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Susan Crowley

30/03/2018 - 12:00 am

El cuerpo como memoria en la historia del arte

El cuerpo, nuestro cuerpo es el centro del arte. Si lo pensamos por un momento, todas las fuentes artísticas han recurrido a él para expresar. Eje de la escultura, equilibrio en el espacio entre la masa y el aire; en la danza punto de equilibrio siempre en movimiento. En la arquitectura espacio que envuelve la totalidad de una edificación y le da sentido a la forma en proporción con él. En la poesía flujo de la palabra que deviene un cuerpo.

El tiempo no se detiene. Foto: Especial.

El cuerpo, nuestro cuerpo es el centro del arte. Si lo pensamos por un momento, todas las fuentes artísticas han recurrido a él para expresar. Eje de la escultura, equilibrio en el espacio entre la masa y el aire; en la danza punto de equilibrio siempre en movimiento. En la arquitectura espacio que envuelve la totalidad de una edificación y le da sentido a la forma en proporción con él. En la poesía flujo de la palabra que deviene un cuerpo.

Es también centro del placer, del dolor, de la vida y de la muerte, de la experimentación y de la ciencia, de la religión, del cosmos y del vacío (sin él no podría percibirse esta sensación); del miedo y de la libertad, del riesgo; de la sexualidad. Es el sitio en el que se viven los sentimientos, las pasiones, el odio, el cielo y el infierno; Dante representa el tránsito por los círculos del Infierno como un cuerpo. El cuerpo es el espacio de experimentación único, de lo auténtico y de lo falso, de lo artificial y de lo trascendente.

Las culturas antiguas contaron sus historias a través del cuerpo que generó una identidad a partir del reconocimiento del otro. El cuerpo es el espacio de la belleza, pero también es el sitio del tremendum, del horror y de la sombra. Posibilidad de explorar el mundo, ha permitido que pase por él la magia, el ritual, la religión, la ciencia, la filosofía, la psicología, el psicoanálisis, la antropología, la tecnología, la experimentación genética y virtual. Al cuerpo le corresponde hablar de temporalidad, eventualidad,  inestabilidad y eternidad.

Ya que estamos viviendo una importante conmemoración: Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, acto que tuvo la intención de mostrar la materia sagrada a cada uno de los seres humanos, hagamos una rápida historia de las distintas manifestaciones del, no siempre humano, siempre presente cuerpo, soporte del Arte.

Como en todo inicio, el mito es el principio y es en el cuerpo donde se manifiesta, ahí queda marcado. A través del rito extático, sacrificio humano, pintura corporal, tatuaje, piercing y hasta la circuncisión el ser humano, accedería a otro plano de realidad. Para recordar el poder creador de estos grupos basta observar las imágenes rituales de las primeras tribus australianas, africanas o americanas como ejemplo en museos del mundo (hoy lo que se siguen produciendo solo se vende como suvenires baratos, ¡una tristeza!).  El principio también es un cuerpo que representa el ciclo de la vida, no es aún la mujer (eso vendrá mucho después), es lo femenino como deidad. Un cuerpo que busca equilibrar el cosmos, negociar con las fuerzas ocultas, pactar con el más allá. Ya hemos hablado en otra ocasión de la Venus de Wilendorf; vale la pena conocer a la Venus de Lespugue que tiene aproximadamente 24 000 años de antigüedad y fue encontrada en Gerona, Francia. Una belleza primitiva, voluptuosa, anuncia la vida con grandes formas genitales, sirve como un utensilio en los partos; su rostro es esquemático, sorprendente, síntesis del pensamiento primitivo, no debe contener más para decirlo todo.

Poco después, en las culturas clásicas, Grecia y Roma, el cuerpo se delimita como centro del pensamiento y la filosofía. sólo en él se pueden entender los trascendentes Bien, Verdad, Belleza. Cada figura aporta el equilibrio que permite la mesura, la armonía, el juego del conocimiento y la revelación de lo oculto a través de velos que revelan. En el trono Ludovisi ( 460 a.c.), Afrodita sale del mar y es recibida por las Horas que la cubren con un manto que deja transparentar las formas. Ocultar levemente para mostrar, es justo la transición del arcaico al clásico. Muestra el poder hacia el que Grecia se dirigía y que marca su triunfo en el siglo V.

