El colapso de los océanos derivará en crisis mundial, urge corregirlo: WWF

29/09/2015 - 12:06 am

Sobreexplotación de recursos, contaminación y extracción son algunas de las presiones que están cerca de provocar el colapso de los ecosistemas marinos y, con ello una crisis social y económica mundial

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Las poblaciones de peces de consumo humano están reduciendo a un nivel alarmante. La seguridad alimentaria futura se ve amenazada. Foto: Shutterstock

Ciudad de México, 29 de septiembre (SinEmbargo).– Un informe recientemente publicado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) advierte de un colapso de los ecosistemas marinos que, de no detenerse, derivará en una crisis social y económica que afectará a todas las regiones del globo, principalmente a poblaciones de países en desarrollo, poniendo en riesgo su seguridad alimentaria.

El Índice Planeta Vivo 2015 (LPI, en inglés) realizado por WWF en colaboración con investigadores de la Sociedad Zoológica de Londres (SZL) analiza cómo más de cinco mil poblaciones de mil 234 especies marinas están siendo afectadas, y revela que las poblaciones de mamíferos marinos, aves, reptiles y peces se han reducido, como promedio, un 49 por ciento a nivel mundial en las últimas cuatro décadas.

Por otro lado, los ecosistemas y paisajes marinos, aturdidos por la sobrepesca, contaminación, destrucción y cambio climático, están sometidos a tal presión que, calculan, los arrecifes de coral y las praderas marinas podrían perderse en todo el mundo para el año 2050 y, con ellos, más del 25 por ciento de todas las especies marinas que ahí habitan.

“Lo que está oculto en la LPI marino global es que predice una crisis social y económica inminente –escribe en el informe Marco Lambertini, director general de WWF Internacional–. Cuando nos fijamos en las especies de peces más directamente ligadas al bienestar del humano […] vemos sus poblaciones en picada; [y] los hábitats de los que dependen, como los arrecifes de coral, manglares y pastos marinos, están igualmente amenazados. La imagen es ahora más clara que nunca: el mal manejo colectivo de la humanidad de los océanos lo ha llevado al borde del colapso”.

LAS CAUSAS

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Por sobreexplotación, se ha perdido el 74 por ciento de de la familia de peces para consumo humano. Foto: Shutterstock

Sobrepesca: Los peces se pescan a un ritmo más acelerado del que ellos necesitan para reproducirse y alcanzar estabilidad en sus poblaciones. En la actualidad, se está pescando más que nunca, causando una rápida disminución de las especies que están más directamente ligadas con el desarrollo alimentario de las naciones: tan sólo en 2012, 79.9 toneladas de peces fueron extraídas.

Esto ha causado que un 29 por ciento de peces estén clasificados como objeto de sobrepesca y otro 61 por ciento como explotadas e incapaces de producir más cosechas, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). “Estamos capturando peces de tal manera que podríamos quedarnos sin acceso a una fuente de alimento vital para el hombre y un motor económico esencial”, advierte Lambertini.

La sobrepesca afecta el equilibrio y la interacción de la vida en el océano y está estrechamente ligada a la captura incidental, que provoca la pérdida innecesaria de miles de millones de peces, junto con las tortugas marinas, ballenas y delfines, aves marinas y otras especies, señala la investigación.

Finalmente, advierte que la falta de voluntad política para regular esta actividad, además de ignorar los daños ambientales, incide de forma negativa en el bienestar social y económico de las comunidades costeras que dependen de pescado para su forma de vida.

Acuicultura: La cría de organismos acuáticos como peces, moluscos, crustáceos y plantas acuáticas producto de la acuicultura suministra en la actualidad un 58 por ciento de los peces que se comen y mejora la accesibilidad del alimento a comunidades de todo el mundo. Sin embargo, señala el informe de WWF, el cultivo de peces no siempre resulta una alternativa sostenible:

“En muchos países, la producción acuícola ha agotado ecosistemas claves como los manglares, los medios acuáticos contaminados y ha reducido potencialmente la adaptación al cambio climático de las  comunidades costeras. La mala gestión, la falta de capacidad y el acceso a conocimientos técnicos o prácticas irresponsables también han llevado a brotes de enfermedades a gran escala, como el síndrome de mortalidad temprana de camarones en Asia”, advierte.

