Es decir que cubran sus necesidades fundamentales en sus primeros años de vida, mientras sus madres cumplen la pena de prisión que le fue impuesta.

También exhortó al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) a que diseñe estrategias para atender a hijos mayores de seis años de edad de mujeres reclusas que, ante la falta de opciones válidas para su cuidado, son enviados a los Centros de Asistencia Social públicos y privados o con parientes, amistades y vecinos.

La presidenta de la Comisión de Derechos de la Niñez reconoció que la ley que establece las Normas Mínimas sobre Readaptación Social de Sentenciados contempla el derecho de las madres reclusas a mantener a sus hijos con ellas hasta que cumplan los seis años.

La diputada del PRD indicó sin embargo que “estos centros no son ni serán el lugar más adecuado para que los menores pasen sus primeros años de vida”.

Subrayó que a ello se suma que el encierro de la madre en prisión generalmente obliga a que sus hijos mayores de seis años deban mudarse con parientes, amistades y vecinos, que en muchos de los casos presentan situaciones de abuso físico y sexual.

Denunció que estos infantes deben enfrentar las mismas dificultades que sus madres en cuanto al aseguramiento de sus derechos en materia de educación, salud y vínculos con el exterior, pero con un mayor grado de vulnerabilidad.

Hizo notar que de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia la primera etapa de la niñez va de los cero a los cinco años de edad, y representa una lapso decisivo en el desarrollo de las capacidades físicas, intelectuales y emotivas de cada niña y niño, y es el período más vulnerable del crecimiento.

Asimismo sugirió realizar mayores medidas de salud, seguridad y educación que les sean proporcionadas y garantizadas a las hijas e hijos de las reclusas, en las mismas condiciones en que la tendría una niña o niño que vive habitualmente en libertad.

Juárez Piña recomendó a las instituciones encargadas de velar por los derechos de la infancia, en específico al DIF y las secretarías de Educación Pública y de Salud, se hagan presentes en los reclusorios para otorgar los cuidados que las niñas y niños requieren.

La intención, abundó, es fortalecer el vínculo con la madre y promover sus capacidades físicas, motrices y emocionales, a efecto de mitigar las condiciones de reclusión y contribuir al desarrollo integral que cualquier niño tendrá en condiciones normales, para cuando llegue el momento de ser separado de su progenitora.