ARTE URBANO: LA ESCENA EN MÉXICO DESPIERTA

29/04/2012 - 12:00 am
Saner

Él coloca en el suelo su mochila llena de latas de aerosoles. Se acomoda los audífonos, saca el cuaderno de bocetos, ese donde nacen sus personajes. Observa las texturas con atención, escucha lo que la pared tiene que decir. Y le responde con un primer trazo. El muro es paciente. No lo interrumpe. Hay otras distracciones, como la lluvia, el sol intenso, el ruido y los peatones curiosos, en algunos casos, también la policía. Él continúa dibujando con el spray como si fuera un pincel. En unas horas, quizá días, habrá habitado esa superficie con sus niños traviesos, enmascarados como animales, jugando a héroes y demonios.

Saner cuenta una historia en cada uno de sus murales. Sus paredes hablan. Después de escuchar, de observar, el artista hace su trabajo. Al final queda un lienzo transformado en una ventana a otro lugar, una invitación inesperada a salir de lo cotidiano que puede estar ahí hoy y desaparecer mañana. “Lo más importante para mí es el proceso que se vive para realizar la pieza. Porque nunca se vuelve a repetir la misma historia”, dice. Cada pared tiene una textura, un pasado, que tiene el potencial de contarnos algo.

La Ciudad de México tiene cientos de miles de paredes esperando para salir del silencio y decirnos algo con nuevas voces. No se trata de revivir el muralismo de Rivera y Siqueiros, ese tuvo su espacio y su tiempo; tenía otro propósito. “México sale al mundo con el gran muralismo pero éste de repente se apaga. Luego hay otras corrientes con el movimiento de 1968, el trabajo del Grupo y el No Grupo en los ochenta pero queda como un hueco respecto al arte en el espacio público. México tiene que resurgir, tiene todos los elementos para hacerlo”, dice Roberto Shimizu, director del Museo del Juguete Antiguo México (MUJAM), que alberga la colección de juguetes más grande del mundo.

Intervención del @wmexicocity por @vinilismo & @tellaeche

ALGO NOS FALTABA

La escena de arte urbano en México es particular. Aunque tenemos la herencia prehispánica, que ya utilizaba las paredes para plasmar sus narrativas, y más tarde surgió el muralismo, esas raíces y ese gran movimiento enraizado en lo social se disolvieron sin dar paso a otra cosa. Mientras tanto, en Europa y Estados Unidos, particularmente en ciudades como Nueva York y Filadelfia, hubo un boom del graffiti en los ochenta, gestado como una batalla underground de los jóvenes que buscaban expresarse, mediante la transgresión de los límites, y compitiendo para ver quién lo hacía mejor, más grande y en los lugares más difíciles.

Con el tiempo, algunos graffiteros exploraron más allá de la escritura y el taggeo con aerosol e incorporaron nuevas técnicas (stencil o plantillas, posters, stickers, murales), nuevos materiales y motivos, hasta ser agrupado en un término más amplio:  arte urbano (street art, en inglés) o post-graffiti. Una forma de arte que buscaba sorprender al espectador, con frecuencia haciendo una crítica irónica de la sociedad o un sistema político, y que pronto empezó a ser valorado por la comunidad artística, incluso por las galerías y museos. No por nada una pieza de Banksy, Bombing Middle England, alcanzó a venderse en 102 mil libras esterlinas (más de 2 millones de pesos) en una subasta de Sotheby’s.

Sin embargo, en México pareciera que no hubo el mismo desarrollo. Aquí aún convive el graffiti en el sentido tradicional —creado en la clandestinidad y visto como vandalismo por las autoridades, aquel que ahora languidece en Nueva York— con algunas muestras de un nuevo arte urbano o neomuralismo, fácilmente exportable y muy comercial, que atrae tanto a galerías como a publicistas de marcas internacionales, al mismo tiempo que se comparte y difunde a través de blogs y redes sociales de manera inmediata y global.

Al caminar por el Distrito Federal, no nos topamos tan fácilmente con piezas que nos roben el aliento, como las que han vuelto famosos al italiano Blu, al argentino Ever o al brasileño Nunca. Obras con un discurso claro, una técnica impecable y una estética bien definida, todo aquello que  sacó a sus autores de la clandestinidad y los llevó hacia la validación por parte de instituciones como la Tate Modern de Londres, que en 2008 ofreció sus muros a seis artistas urbanos que estaban en auge: Faile de Nueva York, JR de París, Nunca y Os Gemeos, de São Paulo, y Sixeart de Barcelona.

Si bien existe producción de arte urbano en el país; lo asegura Saner, Dhear y también Felipe Ocaña, del Colectivo 2.50 (que lleva a cabo acciones o happenings más que gráfica), quien dice: “El arte urbano en México sí existe y hay mucho pero necesitas aliarte con medios y con otros circuitos de arte para que se vea, resuene”. Sí hay y se puede ver más claramente en lugares precisos, por ejemplo en Xanenetla, Puebla, donde el Colectivo Tomate ha realizado más de 50 murales para su proyecto “Puebla: Ciudad Mural”— pero en la Ciudad de México parecen difuminarse o estar muy localizadas las propuestas interesantes, entre ellos los murales de artistas como Saner, Dhear, News o Jorge Tellaeche, que han colaborado en corredores de arte urbano en las colonias Roma y Condesa, como parte de la campaña All Originals de Adidas.

Son ellos, junto con algunos colectivos, quienes están activando la escena de arte urbano, casi siempre con patrocinios, algo que Felipe Ocaña ve con recelo: “No está mal que haya apoyo, el problema está en qué visión tiene quien te da ese apoyo, qué espera obtener de eso”. De cualquier manera, aún es muy temprano para contarnos entre las ciudades más reconocidas por albergar arte urbano. “La Ciudad de México es virgen. Yo lo creo y me lo han dicho también artistas que han venido, como Roa”, dice Shimizu.