Turismo: WWF señala que la construcción mal planificada de hoteles y resorts en zonas costeras puede resultar en graves daños a los ecosistemas y su biodiversidad: destrucción del hábitat, contaminación, etcétera. Además, los cruceros, otro elemento de la industria turística, es una fuente importante de contaminación por vertido de basura y liberación de aguas residuales sin tratar.

Cambio climático: El alto nivel de concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha tenido un impacto ha llevado a nuestros océanos a calentarse y acidificarse como nunca antes, pues sus aguas –responsables de regular el clima y determinar precipitaciones, sequías e inundaciones– absorben alrededor de un tercio de las emisiones de CO2.

La investigación advierte que el calentamiento y acidificación de los océanos amplifican el impacto de otras presiones como la sobrepesca, la destrucción del hábitat y la contaminación.

Por la acidificación del mar, los arrecifes de coral podrían desaparecer para 2050 Foto: Shutterstock
Por la acidificación del mar, los arrecifes de coral podrían desaparecer para 2050. Foto: Shutterstock

Extracciones: Debido a los niveles de demanda de recursos minerales y combustibles fósiles las industrias están explorando zonas marítimas con ecosistemas frágiles y biodiversidad única. Esto, señala WWF, es un motivo de especial preocupación pues “algunos países no cumplen incluso los requisitos ambientales más básicos”.

Contaminación de la tierra: De acuerdo con información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) citada en el informe, alrededor del 80 por ciento de toda la contaminación es de origen terrestre. Las aguas residuales son el principal factor de contaminación de nuestros mares, pues sólo el 20 por ciento de las aguas residuales del mundo son tratadas.

Los desechos marinos representan un peligro para la navegación, ahoga los arrecifes de coral, transporta especies invasoras, afecta negativamente l turismo […] hiere y mata la vida silvestre y representa una amenaza para la vida humana. Los plásticos y químicos artificiales como pesticidas y otros químicos de uso común son de particular preocupación.

Ante esto, “es urgente la cooperación internacional”, señala el estudio.

CUIDAR NUESTROS OCÉANOS

Las amenazas a la salud de las especies y hábitats marinos también son amenazas para el sustento de la vida humana. Con los océanos, “la salud de las personas, su forma de vida y la seguridad están en riesgo”, explica WWF.

La organización insta a comprender la importancia de los bienes y servicios de los que nos provee el mar y somos dependientes: “El océano nos beneficia directamente, proporcionando alimentos, materias primas, energía, medicinas y otros productos […]. Es fuente de recreación y turismo. Tiene gran importancia cultural y espiritual para las comunidades costeras del mundo y es crucial para el transporte internacional.

“[Además], regula nuestro clima y tiempo global, produce la mitad del oxígeno que respiramos y absorbe casi un tercio de las emisiones de CO2. Adicionalmente, protege a ciudades y comunidades costeras de tormentas y erosión y filtra contaminación y nutrientes de origen terrestre”.

WWF explica que estamos apenas a tiempo de revertir los daños a nuestros ecosistemas marinos. Para ello, el papel de los gobiernos del mundo son cruciales.

Entre las soluciones la organización internacional identifica: Preservar nuestro capital natural marino mediante una gestión eficaz y equitativa de los espacios marinos, mejorar la producción con industrias certificadas que aseguren una explotación sostenible, un consumo responsable, la redirección de los flujos financieros para la preservación y restauración del capital natural marino y la producción sostenible y, finalmente participación de comunidades y empresas de mano con el gobierno para la gestión de los recursos.

“El ritmo del cambio en el océano nos dice que no hay tiempo. Estos cambios están sucediendo en nuestra vida. Podemos y debe corregirse el rumbo ahora”, concluye Lambertini.

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