MARISOL SHULZ: “EL TECHO DE CRISTAL PARA LAS MUJERES EXISTE”

29/11/2013 - 12:00 am

MUJERES Y LETRAS (3) Entre las ferias internacionales del libro más acreditadas de México, destacan tres: la del Zócalo del Distrito Federal, que este año tomó un nuevo brillo; la del Libro Infantil y Juvenil, que llegó a su edición 33; y la de Guadalajara, que compite al tú por tú con las más grandes y prestigiadas del planeta. Y las tres son dirigidas por mujeres. SinEmbargo habló con ellas. Cuentan sus historias personales…

Marisol Shulz

Directora de la FIL de Guadalajara
Ex directora de Léala

TERCERA ENTREGA| Leer aquí PRIMERA y SEGUNDA ENTREGAS
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Marisol Shulz, Directora de la FIL en Guadalajara Foto: Antonio Cruz / Sinembargo

Ciudad de México, 29 de noviembre (SinEmbargo).– Ya se le veía, desde hace años, presentando un libro de Carlos Fuentes o de José Saramago en el salón Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Entonces, Marisol Schulz Manaut tenía el cabello muy cortito, teñido de rojo oscuro (como ahora), y llamaba la atención su presencia suave en un mundo en el que predominan los hombres… y las mujeres de voz y carácter fuerte.

Entonces era editora, y luego fue la Directora General de Santillana México.

Unos años después, sorpresivamente, anunció que se iba. Todavía en las oficinas que la editorial de Grupo Prisa tenía en Avenida Universidad, concedió algunas entrevistas. A esta reportera sorprendida e incrédula le dijo que tenía un proyecto del que todavía no le podía hablar y que por eso dejaba su puesto. La reportera no le creyó, pero su insistencia no rindió frutos. Marisol no soltó prenda.

A la vuelta de unos meses ya estaba en Los Ángeles, California, dirigiendo la primera feria del libro totalmente en español en Estados Unidos. Schulz inició Léala y la encabezó durante sus tres primeros años de vida. Con ella, el encuentro librero y literario creció al doble, y la comunidad de habla hispana que se interesaba por encontrar libros en su lengua de origen ya no se sintió huérfana.

En abril de 2013, la rueda de la fortuna volvió a girar. Y la descendiente de refugiados españoles, la de la voz dulce, volvió a caer en el punto más alto de la industria librera y literaria del país: fue nombrada directora de la FIL de Guadalajara, a donde había asistido durante tantos años, y nada menos que la más importante del mundo en español.

El reto es mayúsculo, ya que Marisol sustituye a Nubia Macías, periodista y gestora cultural que estuvo al frente de la FIL durante un poco más de una década, y que salió después de una administración que fue, sin duda alguna, brillante.

La entrevista con SinEmbargo transcurre en el Hotel La Casona, de la Condesa. Marisol Schulz lleva el cabello un poco más largo, una melena discreta y bien peinada, como es su costumbre desde hace algún tiempo. Lo sigue tiñendo de rojo, y con ello resalta más su piel blanca y sus ojos claros, café verdosos.

A unos días de que comience la Feria, el 30 de noviembre, y en medio de una apretada agenda de reuniones y entrevistas, Marisol Schulz Manaut reflexiona sobre si su experiencia como editora le sirvió para dirigir Léala, y ahora, la FIL de Guadalajara.

“Como editora haces mucho de gestión cultural también. Yo no fui editora sólo de escritorio; o bueno, lo fui en un momento y pasé a ser editora en el sentido más publisher (perdón que ponga el inglés como punto de partida, pero es que el editor tiene muchos matices): una cosa es el editor de corrección de textos, de redacción y de todo eso, que ha sido de lo que he abrevado toda la vida, pero luego viene el editor como publicador, como publisher, que es el que da a conocer todo su catálogo. Y ahí se convierte en un gestor”, explica.

“Luego, efectivamente, me voy tres años a dirigir esta Feria de Los Ángeles, que es un proyecto de lo más noble, una maravilla que comenzó de cero, con la que me tocó picar piedra. Y claro que sirve, porque entonces te das cuenta de esas entrañas de la organización, de cómo programar un salón, de cómo hablar con los editores, de la parte de los stands”.

Hace una pausa. Su mirada se aleja del pequeño salón del hotel en que estamos, para viajar al Convention Center de Los Angeles, en donde en 2011, 2012 y 2013, se realizó la Feria del Libro en Español, y en donde, ojalá, se volverá a hacer hasta el 2015.

“Era una FIL en chiquito”, dice con nostalgia. “No me gusta decirlo mucho, pero bueno, era una feria pequeña que creció y que yo la dejé con 200 stands”.

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La mujer de la mirada tranquila ha regresado a este salón en la Ciudad de México. Ya no está, más, en la ciudad donde los ángeles leyeron en español, en gran parte gracias a ella. Es el momento de pensar en Guadalajara, que ya está a la vuelta de unos días.

“Obviamente este es otro mundo; en el sentido menos peyorativo de la frase, el monstruo de las mil cabezas, pero un monstruo cálido, un monstruo bonito, un monstruo maravilloso, con muchas aristas, muchas vertientes, y hay que estar coordinando todo. Me toca encabezar una feria completamente consolidada, con un gran prestigio internacional, y eso es un gran compromiso”.

