19 presuntas víctimas demandan al cura Córdova por abusos, y a la Iglesia por encubrirlo durante años

30/05/2014 - 10:47 am
Fotografía: Archivo
Fotografía: Archivo

Ciudad de México, 30 de mayo (SinEmbargo).– La primera denuncia penal de las víctimas del sacerdote Eduardo Córdova Bautista ya fue interpuesta. Se trata de un total de 19 víctimas quienes presentaron ayer una querella por “abuso sexual calificado, corrupción de menores y privación ilegal de la libertad”, contra el presbítero y por “encubrimiento” contra la Arquidiócesis de San Luis Potosí.

La denuncia fue interpuesta ante la agente del Ministerio Público Investigador Adscrito a la Procuraduría de Justicia de San Luis Potosí, Angélica Mendoza Muñoz, quien abrió la averiguación previa bajo el número 289/V/2014.

Como coadyuvante de las víctimas se presentó el activista de derechos humanos, Martín Faz Mora, quien ha declarado de manera reiterada que en la coadyuvancia no puede participar la Arquidiócesis de San Luis Potosí, ya que es presunta responsable de la comisión de los delitos sexuales del sacerdote, ahora en paradero desconocido.

“Conviene señalar que, contrario a lo expuesto por el representante legal de la Arquidiócesis de San Luis Potosí en días recientes, la Averiguación Penal 289/V/2014 constituye la primera denuncia presentado por las víctimas, toda vez que lo realizado por la representación legal de tal asociación religiosa sólo constituyó un conocimiento de hechos por los que solicitó a la PGJE indagar, sin presentar datos concretos de tales y, hasta donde sabemos, sin siquiera ratificarla”, planteó el maestro Martín Faz Mora quien recibió los primeros testimonios de las víctimas y organizó lo que .

En un comunicado, afirma que la Secretaría de Gobierno de la administración priista de San Luis Potosí “se ha comprometido con las víctimas, señalando que en las próximas horas emitirá una orden de aprehensión en contra de Córdova Bautista”.

Ante la situación de inseguridad y el poder de la jerarquía católica potosina, el equipo de abogados de las víctimas, encabezados por Faz Mora, ha solicitado a la Comisión Estatal de Derechos Humanos medidas precautorias mediante oficio OP/079/2014 del 29 de mayo del 2014 y entregadas al Procurador General de Justicia del Estado y a la Secretaría de Gobierno “para salvaguardar la integridad e identidad de las víctimas”.

En el comunicado plantean: “Estaremos vigilantes de que el desarrollo de las indagatorias realizadas en el marco de la denuncia presentada contra del padre Eduardo Córdova Bautista y la Arquidiócesis de San Luis Potosí, A.R., se haga respetando el interés superior de las víctimas”.

LOS HECHOS

El primer caso narrado ante las autoridades judiciales es el de un joven de 16 años, presuntamente violentado por el sacerdote en la Parroquia de Nuestra Señora de la Anunciación ubicada en la calle de Roque Estrada No. 500 de la Colonia El Paseo, donde fungía como párroco por parte de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, lugar dónde el muchacho hacía labores de sacristía.

“Un mes después de que empecé el trabajo, en agosto del 2000, el padre comenzó a manifestar conductas inapropiadas que me resultaban incomodas, las cuales dieron inicio cuando yo acudía asiduamente a recibir el sacramento de la confesión, por considerarle mi preceptor, guía y director espiritual, sin embargo fuera de la confesión dio también inicio a preguntas indebidas con alusiones sexuales e insinuaciones, tales como: si me masturbaba, en qué pensaba cuándo lo hacía, si pensaba cosas lascivas, si cuando estaba en la parroquia pensaba en hombres o mujeres realizando actos eróticos, y cosas por el estilo, haciéndolo con mucha insistencia y frecuencia, a lo que yo por el miedo y respeto que le tenía al padre le contestaba con evasivas, dado que me incomodaban sus preguntas”, declaró la víctima ante la agente del Ministerio Público.

