Ciudad de México, 29 de agosto (SinEmbargo).- El lienzo blanco sobre la mesa de madera. Un azul como un rayo eléctrico en la media tarde. El rojo que es el púrpura de exportación hacia el universo que suele ser gris, un agujero sin final para llenarlo de luz y color.
Eso: luz, color y un mundo propio, constituyen la propuesta de Iskirlâta, la reciente muestra del mexicano Víctor Dávila, quien entre otras cosas utiliza la grana cochinilla (Caccus Cacti, un insecto que parasita las hojas del nopal o tunera y que otorga un color rojizo/negro muy particular) para crear atmósferas perturbadoras y estimulantes.
Víctor, nacido en la ciudad de México en 1959, llega a las 5 de la tarde a su casa, se afloja la corbata y se olvida de su trabajo de alto nivel en el comercio internacional, una tarea que también le apasiona, y se pone el traje de pintor.
Desde allí, este egresado de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, hace crecer su mundo espiritual, para contagiar de música y de colores a sus semejantes, un radar emocional que lanza al aire y allí está todavía.
Dávila estudió también la carrera de técnico ceramista en la Escuela Nacional de Artesanías, es egresado en Administración de Empresas por la Universidad Iberoamericana y ha completado varios talleres de dibujo y pintura tanto en México como en Italia e Israel.
1. La mayoría de los pintores se enfrenta al blanco y se pregunta ¿qué voy a hacer?
2. La pintura abstracta es dejar fluir las emociones sobre la gama tonal que elijas
3. Empecé a pintar desde muy chico por mi abuelo, que tenía su casa y estudio en la azotea de nuestro hogar en Coyoacán
4. En mi reciente muestra hizo algunos cuadros de formato pequeño, para experimentar, pero en general me inclino por los formatos medianos y grandes
5. Para llevar a cabo una muestra como Iskirlâta, compuesta por 21 cuadros, hace falta un gran trabajo de reflexión. También constituye, sin duda, un enorme esfuerzo físico. Además, de la logística, que significa enmarcarlos y luego colgarlos en algún sitio donde se vean bonitos.
6. Trabajo mucho con las manos. Las manos para mí son el instrumento ideal para el pintor, además del pincel.
7. La esencia del expresionismo abstracto es que no hay ninguna figura de antemano. Luego vienen las interpretaciones de quienes ven los cuadros, muchas de ellas –claro- me resultan divertidas y me sorprenden
8. El arte abstracto no quiere decir nada. Hay que soltar la mente para no intentar meter el cuadro en alguna estructura ya fijada en el cerebro. El arte abstracto te gusta o no te gusta, te emociona o no te emociona.
9. La pintura abstracta no es ningún relato bíblico. No es un paisaje que tenga correspondencia con la realidad. Es el fluir de las emociones. Un lazo de una emoción a otra.
10. Soy diestro, pero a menudo pinto con la zurda, porque la lentitud me permite transmitir otras emociones
11. El gran dilema es terminar un cuadro. Es prácticamente una sensación divina, esa de sentir que ya transmitiste las emociones que querías y lo dejas, para empezar un nuevo cuadro
12. Trabajo con acrílico y muchos pigmentos, mediante una técnica que se llama veladura, capas sobre capas de pintura, hasta lograr una forma, un territorio, que expresa cabalmente lo que siento en el momento de hacer el cuadro
13. El expresionismo abstracto es la libertad total. No hay límites. Podría ser en pintura lo que es la poesía a la literatura
14. Fondeo mis cuadros y luego hago una especie de Action Paiting, combinando técnicas. Es un resultado del trabajo, no es que haya decidido intelectualmente la forma de pintar, sino que los mismos cuadros me han ido llevando hacia ese estilo.
15. La pintura me ha dado más a mí que yo a ella. Espero que alguna vez las cuentas se salden y quedemos a mano.
16. Mark Rothko (1903-1970) es uno de mis pintores favoritos. Pero sin duda el que más me interesa es Cy Twombly (1928-2011). Los últimos trabajos en gran formato del expresionismo abstracto los hizo él, mediante cuadros donde avienta chorros de color que te hacen vibrar.
17. Si hablamos de pintores tradicionales, de paisajes y esas cosas, hay un artista ruso que me fascina y poca gente conoce: Valentín Serov (1865-1911), un grande de verdad.
