El poeta, coreógrafo y director de escena David Attie (México, 1963) presentasu segundo libro titulado Rincones de metal. Una recopilación de textos poéticos escritos con una inteligencia narrativa que cautiva y acompaña y que surgen de la pasión por el arte, la música, la danza y lo teatral.
Ciudad de México, 30 de julio (SinEmbargo).- “Narciso tocó por horas el instrumento mortal. Se advertía un sonido constante y feroz de catarsis interrumpida. En un soplo de amor gozó todos los rincones del metal: el muelle en espiral, el pequeño tudel, la afeminada boquilla reconociendo su condición inédita de áspera beldad. Se encontró con su boca inexacta, su adusta nariz, su rostro iracundo”.
David Attie (México, 1963) es poeta, coreógrafo y director de escena. Su poemario Rincones de metal, editado Praxis, es expresión de una vocación cultural abierta a muchas manifestaciones artísticas y constituye al mismo tiempo la voz de su propio espíritu traducido en cierto modo “borgiano”, con aspiración universal y metafísica.
“Evidentemente soy lector de Jorge Luis Borges y estos textos quisieron ser como cuentos. Hasta que noté que mi veta poética se comía a la narrativa. Entré a una segunda fase donde empecé a limpiar para poder dejar esta versión final. Es prosa poética, donde la narrativa ocupa un lugar”, dice Attie en entrevista con SinEmbargo.
La búsqueda personal del autor es bucear en la historia de la cultura occidental y en la judía, los dos ejes donde se asienta Rincones de metal.
“Un poquito la idea es a partir de una búsqueda de identidad, poder regresar a los mitos y a los personajes bíblicos, para saber qué tenemos de Penélope, de Ulises, de Moisés”, afirma el autor de lo que describe como “un libro confesional”, inspirado también en escenas de películas como Camila (María Luisa Bemberg, 1984).
“Esa escena en la que Camila y Ladislao, ya escapados, hacen el amor y pasa una congregación católica por afuera. Esa imagen marcó mi obra de un modo muy intenso”, afirma Attie, cuyo libro de va lo sagrado a lo profano y de lo material a lo espiritual con una voluntad ontológica, no moralista.
“La poesía es para mí el universo espiritual que me permite escapar del mundo terrenal para poder ir más allá”, agrega.
El último poema del libro, “Rincones de metal”, le da título y muestra a un Narciso reflejado en una tuba: “Las puertas habían sido rotuladas apelando a una flor: gardenia, clavel, rosa…Al acomodar sus pertenencias y sentir el deseo de mirarse, lo sorprendió un reclamo.
–¿Cómo adivinaron?
Pero no hay espejos en el cuarto de Narciso”.
“A partir de ese momento en que Narciso se ve distorsionado a través del instrumento musical, inicia el preludio de su muerte e inicia un viaje por los rincones de metal de la tuba”, explica David.
“Soy un loco de los instrumentos musicales. En mi trayectoria el cello por ejemplo ha sido reinterpretado de mil maneras. En el espectáculo que hice recientemente, donde Rincones de metal estuvo muy presente, usé un saxofón”, agrega.
Attie inició su carrera como coreógrafo y bailarín. Fue durante mucho tiempo primera figura en el Ballet Teatro del Espacio, hizo cinco obras en el universo de la ópera moderna y “terminando exhausto de esto tan grande que es la ópera, quise hacer algo mucho más íntimo”, donde también experimentó como actor.
Se trata del montaje en escena de su primer libro Mal digo cuerpo, un espectáculo con una soprano, una bailarina, un saxofón y el propio Attie como actor, poeta y bailarín, una iniciativa multidisciplinaria muy bien lograda que le permitió unir varias pasiones artísticas.
“Me parece que la unión de varios elementos puede ser muy poderosa y a eso es lo que le tiro. Estoy muy feliz con el libro que escribí durante cinco años y sobre todo con la expectativa de que el lector se sienta curiosa hacia las muchas referencias literarias e históricas que tiene Rincones de metal”, concluye.
