Entrevista

Soy el último de los sacerdotes, sin cargo ni parroquia; soy un misionero itinerante: Solalinde

30/06/2018 - 12:04 am

El padre y defensor de los migrantes narra toda su vida, avatares, su fe y cómo esta lo condujo a ayudar activamente a las personas más desamparadas. Lo cuenta a la periodista Karla María Gutiérrez, que le viene sacando las palabras desde hace años, con una persistencia y un cariño encomiables. Esta es la nota.

Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).– Con una energía poderosa a sus 73 años, Alejandro Solalinde Guerra promociona el libro Revelaciones de un misionero: Mi vida itinerante (Harper Collins México), que ha escrito con la periodista Karla María Gutiérrez.

Defiende los derechos humanos, pregona el amor incluyente y es capaz de ver a los victimarios también como víctimas; comparte sus vivencias con los lectores para que se aproximen a su misión en un libro más sobre Alejandro Solalinde.

“La verdad es que mientras lo hacía no vi los otros, para no influirme”, dice la periodista Karla Gutiérrez.

–El año pasado presentaba el libro escrito con la antropóloga Ana Luz Minera Castillo, ¿qué diferencia hay con este?

­–Todos los libros son importante y tienen algo. Yo en especial estoy muy agradecido con las mujeres que han ido haciendo los libros conmigo. Este es el sexto libro, con la excepción de uno que lo hizo un padre y con excepción del segundo que fue una antología de varios periodistas, todos los demás han sido hechos con mujeres y yo. Este concita ahora mi interés porque cuenta no la historia de un hombre, sino la historia de un sacerdote desde que es seminarista y esos temas que nunca había imaginado la importancia que iba a tener para la iglesia. Por ejemplo, hablo de unos hombres que fueron importantes, como Camilo Maccise, general de los padres carmelitas, un tipazo. Cuando llegué, en mi primer día, me recibió él y me fue inculcando los cambios. A partir de ese momento tuve la dicha que me recibieran y platicaran conmigo, que me formaran personas que estaban por el cambio. De hecho, luego Camilo Maccise se hizo teólogo de la liberación y escribió muchos libros. Este libro narra la aventura de un seminarista que le siembran el cambio y una iglesia que le da miedo cambiar.

–Usted dice que es rebelde y desobediente

­–Administrativamente, soy el último de los sacerdotes. No tengo cargo ni ningún puesto en alguna parroquia. No tengo nada. Mi vinculación con la iglesia es a través de la misión itinerante que yo hago. Desde 1971 fue cuando rompí con el molde convencional de la iglesia, de los seminarios, para irme a una vida diferente; hasta el 2010 en que logré el respeto y la autorización de mi jerarquía.

–¿Usted renunció a su carrera?

–¡No, para nada! Ahí está lo interesante de este libro. Los sacerdotes anteriores a mí tuvieron que renunciar para ser ellos mismos, ser fieles y cambiar. Yo me mantuve neciamente en la iglesia. Me he mantenido y me mantendré. Lo que quiero decir es que lo que marca este libro es que sí se puede ser diferente, que no necesariamente tienes que ser un sumiso de la jerarquía, sino ser maduro, proponer los cambios siendo uno mismo. Tengo 44 años de sacerdote y varias veces me han amenazado de ex comunión algunos obispos, pero he platicado con ellos y no tienen razones evangélicas ni bíblicas ni del magisterio para hacerlo. Los he retado, que me digan las razones del magisterio de la iglesia para que me digan en qué estoy mal y nunca me lo han dicho.

–¿Cómo está ahora la jerarquía de la iglesia, teniendo en cuenta que se acaba de ir Norberto Rivera?

–El gran omiso. Se fue el gran omiso. Será Norberto Rivera el último omiso de la Iglesia Católica, de los que se han enriquecido, de los que han sido príncipes inútiles, que no necesita la iglesia. Lo que hace falta son pastores y como dice el Papa Francisco: “oler a oveja”.

–¿Onésimo Cepeda?

–Por supuesto. Es coincidencia que los dos sean tan priístas.

El padre Alejandro Solalinde Guerra y la periodista Karla María Gutiérrez, autora del libro “Revelaciones de un misionero: Mi vida itinerante” (Harper Collins México). Foto: SinEmbargo

–¿Cuándo empezó a ver esta historia de la política metida en la iglesia?