Y añadIÓ: “Por el tiempo que ha pasado y las afectaciones psicológicas y emocionales que sufrí y que hasta este momento sigo sufriendo, es que no recuerdo la fecha precisa, pero el primer acercamiento indebido por parte del sacerdote EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA hacia mi persona, ocurrió en una ocasión en que me encontraba en las oficinas de la casa parroquial sacando copias fotostáticas de unos documentos que me había encargado el padre, fue cuando él se me acercó por la espalda, tomándome de la cabeza y recargándola en sobre su pecho, tocándome el abdomen. Me puse muy nervioso al punto de comenzar a sudar, sin poder hacer nada, me quede inmóvil ante la sorpresa, la imposibilidad y el miedo que me provoco dicha conducta, dada su complexión física robusta y alta”.

La víctima narró todos los episodios de abusos: “La violencia que ejercía el párroco EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA hacia mi persona, era de tipo psicológica y moral, aprovechándose de su investidura de sacerdote, mi preceptor, guía, director espiritual, así como el hecho de ser mi patrón laboral. Su manera de acercarse a mí era lentamente y hablarme suave, hablar, hablar, hablar, era mucho hablar, e insistir con las preguntas de cómo me sentía respecto a mi problema de colitis nerviosa, respecto de lo que debía hacer o no con la chica que en ese entonces era mi novia, e incluso me llegó a preguntar si ya había tenido relaciones sexuales y que si pensaba en ella cuando me masturbaba”.

El primer asalto sexual fue cometido por Córdova Bautista durante un viaje rumbo al Distrito Federal: “Salimos a las 12 de la noche en un autobús foráneo de la línea Enlaces Terrestres Nacionales mejor conocido como ETN, dado que son cinco horas de trayecto y había que viajar toda la noche, luego de dos horas de camino empezó a hacerme las recurrentes preguntas que solía hacerme y a insistir en que me relajara, que no estuviera tenso, que no estuviera estresado, comenzando a hablarme cada vez más cerca del rostro, hasta quedar cara a cara, diciéndome que cerrara los ojos y que pusiera mi mente en blanco. Cuando repentinamente sentí sus manos en mis genitales, lo cual me sorprendió mucho, poniéndome en una situación de pasmo, de terror y angustia, ante la imposibilidad de quitarme y defenderme, pues él ocupaba el lugar del pasillo, bloqueándome la salida. Llegamos al hotel alrededor de las 6 de la mañana, yo me quite los tenis y me metí a la cama así, con mi pantalón de mezclilla, mi playera, pero poco después me dijo que tenía que descansar, pues sería un día muy laborioso, que me quitara el pantalón, la playera y los calcetines, por lo que fui al baño a seguir sus instrucciones y al regresar para descansar él sacerdote EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA, tenía dispuestos dos vasos preparados de una bebida que él dijo era whisky, el cual yo no había probado nunca por ser menor de edad. Me dijo entonces que íbamos a brindar porque ‘había realizado un paso grande’, sin entender yo el sentido de tal afirmación. Al no poder resistirme y con la finalidad de no oponerme a sus órdenes, debí probar lo que decía ser whisky, pensando que así me dejaría descansar en paz. Inicialmente y dado que sentí muy fuerte la bebida, sólo pude dar pequeños sorbos, a lo que me apuró a beber el resto, argumentado que era una bebida de buena calidad. Al terminar de beberlo me acosté para descansar, y al poco rato sentí que, dejando su cama y solo vistiendo un calzoncillo, se recostó a mi lado, con una proximidad física que me resultó incomoda y vergonzosa. Luego de un rato se levantó, se cambió y se arregló porque a las 8 de la mañana teníamos que salir del hotel a las actividades y no regresábamos hasta las 6 o 7 de la tarde, andábamos en la calle todo el día. Ahora sé que el Hotel en donde nos quedamos era el Casa Blanca, que se encuentra ubicado en la calle Lafragua #7, Colonia Tabacalera en la Delegación Cuauhtémoc, en el Distrito Federal, dato que había reprimido por las graves afectaciones psicológicas y emocionales que sufrí y sigo sufriendo, pero con ocasión de un posterior viaje a dicha ciudad, reconocí por su cercana ubicación a la estación del metro Revolución y al monumento del mismo nombre”.

