El adiós de Antonio Mohamed… y la búsqueda de la gloria de los Xolos en la Copa Libertadores

29/05/2013 - 11:00 pm
Foto:xolos.com.mx
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Ciudad de México, 29 de mayo (SinEmbargo).- Tirado en el asfalto con la pierna destrozada, Antonio Mohamed aventaba el objeto más cercano a su hijo que yacía tirado debajo de los escombros de la casa rodante recién impactada por un automóvil. El “Turco” esperaba una reacción de su pequeño que lo hiciera respirar con un poco de calma. Horas atrás, los dos habían sufrido la eliminación de la selección de futbol de Argentina en el Mundial Alemania 2006.

Mohamed pudo recuperarse físicamente luego de un largo proceso de rehabilitación, no así mentalmente. Farid no sobrevivió a las fuertes heridas y murió a los nueve años. La vida del excéntrico y talentoso ex jugador que se había convertido en director técnico, cambió por completo. De vuelta en Argentina, el “Turco” lloró desconsolado sin importar la presencia de las cámaras o el lugar donde se encontrara. Recibió el cariño de los suyos y se refugió en el futbol. La pelota que le había pagado con buenos dividendos en sus años como jugador,  lo acompañó en su duelo.

Mohamed ha llamado a México como su segunda casa. En Nezahualcóyotl hizo historia con un equipo aguerrido que cimbró al futbol nacional a mediados de los 90’s con su vistoso y el arrabalero look de sus jugadores. Cuando se retiró como profesional volvió y con su buen vestir adornó los bancos de diversos equipos nacionales. Sus arrebatos argentinos alimentaron las redacciones de deportes que publicaban titulares  salidos de la boca del “Turco”. La partida de Farid cambió todo.

La pasión siguió por el juego, pero la mesura entró en las formas del entrenador. Con la calma en sus venas, el argentino se confirmó como uno de los entrenadores más rentables del mercado. Ahí apareció Tijuana. El punto más alejado de toda Latinoamérica llegaba a primera división con una gran inversión y un proyecto deportivo ambicioso que no escatimaba en soñar. Tras el fracaso de Joaquín del Olmo al frente, las miradas apuntaron a Mohamed.

Los Xolos de Tijuana dieron un toque distinto al futbol mexicano. Con los colores vivos rojos y negros por doquier, el estadio Caliente arropó a los tijuanenses que dejaron sus camisetas de América, Cruz Azul, Pumas y Chivas en el ropero para ir a comprar su camiseta nueva. La ideología se empezó a asentar cuando el “Turco” construyó un equipo duro que mordía para ganar cualquier pelota y definía partidos con rabia.

En menos de una década, Tijuana ganó su primer título de liga y revolucionó las portadas deportivas. Los viajes eternos llenos de enlaces trasnacionales nunca fueron excusa. La pasión rompió fronteras y ahora seres humanos cruzaban la línea divisoria desde Estados Unidos hacia México no solo para llenar los tanques de sus coches de gasolina, sino también para dejarse llevar en la fiebre de unos Xolos que ganaban y gustaban.

A contracorriente del pensamiento casero de muchos técnicos en nuestro futbol, Antonio Mohamed llevó a sus dirigidos a la Copa Libertadores. Un torneo mítico que los sudamericanos ven como una de las mayores glorias a ganar. En el ojo del huracán, en la exaltación de emociones provocadas por el torneo continental, Xolos supo ir hasta el sur del continente y defendió su patio para avanzar a octavos de final del torneo. A pesar del buen andar internacional, en Mohamed la melancolía ganaba terreno.

Recién llegado a la Ciudad de México, después de eliminar al histórico Palmeiras brasileño, el “Turco” anunció su partida al finalizar la vuelta de cuartos de final frente al Atlético Mineiro. La familia y la distancia es algo que Mohamed no tolera más. Su último partido como local fue opacado por una brava reacción brasileña que empató un marcador adverso al último minuto. Este jueves, Xolos buscará seguir haciendo historia frente al equipo de Ronaldinho que luce imbatible en su estadio. Mohamed dirigirá y al finalizar tomará un vuelo hacia Argentina. Un abrazo de los suyos vale más que cualquier gloria deportiva. Sus jugadores ya lo saben, y esperan que el último abrazo de su parte sea de alegría.

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