CRÓNICA | ¿Qué se puede hacer en México con el “ya merito”? La respuesta puede estar en el discurso oficial

30/06/2014 - 12:04 am
Foto: Francsico Cañedo, SinEmbargo
Aficionados se congregaron en el Zócalo capitalino para ver el partido de México contra Holanda en el Mundial Brasil 2014. Foto: Francsico Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).–Aquella misma tarde quedaría colgada en el Salón Corona. Hugo Sánchez cobraría un penal muy dudoso. Pero la victoria era de México, el país que apenas levantaba los escombros de su terremoto. Paraguay era el enemigo. El fotógrafo Fabricio León se concentró en un parroquiano en tres posiciones: antes, durante y después. La estrella nacional falló.

Con los días, México llegó al quinto partido. En un largo periodo de 120 minutos, la escuadra de nacionales sucumbió 1-4 en el Estadio Universitario de Monterrey ante Alemania. “Y fue ahí donde empezó la maldición”, exclama Lorenzo Ramos frente al serial de tres fotos en el Salón Corona que prueba cómo una ilusión no dura nada. En 28 años, la cantina que basa su personalidad en los tacos y tortas al pastor en un feliz maridaje con cerveza de barril, creció tanto que tiene ya cuatro sucursales. La imagen de la falla de Sánchez recibe en todas. Aquí, en Bolívar 24, en el Centro Histórico, Lorenzo continúa en su descripción: “Esa foto que está ahí es la representación del “ya merito”. De la maldición mexicana. Mire, ese fue el año en que México jugó el quinto partido y nunca ha vuelto a pasar eso porque es la maldición”.

Quien le entienda al Fútbol, incorpórese a esta desgracia. La risa y el llanto han hecho binomio. Esto duele y más cuando hace apenas cinco minutos la vida –aquí mismo- era esplendorosa. Lo que parecía una batalla ganada por los once caballeros andantes en camiseta verde con una tremenda anotación de Giovani Dos Santos, se convirtió en la telenovela consabida titulada “Jugamos como nunca. Perdimos como siempre”. O: “No se pudo ni se ha podido”. México acaba de perder contra Holanda 2-1 su pase a cuartos de final en el Mundial de la FIFA por sexta vez (sin contar Italia 1990 al que no fue por el escándalo de los cachirules).

En ríos, las personas quieren irse de aquí. “Ay, a donde sea”, dice un hombre a quien el sombrero de palma le tapa los ojos. El mismo Lorenzo exclama: “Y ahora, y ahora… No faltarán los sesudos que quieran analizar lo que estoy sintiendo”. Y le sobrevienen muchos “carajos” y muchas “chingadamadres” y mucho pegar con el puño cerrado en la mesa de madera. Pero no es sólo él. Todo el Salón Corona se llena de improperios en un segundo. Ese jefe de meseros, famoso por su parecido con Mario Bross, quien cumple los malditos seis mundiales aquí, no es capaz de detenerse, como si supiera lo que sigue, como si adivinara el destino, como si fuera sabedor que la normalidad no debe ser rota. Ahí va con su delantal blanco y la pluma sobre la oreja. Ahí va, como el jefe que es, impávido.

Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Aficionados del fútbol se concentraron en las calles del Centro Histórico para apoyar al Tricolor. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Aquí falla el pronóstico para “puto”, el término que en forma de grito unificó a los aficionados en los estadios brasileños y fue dedicado al portero de cada equipo contrincante. Por lo menos, en el mediodía del Salón Corona, no está, como muchos analistas habían vaticinado. Una vez que la FIFA admitió “su poca carga homofóbica” y su infinito número de connotaciones elevado al universo, había cierto permiso para derrocharla. Pero no, hoy predominan otras. Y ahora sí, tienen un solo significado: “Perdimos”.

–Vale, pues, una pregunta ¿qué se hace con el “ya merito”?

“Ayyyy, mejor no andar preguntando eso”, dice Lorenzo. Pero acepta imaginar: “Pues unos agarrarán de todos modos la peda. Otros se darán un tiro. Los que tienen trabajo mañana empiezan. Yo qué sé, pregúntele al Presidente”. Como el balón que lanzó para único gol Giovani dos Santos, Lorenzo –gordo hombre de guayabera, bigote blanco, tequila enfrente– tira: “Yo le pregunto, ¿qué va a hacer ahora el Presidente con todo esto?”

Esa pregunta también es legítima. La semana anterior, desde el triunfo en el partido de México contra Croacia, el primer mandatario, Enrique PeñaNieto, hizo suyo el fútbol. Ofreció –en llamada telefónica videograbada–apersonarse en Brasil en cuanto México ganara el encuentro con Holanda (Los Países Bajos). Antes, había dicho, entre otras cosas, que no había espacio en México que no se festejara a la selección entrenada por Miguel “El Piojo” Herrera.

¿Qué va a hacer ahora? Carlos Páez Agraz, experto en Discurso de la empresa AdQuat tiene una respuesta simple: “El lunes dejará de usar el discurso en torno al Fútbol. Lo olvidará. Se deshará de él. Lo primero que se prepara en la política es la ruta de salida. Hay que tener una salida lista. Y la salida es deportiva. Te sales por el Deporte que es la tangente de la política. ¿Qué he dicho? No, no, no. Te sales por el Fútbol que es la tangente de la política”.