Más adelante, con el milagro Crístico, el cuerpo se transforma en punto de encuentro de la Iglesia, de Cristo. Transubstanciación. “Dios se hizo materia para mostrar al hombre como salir de la materia” (diría Nicéforo en sus atirréticas). Un hombre en la cruz, muere. La Idea triunfa sobre el cuerpo, es en éste donde se manifiesta. Imagen, Rostro que será recordado y formará una cultura que se extenderá por Occidente y Medio Oriente. El dolor humano se trascendidó, es el triunfo de la palabra, la fuerza de la Buena Nueva. Edad Media, suma de conocimiento, arte y Dios igual a la belleza encarnada. Las primeras representaciones iconográficas muestran a un Cristo que derrama vida, no sufre en la cruz, se entrega como inicio de un nuevo tiempo. La Crucifixión de Giotto, (1305), en la Capilla Scrovegni. Final y conclusión del ciclo medieval, inicio del Renacimiento.

El tiempo no se detiene. El cuerpo del Renacimiento es aquel que huye del horror de la muerte, de la putrefacción, de la peste. Búsqueda insaciable de la belleza que no podrá ser atrapada jamás. El cuerpo como reflejo de la luz, como redención de la forma. El Cristo de Grunewald (1528), que pertenece al Retablo de Isenheim es el máximo ejemplo de ello.

Más adelante, para la Academia el cuerpo es un espacio de ideas, triunfo de la historia, de la forma, de la belleza, de los ideales planteados por la Ilustración. La imagen del mundo a partir de la elevación de un estilo que terminará por ser la cárcel del artista. La Muerte de Marat (1793), de Jaques-Louis David emblematiza, irónicamente, el poder adquirido por el hombre que siempre queda expuesto a la servidumbre de los demás.

Llegamos al siglo XX y sus múltiples rupturas. Un siglo que brinda un cuerpo nuevo, el del cambio permanente. Innovación. Tecnología. Metrópolis de Fritz Lang (1927), un robot encarna la sensualidad como Femme Fatale.

Edward Munch grita por la humanidad y gesta el cuerpo del dolor. En un puente un cuerpo sin cuerpo, exclamación ahogada, desesperada. ¿Anuncia el final de todos los tiempos?. Las veces que sea necesario agotará en su silencio aterrador, será icono de la realidad desasosegada siempre. El cuerpo se desvanece y esta vez muta en una entidad que retrata la fuerza destructora y la pulsión sin alma. Echa mano del nuevo invento, la fotografía.

Simulacro que desborda sexualidad: Pablo Picasso y sus Señoritas de Avignon, (1907); pone en entredicho la historia del arte, “el principal enemigo de la creatividad es el buen gusto”, nos dice con su cínico cliché.

Las reflexiones conceptuales de Marcel Duchamp dejan atrás el arte convencional y promueven la idea de pensarlo, jugar con él un partido de ajedrez. Kandinsky plantea el problema del punto y la línea en el lienzo y genera otro cambio, la pintura abstracta libera lo figurativo, ¿cuáles serían los caminos de la abstracción?.

Al artista no solo le basta su propio cuerpo. Hace de toda superficie una extensión. Las sensaciones de vida son transmitidas al lienzo. Piel que insiste en guardar la pureza: Kasimir Malevich y la geometría. Restituir en la materia lo puro, lo posible. Entender el Cuadrado Negro (1915), como una figura mística en el arte, es adentrarse en el misterio, es horadar en la materia para permitir que ella nos hable de eso que la representación oculta. Dejar que el cuadrado nos posea, es darle poder de cuerpo. Cuerpo en estado de espera para ser. Cuerpo que lo es todo. Esto es lo que permite el arte, pensar, sentir, querer a un mismo tiempo.

Regresemos a la historia. Las guerras defraudan a Europa y despojan al mundo, el cuerpo ha sido robado, lastimado, destruido. Queda solo el gesto de dolor, la angustia en movimiento. Pollock y el Action Painting, una sustitución del cuerpo en la acción. El mundo sigue. No olvidar. Solo seguir. Rothko y la permanencia, Expresionismo Abstracto, salpicar y manchar el arte del fluir humano. Acción. Cuerpo. Tàpies y sus trozos de destrucción incorporados a la tela recuerda que somos más que muerte. De nuevo, ¿resurrección?. Yves Klein y la danza de hermosa mujeres convertidas en pinceles golpean la tela, ritmo, poder del arte.

Joseph Beuys y la construcción humana salvando al mundo. Cuerpo-Humanidad que se decanta como escultura y que fragua un nuevo sentido del mundo. Cuerpo como residuo. John Cage, el cuerpo de la música. ¿La música tiene cuerpo? Abstracción, pensar en el espacio. Tiempo. No representación que representa. Forma. Esencia. Sonido, ruido. Vida. Cuerpo que no necesita cuerpo. Y luego Warhol. La irrupción de un cuerpo en el escándalo y la representación de un teatro del vacío, el hastío humano, la decadencia con la que nace el mundo americano. La de Trump, la de hace tantos años; la de Manson y la de Oswald, la de Bahía de Cochinos; Andy Warhol y su lata Campbell´s, el cuerpo del consumo, Marilyn Monroe, ¿el cuerpo que representa el vacío de la vida actual?.

