si dicho reúso no es posible por cuestiones de ritmo de vida o preferencias alimenticias, el recurso que debe primar es compartir los alimentos ya preparados con personas necesitadas.

“La Educación para el Desarrollo Sustentable (EDS) también puede apoyar al sujeto a conocer  los múltiples usos industriales, artesanales y domésticos que los residuos orgánicos pueden tener para elaboración de composta, obtención de taninos, vitaminas, biogás y que la pequeña acción de separación hace posible que la cadena productiva arranque y llegue a buen fin… Ninguna acción nimia o grande está desvinculada de los efectos planetarios: los residuos mal dispuestos en mi casa, contribuyen a la inundación de Tabasco y la hamburguesa consumida en la comida rápida de las grandes cadenas afecta la deforestación de la selva amazónica. De igual forma, mi disminución en la generación de residuos evita la emisión de gases de efecto invernadero y contribuye a la detención del derretimiento de los glaciares”, concluye.

El doctor Bocco, director del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, considera que más que hablar de grandes desastres ambientales, tendríamos que hablar del mantenimiento de condiciones que han favorecido la ocurrencia casi permanente de eventos de degradación ambiental.

“A las debilidades en la planeación ambiental-territorial y al incumplimiento de la normatividad vigente, agregaría el aceleramiento de procesos por la transición rural-urbana de la población, por un lado, y a los patrones de cambio climático, por otro”, explica el especialista y agrega que México ha dado muestra de haber avanzado de manera sustantiva en normatividad ambiental, sin embargo, “la política ambiental ha estado encapsulada en un sector de los diversos órdenes de gobierno, sin ‘permear’ en los demás. Así se producen casos graves de fragmentación de la política pública, y en algunos casos programas o incluso instrumentos de política en áreas como la agricultura, ganadería o forestería, van en franca contradicción con las evaluaciones ambientales”, señala el especialista y agrega que: “Sólo mediante una adecuada integración transversal y entre órdenes de gobierno, y una sólida participación de órganos de la sociedad civil, será posible iniciar un proceso de reversión de la avanzada degradación ambiental que afecta a México, al igual que buena parte de los países del mundo”.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video