México, 30 Mar (Notimex).- Con tres sonatas que marcan el periodo de iniciación y formación de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), el pianista holandés Ronald Brautigam cerró anoche Esto es Mozart. Festival Internacional.
La Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes se vistió de gala con la presencia de este solista que ha trabajado con la Filarmónica de Londres de la BBC y la de Hong Kong, por mencionar algunas, para deleitar a los presentes con tres piezas del Clasicismo europeo.
Apenas se dio la tercera llamada y el pianista fue recibido entre aplausos y de inmediato sus manos comenzaron a tocar la “Sonata KV 283”, pieza que el propio Mozart compuso durante su estancia en Munich, Alemania, en 1775.
Enseguida, se hizo sonar “Sonata KV 311”, una pieza integrada por tres movimientos musicales, en la que, a decir del musicólogo Jean-Pierre Bartoli, según las notas al programa, “una audición cuidadosa permite incluso, percibir una orquesta imaginaria”.
El pianista cerró su participación con la “Sonta KV 332”, obra cuyo primer movimiento es interesante, toda vez que en él, Mozart logra plantear, en un lapso breve y compacto, una notable variedad de ideas, en distintos estados de ánimo y expresiones, según la crítica de Juan Arturo Brennan, en las notas del programa.
El músico, que cuenta con estudios de piano en Países Bajos, Inglaterra y Estados Unidos, ejecutó de manera radiante dichas obras acompañado por un fortepiano.
Al tiempo que el público disfrutó de un recorrido por la Europa culta, donde este tipo de música se distingue por la claridad de las texturas, la simetría de las frases, la consolidación de la tonalidad plena y el establecimiento de las formas musicales clásicas.
Portando pantalón y saco en color negro y luciendo una melena suelta blanca, el holandés atrapó las miradas de los asistentes, toda vez que su forma de tocar el instrumento fue un deleite, debido al extraordinario control que tiene sobre él.
A pesar de que los diferentes movimientos de dichas sonatas cambian instantáneamente, entre sonoridades bajas y altas, Brautigam dio una pequeña probadita de su gran calidad como pianista.
Sin dirigir palabra alguna, serio, alegre y concentrado en sus partituras, el holandés fue agradecido y cordial con un público que al final del concierto lo despidió con múltiples aplausos.