En el caprichoso mundo de la intelectualidad y la cultura, como en muchos otros ámbitos, los hombres suelen ocupar las posiciones más relevantes. ¿Marisol Schulz tuvo alguna dificultad para llegar a donde está, sólo por ser mujer?

“Aquí no. En la feria y en la parte que tiene que ver con la Universidad de Guadalajara, para nada. Yo no he notado ningún tipo de diferencia. En mi vida y en mi trayectoria profesional, sí. He hablado mucho del techo de cristal para las mujeres, de cierto tipo de puestos que no se le dan. Sí, sí lo he percibido, sí lo he sentido. No fue el caso tampoco durante Léala, en donde se me abrieron todas las puertas, me dieron todas las posibilidades para poder desarrollar ese proyecto que está presidido por un hombre, Raúl Padilla.

“Es decir, hay un presidente tanto de Léala como de FIL, que es el mismo. Tengo el mismo jefe, ésa es una ventaja porque es una persona muy proclive a darle esta responsabilidad a las mujeres. Así que no he sentido esa dificultad aquí, para nada, pero a lo largo de mi existencia sí, definitivamente”, cuenta.

Y si uno se imagina que ser directora de la Feria más grande de habla hispana en el mundo es solamente tener la posibilidad de conocer a los escritores más leídos y a los mejores, mantener conversaciones con editores, gestores de derechos de autor y libreros, asistir a cenas exclusivas y tener acceso privilegiado a las exposiciones, obras de teatro y conciertos que se realizan en el marco de la FIL, sólo está viendo una esquina de la fotografía:

“Tiene una parte menos glamorosa. Todo mundo ve los nueve días de FIL, cuando parece que todo el tiempo estamos con una carita feliz, que nos maquillamos muy bien, y que todo el tiempo es así. Pero no. Hay mucha gestión, mucho trabajo con presupuestos. Cada una de las actividades que comanda el comité organizador tiene un fundamento que va desde un análisis de los contenidos, y al público al que se dirige, hasta la parte presupuestal, hasta el hecho real de se puede o no se puede realizar”, dice.

“Hay un trabajo también de coordinación de personal. Me preguntan mucho cuál es mi manera de dirigir. Soy una persona que en la vida cotidiana y en los trabajos que he desempeñado, siempre he sido muy conciliadora, y mi trabajo no ha sido nunca imponer, sino proponer, y acompañar a la gente en esa propuesta. Y con esa misma filosofía entro a la FIL”.

Historiadora de profesión, Schulz lleva 35 años involucrada con los libros y sus autores. Comenzó en 1977, como reportera de la Gaceta UNAM, y unos años después, en el 82, ya era la Jefa de Publicaciones del CIESAS. Durante todos estos años de convivir con los libros, ha escrito y publicado ensayos y artículos periodísticos, pero sus crónicas y sus poemas no han visto la luz pública. Quizá haya sido la modestia lo que le ha impedido darlos a conocer, o como ella misma dice, la autocrítica feroz que desarrolló con sus años de editora.

La entrevista está a punto de terminar. Es momento de preguntarle si alguna vez se imaginó ser la directora de la FIL de Guadalajara.

Nuncamente, y tú lo sabes. Yo estaba muy metida en la onda editorial, de repente viene toda una circunstancia en la que decido salir de Alfaguara, y me cayó para bien, y de sorpresa, el proyecto Léala. Dije: ‘Claro que sí le entro’. Realmente fue muy loco de mi parte haber aceptado porque, ahora sí que a mis años meterle a esta historia… pero fue maravilloso, y no, no me lo imaginaba. Y ahora estoy feliz. Muy contenta. Muy comprometida. Con una conciencia plena de donde estoy. Me dicen: ‘¿Sabes a lo que te metiste?’ Claro que se a lo que me metí. He ido todos los años a FIL, he trabajado para FIL de una manera o de otra, entonces, claro que se donde estoy. No soy una gente improvisada, eso es claro”.

Con Israel como país invitado de honor, la FIL de Guadalajara espera a un vasto contingente de escritores y académicos, como David Grossman, Etgar Keret, y Amos Oz (por medio de una video conferencia). Sin embargo, es muy probable que esta delegación no sea recibida sólo con tersura. Ya circula una carta firmada por intelectuales como Margit Frenk, Juan Gelman, Hugo Gutiérrez Vega, Federico Campbell, Marco Lara Klarh, Aline Pettersson y Héctor Díaz Polanco, entre otros, que advierten sobre el riesgo de no poder escuchar las voces de pensadores israelíes disidentes, que no “estarían dispuestos a representar la política colonialista y segregacionista oficial del Estado de Israel”.

Por ello, proponen que el próximo invitado de honor sea Palestina. Aunque ya se anunció formalmente que será Argentina.

Mientras esto sucede, escritores de todas las lenguas y nacionalidades, como Camilla Läckberg, de Suecia; Alessandro Baricco, de Italia; Mario Vargas Llosa, de Perú; Marçal Aquino, de Brasil; Wendy Guerra, de Cuba, y los mexicanos Álvaro Enrigue, Cristina Rivera Garza, Elmer Mendoza, Alejandro Páez Varela, Susana Iglesias, César Silva Márquez y Rosa Beltrán, entre otros, se encargarán de que la reunión literaria más importante de habla hispana en el mundo siga siendo, también, la más esperada por los amantes de los libros. Esos, capaces de hacer filas enormes para comprar su entrada o conseguir la firma de su escritor favorito, o simplemente escucharlo hablar.

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