Países arabes debaten apoyos para bombardar rebeldes de Yemen

29/03/2015 - 6:47 pm

Por Marc Röhlig

Sharm el Sheij, 29 mar (dpa) – Mientras los líderes árabes se encontraban en pleno proceso de decisión sobre el destino de Yemen, el presidente Abed Rabbo Mansu Hadi quedaba en segundo plano. Hadi lleva semanas huyendo de los rebeldes hutíes dentro su propio país, después viajó a Arabia Saudí y de ahí llegó a Sharm el Sheij para acudir a la cumbre que la Liga Árabe celebró el fin de semana.

Durante dos días, los mandatarios árabes sesionaron en el balneario egipcio en un encuentro que iba a centrarse en principio en la lucha contra el terrorismo. Pero al final, el rey saudí Salman cambió la agenda rápidamente hacia la guerra en Yemen.

Desde hace meses los hutíes, de confesión chiíta, controlan gran parte del país y expulsaron al gobierno de la capital Saná. Su “agresión es un enorme peligro para la seguridad y la estabilidad de toda la región”, advirtió el monarca saudí, “y para el mundo entero”.

Desde hace cuatro días, una coalición de países árabes liderada por Riad bombardea posiciones de los hutíes en Yemen. Y en Sharm el Sheij el rey Salman se mantuvo firme y decidido en continuar con la operación “Tormenta Decisiva”. Pues tras los rebeldes se esconde algo más: “Fuerzas extranjeras en Yemen posibilitaron que la milicia hutí, pese a ser un pequeño grupo, iniciara un golpe de Estado contra el gobierno”.

Esas “fuerzas extranjeras” eran una clara referencia al archienemigo saudí: Irán. El Estado chiita es considerado el financiador secreto de los rebeldes hutíes que operan en Yemen y que recuerdan a la milicia Hizbolá a la que también Teherán apoya en Líbano.

Irán quiere así ampliar su influencia a Yemen, el más pobre de los países árabes, opinan los analistas, y con ello, abrirse una nueva zona de influencia estratégica en Cercano Oriente, a la que sumar Líbano, Siria e Irak.

Y es que Yemen, aunque apenas dispone de reservas petroleras, tiene el estrecho marítimo de Bab al Mandab, delante del cual desfilan cada día unos cuatro millones de barriles de crudo. Además es una importante conexión entre el Mediterráneo y Asia. Arabia y Saudí y Egipto ya estacionaron allí el viernes buques de guerra.

Los conservadores sunitas de Arabia Saudí, hasta ahora la principal fuerza del Golfo, temen la influencia chiita de Teherán. Pues mientras el rey Salman advertía del peligro iraní en Egipto, en Suiza el jefe de la diplomacia iraní estaba negociando con las potencias internacionales sobre su controvertido programa nuclear. Y los expertos esperan avances que podrían llevar a un acuerdo y a un mayor acercamiento entre Teherán y Occidente tras años de relaciones de hielo.

En el extremo de la península Arábiga podría ahora escalar una guerra fría entre Riad y Teherán que dura años, advierte el experto en la región Yochi Dreacen en el “Washington Post”. Arabia Saudí considera un “error histórico” las negociaciones nucleares con Irán y la guerra en Yemen se debe menos a un intento de ayudar a la población del país que al d seo de expulsar de allí a Teherán.

Para la región, la “aventura” saudí podría tener sin embargo consecuencias impredecibles: según asesores de seguridad estadounidenses del grupo Soufan, todos los participantes del conflicto se están “arrinconando” cada vez más en una faceta religiosa de la que “pronto se beneficiarán sólo los extremistas sunitas y chiitas”.

En Yemen, donde las crisis e han visto hasta ahora incendiadas más por clanes que por grupos religiosos, esa escalada del conflicto podría tener graves consecuencias: incluso convertir al país en un segundo Irak.

Los jefes de Estado y gobierno árabes decidieron hoy en la cumbre de la Liga Árabe formar una fuerza militar conjunta para luchar contra los peligros extremistas de la región, según anunció el anfitrión, el presidente egipcio Abdel Fattah al Sisi.

Esos peligros pueden referirse a grupos islamistas como Al Qaeda o el Estado Islámico… pero también los hutíes.

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