Durante su testimonio a las autoridades judiciales, la víctima refirió que después de aquella noche, el sacerdote celebró una misa en las capillas privadas de la Basílica de Guadalupe: “Durante tal celebración, previo a la consagración se dirigió a mi diciendo que ‘debíamos pedir perdón por lo que habíamos hecho’, lo cual me sorprendió y entonces él estuvo un rato en silencio y seguimos la ceremonia hasta terminar, sin denotar ninguna variación en su carácter y temperamento habitual, como muy quitado de la pena. Después de terminar los asuntos y trámites que por sus funciones de representante legal de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, A.R, y párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación, en la ciudad de México, regresamos a la ciudad de San Luis Potosí. Fue a partir de este viaje y lo ahí sucedido que se incrementaron los acercamientos lascivos, eróticos, lujuriosos y sexuales, tales como acercárseme mucho, tocarme, abrazarme contra su pecho y tocarme los genitales, los cuales me perpetraba en, prácticamente, todos los lugares de las oficinas y casa parroquiales, a las que yo debía acudir con motivo de mis funciones laborales y pastorales”.

“En su declaración judicial expuso que el sacerdote convencía a sus padres de llevarlo a dormir a la casa parroquial en muy diversas ocasiones:

“A pesar de que existían dos habitaciones dispuestas para pernoctar, él me llevó a pasar la noche en su dormitorio. Estando ahí cerró la puerta del dormitorio con llave, y volvió a sus recurrentes insinuaciones y preguntas, así como a la insistencia en la necesidad de relajarme, por lo que me instruyó de tomar un baño. Su dormitorio disponía de dos camas individuales, por lo que al disponernos a descansar él se quedó en una y yo en otra, pero al poco rato se pasó a mi cama, me dijo que me quitara el bóxer, lo cual hice y él permaneció acostado a mi lado por un momento, indicándome que me quedara quieto, pero llegó un momento en que él completamente desnudo se acostó encima de mí. A partir de ese momento y en las diversas ocasiones en que convenciendo a mis padres me llevó a dormir en la casa parroquial, se incrementaron los actos lascivos, eróticos, lujuriosos y sexuales, como el acercarse y darme besos en la boca, acariciar mi cuerpo y mis genitales, además de los actos ya señalados a los que me sometía. Ante ello, yo me quedaba inmóvil, la quijada se me trababa, las manos siempre me han sudado mucho cuando estoy nervioso, temblaba y sudaba mucho. En las diversas ocasiones y momentos en que era sometido a esos actos, llegaba a pensar en salir corriendo, pero la puerta de su cuarto tenía llave, enseguida había otra puerta que era como una cortina que tenía candado y, además, para salir de la casa había alarma, lo que me impedía salir del lugar”.

El sacerdote Córdova Bautista no solamente abusaba de él, sino que obligaba al menor a “tocarlo”: “Ese día él agarró mi mano conduciéndola a sus genitales, y me dijo que tenía que aprender ciertas cosas sobre la respiración, cómo relajarme. Estábamos en la casa parroquial, en su habitación, yo me sentí incómodo, me puse muy tenso y me eché para atrás y ya no me obligó a nada más, se quedó hablando y hablando, él estaba desnudo”.

PASCUAS JUVENILES

De acuerdo con los testimonios judiciales, el sacerdote Córdova Bautista presuntamente violentaba a varios menores de manera simultánea e iba eligiendo a sus víctimas en la población juvenil católica que acudía a la parroquia de El Paseo para asistir a las llamadas “pascuas juveniles”.

“Consíguete a alguien para que no se quede solo aquí”, le dijo el sacerdote a la primera víctima que ahora está narrando los abusos ante las autoridades judiciales potosinas.

El presbítero no quería que hubiera un vacío de jóvenes, por lo que, le encargó a la víctima, la misión de acercar vecinos de la colonia a la parroquia. El grupo inicial fue creciendo hasta 15 organizadores que atendían a un centenar de menores durante las pascuas: “Las jornadas eran muy largas en esas fechas, al terminar el padre nos invitaba a cenar, conforme pasaron los días, nos dijo que nos organizáramos de tal forma de que los días de pascua nos quedemos a dormir en el lugar, había unos salones parroquiales y algunos nos quedábamos en ellos, alrededor de 6 personas, otros dos se iban a dormir a su cuarto. Para entonces, a mí y a otros jóvenes, ya nos agarraba la cabeza, y nos decía que nos veía tensos, nos tronaba el cuello para relajarnos, abrazándonos y cargándonos”.