Andrea Ruy Sánchez

UNA IDEA AMBICIOSA

Shimizu se dio cuenta del vacío y el potencial que había en la capital del país, y lo había tratado con Gonzalo Álvarez, de Mamutt (un proyecto multidisciplinario que hace cine, arte urbano y promoción cultural). Habían invitado a artistas como Roa, o a Sego para proyectos como el de Cauce Ciudadano, donde artistas trabajaron con jóvenes y pandillas para reducir el ciclo de violencia. Pero lo llevaron más allá cuando Andrea Ruy Sánchez les presentó en la Zona MACO el año pasado a Víctor Celaya, director de Arto (organización que busca llevar el arte más allá de los museos), y los tres decidieron crear juntos un evento que cambiara el panorama de arte urbano en México. Así nació el Festival All City Canvas.

Este festival pretende ubicar a la Ciudad de México en el mapa de arte urbano, al ofrecerle a nueve artistas, que los organizadores consideran las superestrellas del street art en el mundo, la posibilidad de intervenir muros emblemáticos del centro de la capital mexicana. Durante una semana, del 30 de abril al 5 de mayo, los artistas Saner, Roa, de Bélgica; Escif, de España; Sego de México; Herakut de Alemania; Interesni Kazki de Ucrania; Aryz de Barcelona; Vhils de Londres y El Mac de Los Ángeles intervendrán nueve muros ubicados en el Centro Histórico y Polanco.

El festival incluye un ciclo de conferencias con expertos internacionales y la venta de piezas de los artistas invitados en la galería Fifty24mx, conjuntando así tres vertientes tituladas “Paredes, Palabras y Piezas”. Para hacerlo realidad, involucraron al gobierno de Distrito Federal y a la iniciativa privada, por medio de convenios y patrocinios (el patrocinador principal es Sprite). “La idea era hacer una colaboración con empresas, con gobierno y con la sociedad civil. Creemos que es muy importante que todo esté conectado”, explica Andrea Ruy Sánchez, coordinadora del festival.

Es la primera vez que se organiza un evento de arte urbano de estas dimensiones y con este alcance en México. El cartel trae a artistas internacionales que están activos en galerías y proyectos alrededor del mundo, de ahí que en el medio se les llame All City (Toda Ciudad). Los podremos ver trabajar, montados en sus andamios y grúas, en edificios del centro: el Hotel Reforma Avenue, el Hotel Plaza Madrid, el edificio Dolores, el edificio Chihuahua, el Paraguay, el edificio del periódico El Universal y el Hotel W Mexico City.

En una época en que se puede conocer una pieza que se hizo en un rincón en el otro extremo del mundo (y el proceso de su creación, gracias a YouTube), poder ver en vivo y en sus dimensiones reales el proceso creativo de estos artistas urbanos se vuelve una experiencia muy poderosa. “A mí me hubiera gustado de niño, ir caminando y ver un mural de alguno de los que van a venir, como El Mac o Interesni Kazki… Creo que hay personas a las que va a marcar”, dice Dhear One, artista e ilustrador que ha seguido por internet el trabajo de Os Gemeos (Los Gemelos, artistas brasileños con un estilo muy propio de su país llamado pichaçao), desde que los descubrió en un viaje a Cuba.

 

¿Y LUEGO?

No sabemos todavía de qué manera este festival va a transformar o impactar en la escena de arte urbano en México. Sin duda, dará de qué hablar en blogs, revistas y foros relacionados con el arte. De hecho, ha sido un evento con mucho eco en las redes sociales así como en la prensa, incluso antes de que empiece. También podría ser criticado por algunos por su atractivo altamente comercial, que se contrapone a los orígenes del graffiti. “Tiene una intención muy buena, que surge de decir: allá sí hay esto, ¿Por qué aquí no? Aunque puede verse un poco fresa por cómo está, digamos, orquestado; es decir, la idea de “traernos a los ‘grandes’, y decirles: tú aquí, en este muro; tú, acá… y vamos a hacer esto muy mediático”, dice Tellaeche.

Algunos ven esta tendencia comercial como lo normal; el siguiente paso en el arte urbano. Y las galerías y los equipos de marketing de las marcas han sabido aprovecharlo. No es de extrañar que los street artists mexicanos exitosos lo mismo pintan un mural que exponen en una galería o colaboran en campañas para marcas como Adidas. De eso han podido vivir y dedicarse a su arte, artistas como Saner, Dhear, Seher, Neuzz, Sego o Jorge Tellaeche, y lo hacen sin remordimientos, conscientes de que eso les permitirá continuar haciendo lo que les gusta. “Hacer una colaboración con una marca tiene sus limitantes, sí, hay directrices que tienes que seguir, pero también te facilita que no solo la gente de México lo vea, sino hacia afuera, y te brinda materiales y permisos”, dice Tellaeche. Dhear acepta que a veces no le encanta pero “tiene que haber un mecenas. Tengo que pagar la renta”. Saner lo resume con una frase que leyó alguna vez: “no importa el modo en que se hace la obra de arte sino el arte como resultado”.

Si seguimos esa lógica, vayamos y disfrutemos de este festival. Sin prejuicios sobre las formas y los cómos, y sentémonos un rato a ver cómo trabaja Vhils, que crea a partir de la “destrucción” del mismo muro o dejémonos llevar por las “fábulas interesantes” del dúo ucraniano, los animales de Roa y las criaturas de Sego… Que nos cuenten de otros personajes, otros mundos, que ya bastante tenemos con nuestra realidad. Es un momento para salir a la calle y dejarnos sorprender, porque ahora empiezan a crearse nuevas historias en los muros de la ciudad.

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