Y sí, el Presidente Enrique Peña Nieto ya ha enviado su último tuit. Durante todo el partido usó el microblog para expresar su estado de ánimo. Hubo uno para Gio, el hombre del gol, en el que le dijo: “Eres grande”. El último es: “A los jugadores e integrantes de @miseleccionmx: México los quiere y felicita por su entrega, actitud y pasión”.

El pronóstico: el Presidente ya no hablará de Fútbol. La realidad: ya, se acabó.

Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Aficionados mostraron su decepción y tristeza ante la derrota de la Selección Mexicana en octavos de final en el Mundial 2014. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

La mañana del domingo 29 de junio, México quedó fuera del Mundial de Fútbol 2014, organizado en Brasil por la Federación Internacional de Futbol-Asociación (FIFA), llamado ¡Viva Brasil!

Recibimos dos goles, uno de la autoría de Giovani dos Santos y otro por los efectos que concede ese aparente conjuro en contra nuestra.

Y es que en el minuto 47, ya en el segundo tiempo, íbamos ganando. Giovanni Dos Santos metió un tremendo disparo desde afuera del área. Imparable, empezó a circular en las redes la imagen de la cantante Belinda –la ex novia del futbolista- con un: “Siempre sí te quiero”.

El portero Guillermo Ochoa lo salvaba todo. El mano a mano elevaba a su figura en el mundo. Holanda tenía constantes llegadas. Él, paradas, paradas paradas. En el minuto 87 la defensa mexicana falló y “La Naranja Mecánica” aprovechó bien la oportunidad. Nos empataron 1-1.

Si como ha descrito el especialista en futbol, Samuel Martínez, de la Universidad Iberoamericana, para SinEmbargo, el fútbol es una realidad construida en un universo alterno en la que predomina el histrionismo, el sueño fue robado con un memorable drama. Arjen Robben fingió varias faltas en zona de penal con clavados que parecían ir directo a un océano. El árbitro sólo marcó penal, ante un rozón de Rafael Márquez, en el último minuto (el bueno, el mismo en el que cada cuatro años, los mexicanos aprovechamos para perder algunos de nuestros sueños). De modo que Klaas Jan Huntelaar pudo anotarle a Ochoa, el portero que al final, fue declarado por la FIFA como “el mejor jugador del partido”.

Ahora tenemos un enemigo holandés –los que saben y los que no sabemos nada de Futbol-.

Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Aficionados no sabían si ir al Ángel de la Independencia ante la derrota de la Selección Mexicana en el Mundial Brasil 2014. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

-Vamos al Ángel, pues –, acepta Lorenzo.

En el camino, alguien declara que el ánimo no deber ser de derrota, que la selección mexicana jugó como nunca y que hizo Historia. Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal cercan las calles, no dejan pasar, desvían la circulación de esta manifestación de hombres y mujeres tristes. Se ha posado una nube negra, muy gorda y porosa. Es raro: hay sol y nublazón al mismo tiempo en la Ciudad de México.

Por Reforma viene otro contingente en contra del “Hoy no Circula”, el programa para automovilistas que el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, desea renovar dada la pesadez del aire del Valle de México.

La amenaza de que aparezca el grupo llamado “anarquista” flota como en cualquier otra marcha en estas calles. Las tiendas de conveniencia –Oxxo y Seven Eleven- han cerrado las puertas. Otros negocios en el Centro Histórico han bajado las cortinas. Es probable, como ha ocurrido en los mundiales anteriores, que sobrevenga otro linchamiento nacional: el del técnico Miguel Herrera, “El Piojo”.

“No”, suelta Ismael Castro, todo vestido de verde y con la bandera nacional sin águila, pintada sobre la cara. “Este Mundial es diferente. Hay que recordar cómo venía la Selección. “El Piojo” puede volver tranquilo a México. Nadie le va a hacer nada. Sin duda hubo errores, pero logró entrar al Mundial”.

– Pero ha dejado a México donde ha estado siempre, ¿no?

-Pues sí. Pero la culpa no sólo es del Piojo.

Se corre a partir de la Glorieta de la Palma. Reforma es de los hinchas. Está limpísima, como pista para ciclistas. Pero no hay mucho en El Ángel de la Independencia. A las 15:00 horas se percibe lo inevitable: el festín de la derrota se desinfla. Se deja de cantar el “Cielito lindo” a capella. Ningún mariachi quiso desplazarse desde el Eje Central hacia Reforma. Y ni los anarquistas aparecen. Así que muchos se van, se disgregan, regresan a sus casas.

El viejo Salón Corona, fundado en Bolívar 24 en 1928 y en cuyo techo hay una Virgen de Guadalupe, va perdiendo a sus parroquianos. Pocos voltean al serial de fotos, colgado en el vestíbulo. Ahí está, tan orondo como siempre. Ese, el del momento en el que Hugo Sánchez falló el penal contra Paraguay en el Mundial México 1986.

 

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