Añadió: “El sacerdote EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA, solía invitarme junto con los otros compañeros de los grupos juveniles, a quedarnos con él en la casa parroquial que estaba a un costado del templo. Dicha casa tenía dos habitaciones, en una de ellas había literas y es la que ocupaban algunos de los jóvenes a los que nos invitaba. La otra habitación era su dormitorio, el cual como mencioné anteriormente era una especie de bunker, inclusive había un pasillo cerca, pero los ruidos se escuchaban muy tenues por el grosor de la pared. Siempre elegía entre uno de nosotros para que lo acompañáramos y pasáramos la noche con él en su habitación, siendo yo el elegido en muchas ocasiones. Yo sé, que a todos los que nos quedábamos a dormir nos hacía las mismas preguntas sobre la masturbación, escuche comentarios de cuando llegaba un monaguillo nuevo después ya no regresaba, pero de mis amigos con todos era igual, era acercársenos, e incluso tocarnos y abrazarnos en público. Una vez me tocó estar en la habitación con él y otro compañero y a él si le estuvo haciendo preguntas más personales sobre si tenía novia, si se masturbaba, esa vez a mí no me hizo caso yo me salve…”.

Entre los jóvenes tenían prohibido hablar de lo que el sacerdote les hacía. Algunos por vergüenza jamás lo externaron, otros tampoco hablaron por amenazas del mismo Córdova Bautista. La ley del silencio fue impuesta: “Era un ambiente donde nadie se decía nada, el imponía mucho, tenía voz grave y en público cuando hacía regaños era muy humillante, no le importaba quien estuviera, era muy autoritario y le teníamos miedo”.

La primera víctima recordó que después de algunos meses mantenía una relación con una chica que trabajaba en la misma iglesia y que el sacerdote Córdova Bautista lo acosaba con preguntas íntimas sobre las relaciones sexuales o la masturbación: “Que si me masturbaba pensando en ella, incluso empezó a armar frases y argumentos manipuladores como decirme que ‘el hecho de masturbarme era echar a perder mi vida, era como desperdiciar la semilla de la vida, que estaba echando a la basura el don que Dios me dio y no debía hacerlo’. Él decía que me iba a ayudar a que me controlara porque, tocarme era eso. Entonces el sacerdote comenzó a prestarme su ayuda para evitar eyacular precozmente” mediante sus tocamientos a mis genitales. Dichos tocamientos me los realizaba en diversos lugares de la casa parroquial, la sacristía, las oficinas parroquiales”.

La víctima detalló ante las autoridades judiciales la forma en la que su vida dio un vuelco. Su estado emocional era cada día más precario y sus problemas psicológicos a consecuencia de los abusos sexuales provocaron que abandonara la preparatoria, algo que el sacerdote aprovechó para inscribirlo en un programa del INEA que él mismo había instalado e invitarlo a vivir con él.

Después de varios años de abusos, un día decidió abandonar la parroquia en la que también laboraban su hermana y su madre. Ambas no entendían su decisión, e incluso su hermana le dejó de hablar durante cuatro meses porque se había atrevido a abandonar de manera “irresponsable e ingrata” al padre Córdova, después de todo lo que él había hecho por él.

La víctima no podía narrar lo que había sufrido a sus familiares por vergüenza y miedo. Pero fue otra trabajadora de la iglesia, donde las conductas del sacerdote eran vox populi, quien alertó a la hermana: “Al padre le gusta tocar a los niños y también lo hizo con tu hermano”.

La hermana, quien ahora también se ha presentado ante las autoridades judiciales como testigo, fue investigando los actos del sacerdote: “Ella pudo conocer los testimonios directos de varios de los menores de edad que también sufrieron vejaciones como las que conmigo ocurrieron por parte del sacerdote EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA y que coinciden con quienes en esta narración de hechos eran invitados a dormir en la casa parroquial, a realizar viajes a la Ciudad de México y participaban de las actividades pastorales en dicha parroquia, por ser vecinos de la misma…”.

Los denunciantes aportan nombres y apellidos, cuya identidad se reserva aquí, para cuidar su seguridad e integridad.

DELITO DE ENCUBRIMIENTO

Fueron varias las familias de los jóvenes abusados las que acudieron al Arzobispado de San Luis Potosí para denunciar al sacerdote Eduardo Córdova Bautista. Algunas de las denuncias fueron por escrito y los quejosos exhiben esos documentos con el sello de recibido por parte de las oficinas de la Arquidiócesis.