–La mezcla entre lo eclesiástico y lo político es vieja. Viene desde la Edad Media. En México podemos ver cómo virreyes eran arzobispos y eran la autoridad civil. La cuestión no es juntar la institución eclesiástica con la institución civil, porque eso va en contra del Estado Laico, yo estoy a favor del Estado Laico. Se tienen que separar la institución eclesiástica del Estado, pero no necesariamente tenemos que tener un Estado ateo, en contra de la religión. Lo que tiene que estar unido es la fe con la política, la fe con la economía, la fe con la cultura, la fe con todas las realidades.

–Alma Guillermoprieto, la periodista mexicana alababa un poco la cultura de la Iglesia evangélica, diciendo que la iglesia jamás se acercó a la gente…

–Ella tiene razón. Además tiene un plus: que la Iglesia evangélica hace a la gente leer la Biblia y la Iglesia católica no. Hay personas que no leen la Biblia, por eso es explicable que tengamos un país tan guadalupano y a la vez tan corrupto, tan desordenado como lo tenemos. La Iglesia evangélica ha ayudado mucho a dejar el alcohol, a leer la palabra de Dios.

–Usted ha estado con el Papa Francisco, ¿ha podido hablar de lo que pasa en México?

–Sí, claro. El Papa Francisco es la persona mejor informada sobre México. El alto clero se ha vuelto una costra que cuesta mucho trabajo cambiar. Sin embargo, el Papa Francisco quiere el cambio. Carlos Aguiar Retes es una promesa de cambio. Ahora está en Roma y no va a platicar con el Papa para que todo siga igual.

Las confesiones de un misionero. Foto: Especial

EL PAPA, MÉXICO Y EPN

–El Papa sufrió mucho cuando vino acá, a México

–Claro que sufrió, él no pudo estar con su pueblo. Sufrió la mordaza que le puso Claudia Ruiz Massieu Salinas, quien entonces era la Secretaria de Relaciones Exteriores. Estuvo 15 días antes en Europa, para decirle al Papa de las cosas que no debía hablar: Ayotzinapa, desaparecidos, eran como tópicos de Estado. Enrique Peña Nieto y “La Gaviota” lo encerraron para que Francisco tuviera relación con la gente rica y con aquellos gobernadores que después iban a ser juzgados por corrupción.

–¿Qué diría de México, ha cambiado su política con los migrantes del sur o sigue estando igual?

–La política del PRIAN ha sido incondicional con los Estados Unidos. Han sido serviles, pero ni Donald Trump ni el Primer Ministro italiano van a poder con la migración. La migración se va a reír de ellos, van a seguir llegando, nadie puede evitarla en el mundo. La única posibilidad de cambio es AMLO y va a venir un cambio en las políticas migratorias. Migración no tiene por qué ser un apéndice de la Seguridad de los Estados Unidos. Se tienen que revisar el tema de los trámites, se tienen que cerrar esas cárceles horribles donde meten a la gente y se tiene que dar el trato amable, de los derechos humanos, en la expedición de papeles. Lo demás es no achacarle una culpabilidad que no tienen a los migrantes, tratándolos como si fueran criminales. Con respecto a los niños que ha separado Trump de su familia, tanto Peña Nieto como Luis Videgaray son cómplices. Nada han dicho. ¿Dónde están los consulados?

–¿Sufrió mucho en su camino, Alejandro Solalinde?

–Sí, he sufrido mucho, porque el precio de mantenerme fiel a la palabra católica ha sido muy alto, pero vale la pena: gané. En 2010 gané a que respetaran mi vocación de misionero y padre itinerante del reino de Dios.

–¿Qué piensa del aborto, un tema candente?

–Creo que la libertad es irrestricta, obligar a una persona, sustituir su consciencia, no puedes. No estoy ni a favor ni en contra. Lo que digo es que no puede defenderse la vida en un periodo prenatal, las demás etapas del desarrollo son vida también. Respeto a las personas y que ellas decidan lo que más convenga. Edúquelos, fórmelos, para que tengan mejor consciencia, pero nunca puede sustituir.

Y sobre los temas que trata el padre, la autora de este nuevo libro, Karla María Gutiérrez, destaca lo complejo de escribir sobre el también luchador social.

“Ha sido un proceso complejo, específicamente me acerqué al padre en marzo del año pasado e hice la primera entrevista el 16 de abril. Ha sido un trabajo periodísticamente muy interesante, un privilegio tener este contacto directo con el padre Alejandro. Compartir momentos de su intimidad, ver su vida, tener esta oportunidad de trabajar con un sacerdote resultó muy interesante. Ha sido complicado y es un tema que nos ha presentado muchos retos”, comenta.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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