Arte Conceptual. Un intento de recuperar la Idea, sombra del gesto místico, concepto. No hay cuerpo, solo ideas. ¿Lo hemos perdido por completo? Que difícil es observar algo inaprensible. Pero la belleza, el horror, la pulsión la muerte, son algo inaprensible? ¿Son cuerpo, o son tan solo idea?.

El mundo sigue, cae el muro. La masa de cuerpos atraviesan la línea antes infranqueable. Necesidad de resarcir el cuerpo en todo su poder sensual, sexual, voluptuoso, en el deseo, en la carne y en los pliegues que emanan sudor y que alimentan la lujuria, es Alemania. Esa Alemania castigada, la que estaba al otro lado del del muro. Richter, Bazelits, Polke, Kiefer, Penck, Imendorf. Pinceladas gestuales, violentas sobre la tela. Figuras gigantes, grotescas, agresivas, a veces abstractas, siempre en pulsión. Neoexpresionismo Alemán. El nuevo grito en contra de la guerra. Desde el cuerpo un gemido renovado en contra de los horrores del nazismo recupera la voz de Alemania.

Y luego los contemporáneos. Todos. Legitimación de todos los cuerpos. Todos. Híbridos, obscuros, turbios, simulados. Políticos, soterrados, nómadas, aullidos, voces inciertas, gritos poscoloniales, gemidos femeninos, emergentes testarudos, radicales, románticos, necios conceptuales, científicos, virtuales y cualquier otro agregado, todos. Weiwei, Ono, Prince, Sherman, Hirst, Koons, Abramovic, Orozco, Kapoor, Baldessari, Eliasson,etc, etc,. Apropiaciones que le restan originalidad al cuerpo, no la exigen. Sin pureza, más que esenciales, comprometidos; más que claros, ambiguos; más que articulados, perversos y también interesantes. Solo cuando queda claro que cualquier cosa puede ser contemplada, se puede pensar en el arte filosóficamente. El cuerpo parece alejarse del arte, ¿dejó de ser bello?. Juega como una marioneta desarticulada. Eterna dislocación. ¿pero eso es arte?. ¡No mames!. ¿Por qué someternos a esa farsa, charlatanería de los mercados para vender? ¿por qué empeñarse en querer demostrar que un cuerpo desmembrado, sin armonía, con cuatro pies y cinco ojos, con tres cabezas y ocho manos es también cuerpo?. Dolerá saber que ese cuerpo también es nuestro espejo, y dolerá más saber que tiene algo que nos atrae, ¿algo perverso que nos lleva a desearlo?, ¿la nueva belleza?. Eso es anómalo, eso es cuerpo. Y luego lo que viene, el triunfo de la creación que siempre se impondrá delante del juicio y buscará un sitio en esos espacios que ya no son solo museos. Por cada nuevo artista habrá uno alternativo y la historia se seguirá contando. El cuerpo será cuerpo y seguirá permaneciendo hasta el final de los tiempos. Hay algo que lo salvará y que tal vez redima al mundo de su condición, será el arte con toda su extravagancia el que nos regale a las nuevas entidades (que son nosotros mismos, no lo olvidemos), y que nos obligan a vernos siempre reflejados.

Hoy urge atender los problemas reales y dolorosos. De nuevo los cuerpos se debaten en las fronteras del mundo. Cuerpos que migran y que pierden sus raíces, que se duelen por el abandono de una cultura que jamás recuperarán, que mueren en la lucha por cruzar de un lugar a otro sin saber a dónde ni que seguirá. De ellos solo se encontrarán huellas, dolor, desesperanza. Algo hubo y hay que recuperarlo. Pero algo surge también de aquellas naciones que algún día fueron Tercer Mundo y hoy son quién sabe qué. Memoria del subdesarrollo, cambios de paradigmas, valoración de la riqueza local, oculta en contra de las ideas globalizantes. Raíces que brotan de forma poética, que se enredan y resultan fascinantes. Trópico que se empeña en fundirse con el avance, que lo consume, que lo posee. ¿Quién coloniza a quién?. Cuerpos que muestran esas otras realidades del arte, y si no, ¿qué tal una visita a Memorias del Subdesarrollo: El Giro Descolonial en el Arte de América Latina, 1960-1985, que no, no es un archivo de datos de la OEA o una estadística más de los políticos de mierda diciendo mentiras para captar votos, es el arte hablando de lo que pudo ser desgracia y se transfiguró en lenguaje artístico, es la nueva exposición del Museo Jumex.

 

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Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

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