El arzobispo Morales Reyes les dijo que el sacerdote sería sometido a juicio, pero dicho procedimiento eclesiástico tuvo el carácter de “secreto”, y las víctimas no fueron informadas. Únicamente fueron avisadas por escrito, 15 meses después de la queja inicial, que el sacerdote Córdova Bautista había sido removido de su cargo, para nombrarlo capellán en otra comunidad religiosa.

En su declaración ministerial, la víctima aludió este asunto: “Tal resolución resultaba un desprecio a la dignidad de mi persona y de mi familia, además de poner en peligro inminente a otros menores con los que entraría en contacto el depravado sacerdote. Entendiendo así que la Arquidiócesis de San Luis Potosí AR. no consideraba la conducta de EDUARDO CORDOVA BAUTISTA como grave o merecedora de sanción alguna, pues solo lo cambio de un lugar a otro, protegiéndolo al no dar parte a las autoridades civiles de hechos que constituyen múltiples delitos graves. Creando condiciones y facilitando proseguir con sus fechorías”.

Las víctimas denunciantes, acompañadas por Martín Faz Mora, presentaron como prueba documental, los escritos con membrete, firma y sello que la Arquidiócesis les ofreció ante las denuncias de abuso sexual desde el 2003 y 2004.

El primer denunciante aclaró:

“Quiero hacer énfasis de que la Arquidiócesis de San Luis Potosí A.R., en dicha resolución reconoce tácitamente la comisión de las conductas delictuosas que aquí se denuncia toda vez que me ofreció dar inicio a un tratamiento psiquiátrico, el cual consistió en una sola sesión del todo insuficiente para las graves afectaciones psicológicas y emocionales que he sufrido. Con lo que se comprueba que la Arquidiócesis de San Luis Potosí A.R., con el conocimiento y aceptación de los hechos ocurridos, fue omisa y actuó en complicidad con el sacerdote EDUARDO CORDOVA BAUTISTA”.

La víctima reconoció que debido a los abusos sexuales sufridos, no ha podido desarrollar su vida sanamente: “Por efecto de los daños emocionales y psicológicos que sufrí y hasta la fecha padezco, no ha sido fácil salir adelante, pues no podía estudiar, no duraba en los trabajos y no me podía relacionar bien con alguna novia, por lo que debí llevar durante muchos años apoyo terapéutico de orden psicológico”.

El equipo de abogados de las víctimas, encabezado por Martín Faz Mora, argumentaron judicialmente el delito de encubrimiento contra el Arzobispado de San Luis Potosí y todos aquellos quienes resulten responsables, de la siguiente manera:

“Este elemento se acredita con lo referido en cuanto a que la Arquidiócesis teniendo conocimiento de conductas constitutivas de delitos por parte del sacerdote EDUARDO CORDOVA BAUTISTA, a partir de la queja interpuesta por mi familia, de la que se desprende que inició procedimiento jurisdiccional eclesiástico. El segundo de los elementos se satisface toda vez la Arquidiócesis de San Luis Potosí, A.R., habiendo tenido conocimiento de los hechos y asumiendo tácitamente la consumación de los mismos en escrito con fecha 01 de septiembre de 2005, donde informa el cambio de adscripción del sacerdote EDUARDO CORDOVA BAUTISTA y la iniciación de un tratamiento psiquiátrico hacia mi persona, incurre en ocultar y proporcionar ayuda al imputado. El tercer elemento se integra con la omisión de la Arquidiócesis y sus representantes legales de denunciar ante autoridades civiles los actos constitutivos de delitos, permitiendo que CORDOVA BAUTISTA se siguiera desempeñando como ministro de culto hasta mayo de 2014”.

Para los abogados de las víctimas, el delito de encubrimiento es permanente, ya que el cómputo del plazo para que opere la prescripción de la acción penal inicia a partir de que se hace del conocimiento de la autoridad ministerial de la comisión de dicho ilícito.

Más aún: Esta instancia coadyuvante de la representación social estima que de los hechos narrados se acreditan todos y cada uno de los elementos del tipo penal y sus agravantes referidos con anterioridad en razón de que hubo ausencia del consentimiento de la víctima debido a la violencia moral ejercida por EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA a través de su relación de suprasubordinación en razón de que la víctima trabajaba como Sacristán en la Parroquia de la Anunciación, condición que facilitaba la cercanía del imputado con la víctima y la anuencia de los padres a consentir que este último lo acompañara en diversas ocasiones a la ciudad de México. Este mismo supuesto se robustece toda vez que para obtener el consentimiento de parte de la víctima CORDOVA BAUTISTA hacía uso de discursos religiosos y sexuales que condicionaban psicológica y físicamente a que la víctima impeliera el daño, pues como refiere le generaban temor e incapacidad de acto alguno para resistir la conducta; aunado a que EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA recurría a intoxicar y por ende privar de sus sentidos a la víctima, dirigiendo su voluntad a permitir la ejecución de los tocamientos y diversos actos eróticos”.

Los abogados detallaron delito por delito, con jurisprudencia y conocimiento sobre las leyes. Y de acuerdo a pruebas y testimonios, el sacerdote enfrentaría cientos de casos de abuso sexual, ya que cada acto es independiente, a pesar de que haya sido perpetrado contra una sola persona.

Así lo explicaron en la querella: “Cuando en el delito de abuso sexual se está en presencia de pluralidad de tocamientos efectuados por el activo en el cuerpo de la víctima, realizados en distinto tiempo y encaminados en cada ocasión a consumar dicho ilícito, en cada una de ellas se actualizará un delito independiente, pues el abuso sexual es un delito instantáneo, porque en el mismo momento en el que se actualiza la conducta punible se produce el resultado, esto es, se destruye o sufre un menoscabo el bien jurídico tutelado, por lo que debe estimarse que se actualiza el concurso real homogéneo de delitos”.

En cuanto al delito de corrupción de menores, los abogados consideraron que la pena debería ser doble, ya que la investidura sacerdotal del presunto delincuente y la forma de narcotizar o embriagar a las víctimas para consumar el abuso, lo fundamentan.

“El primero de ellos, se encuentra debidamente acreditado en virtud de que los hechos ocurrieron siendo el suscrito menor de dieciocho años; por otro lado, el segundo de los elementos mencionados se acredita toda vez que los actos realizados por el activo tuvieron como objeto el procurar, facilitar y obligar al pasivo a la comisión de los actos perversos de exhibicionismo corporal, lascivo y sexual, así como el consumir sustancias toxicas como lo es la bebida etílica que se hace mención. Los actos perversos perpetrados por el activo no dejan lugar a dudas en cuanto al objeto de corromper el desarrollo normal, psíquico y físico del denunciante. Por corrupción debe entenderse como el envilecimiento, la depravación, la perversión que se realiza en la persona de un menor de dieciocho años”.

Y la víctima declaró: “Al haber realizado la conducta un ministro de un culto religioso, además empleador de la víctima, además en la iglesia y sitio de reunión al que yo acudía, además suministrándome bebidas embriagantes para no poder evitar la ejecución del acto y, además empleando, como se mencionó en los hechos de mi denuncia, violencia psicológica y moral en mi contra. La pena aumenta al doble de lo que corresponde, tratándose del delito de corrupción de menores”.

Sobre la comisión presuntamente del delito de privación e la libertad, los abogados lo fundamentaron de la siguiente forma:

“Se actualizó con las diversas ocasiones a partir de octubre del año 2000 hasta diciembre del 2003, en que aún en contra de mi voluntad, EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA me mantuvo encerrado en su dormitorio, impidiéndome salir y abandonar ese lugar. Cabe reiterar que fue en contra de mi voluntad todas esas noches que pasé en el dormitorio de EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA, pues aprovechándose de su investidura de sacerdote y de su autoridad moral, hacía creer a mis padres que mi estancia en la casa parroquial era completamente normal, inocente y conveniente. En efecto, la privación ilegal de mi libertad se concretó ante la imposibilidad en la que me vi de abandonar voluntariamente tanto el dormitorio de Eduardo Córdova Bautista, como la casa parroquial en la que este se ubicaba, en virtud de las múltiples cerraduras y cortina con candado, que mantenían la habitación y la casa totalmente sellada, impidiéndome la salida del inmueble mencionado, así como de la violencia moral, psicológica y emocional que ejercía hacía mi persona para doblegar mi voluntad y el consentimiento de permanecer en ese lugar”.

Este viernes, los abogados de las víctimas encabezados por Martín Faz Mora, ofrecerán una conferencia de prensa en el café “La Posada del Virrey”, situado en la Plaza de Armas de San Luis Potosí a las 13:00 horas.

Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.
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