México

Fue a Los Pinos y se tomó selfie con EPN. Hoy dice, desencantado: “La batuta la llevan las sotanas”

30/08/2016 - 6:33 pm

El 17 de mayo, el Presidente Enrique Peña Nieto realizó un evento público en Los Pinos para promulgar la iniciativa del matrimonio igualitario. La propuesta se congeló, y la Iglesia sostuvo que la idea perjudicó las aspiraciones del Partido Revolucionario Institucional en los comicios del 5 de junio. El propio PRI pareciera haber reculado en el Congreso, en medio de la oposición de grupos más conservadores. Los jefes de bancada en el Senado y en la Cámara de Diputados, Emilio Gamboa Patrón y César Camacho Quiroz, han relegado la iniciativa, por no ser “prioritaria” .

No obstante, el compromiso firmado en el Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, se logró tras el reconocimiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a que todas las personas puedan casarse sin discriminación alguna. Hoy, representantes de la población lésbico, gay, bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual (LGBTTTI) que se sentaron junto a Peña Nieto aquel 17 de mayo, cuestionan que su partido echara a la congeladora la iniciativa.

Enrique Peña Nieto, Presidente de México, firmó la iniciativa en el Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia. Foto: Cuartoscuro
Enrique Peña Nieto, Presidente de México, firmó la iniciativa en el Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia. Foto: Cuartoscuro

UN SELFIE CON PEÑA NIETO

Por Jaime Morales *

Ciudad de México, 30 de agosto (SinEmbargo).- El 17 de mayo fui invitado junto con un grupo de activistas lésbico, gay, bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual (LGBTTTI) a la residencia presidencial.

—El Presidente nos invita a Los Pinos —dijo Allan Nahum— pero sólo podremos ir tres familias.

—¡Qué bien! ¿Con hijos? — pregunté.

—No sé, solo hay tres lugares. Es sin maridos y sin hijos.

—Hay que verlo, porque es importante que el Presidente y sus colaboradores nos vean en pareja y con hijos, puede darles otra percepción.

Finalmente pudimos ir con la esposa, en el caso de Olivia, y con los maridos en el caso de Allan y el mío. Llegamos sin los hijos, por un problema de logística y seguridad que entendimos.

Así comenzó todo. Entre llamadas y consensos acabé siendo yo el designado para dar un mensaje a nombre de nuestras familias ante el Presidente. Fuimos seis quienes hablamos de los problemas más representativos del Colectivo.

Escribí el bosquejo de mi intervención. Como no quise correr el riesgo de decir una barbaridad, llamé a mis admiradas defensoras de los Derechos Humanos, Olivia Rubio e Hilda Téllez. Logramos un mensaje emotivo, directo y efectivo.

Lo que pasó en los Pinos, no se quedó en los Pinos.

La nota del evento obtuvo ocho columnas en los diarios del día siguiente. Sin dejar escapar el desliz de habernos tomado una selfie con Enrique Peña Nieto, se encargaron de difundirlo. Lo último cimbró nuestras reputaciones. A pocos parecía importarle nada de lo que habíamos logrado.

Por primera vez, el Presidente de la República en México se pronunciaba a favor de las causas de la población LGBTTTI. Había atendido específicamente lo que pedimos en mi intervención. El Jefe del Ejecutivo federal firmó las iniciativas de decreto para modificar el primer párrafo del artículo cuarto de la Constitución, por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones del Código Civil Federal.

Propuso, en sus palabras, “reconocer como un derecho humano que las personas puedan contraer matrimonio sin discriminación alguna”.

Nuestra presencia en Los Pinos y el posicionamiento del Presidente fueron detonadores para que al interior de lo que se conoce como el colectivo gay, reaccionaran los grupos menos institucionales. Al interior de la Iglesia, estallaron los estratos más conservadores y los sectores más desinformados.

Unos nos reclamaban que habíamos ido a Los Pinos a recibir prebendas, a lavar la imagen internacional del Presidente. Decían que era el colmo del servilismo el habernos tomado una foto, sonrientes, con él. Quizás si hubiéramos exigido la aparición de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, reclamado la compra del avión presidencial o pedido esclarecer la compra de la llamada “casa blanca”; mi participación habría sido considerada lo suficientemente contestataria para ser validada y entendida como útil.

Padres de familia se mostraron orgullosos de sus hijos. Foto: Cuartoscuro
Padres de familia se mostraron orgullosos de sus hijos. Foto: Cuartoscuro

No, no se me ocurrió. Confieso que fui seducido por la imagen presidencial, el boato, la circunstancia, el Escudo Nacional. Para mí, la toma de esa fotografía no fue más que la consecuencia lógica de la reunión que acababa de tener lugar.

Me sedujo la firma del Presidente en una iniciativa que reconocía a mi familia y a la de muchxs, la instrucción a los miembros del Gabinete a cambiar las condiciones jurídicas y de salud pública de las personas que conformamos la población LGBTTTI. Por eso sonreí y por eso me cayó bien Enrique Peña Nieto. ¿Por qué estaba mal sellar el momento con una fotografía? ¿Invalida esa foto nuestras luchas y creencias?

No solo molestamos a grupos de activistas, también abrimos la caja de Pandora, picamos la cola a las serpientes que estaban adormecidas, las que buscan hacer valer, casi siempre a la mala, su status quo, sus privilegios y su concepción retrógrada de la familia.

Molestamos a esos que quieren que los pobres se conformen con su situación, porque “eso es lo que Dios quiere para ellos” y “los premiará en el Paraíso”. Aquellos que nunca han tenido hijos, que dicen nunca haber tenido sexo y nunca haber tocado su cuerpo. Son esas personas quienes creen tener el máximo derecho a opinar sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras relaciones y sobre las formas en que decidimos tener sexo.

Ministros de culto, tanto de la Iglesia Católica como de iglesias que ni a registro llegan, se han unido en nuestra contra. El barco de los privilegios hace agua y todas las ratas han salido. Norberto Rivera y sus obispos, Juan Dabdoub y sus huestes han decidido encender la mecha de una guerra civil en la que se busca impedir que se reivindiquen los derechos que nos han sido negados desde siempre. No tienen ninguna razón justa para iniciar esta nueva Guerra Cristera; lo único que quieren es demostrar que los Poderes Ejecutivo y Legislativo no tienen el control, que la batuta la llevan las sotanas, que su agenda sí es prioritaria.

Y como nadie les dice nada, la impunidad les permite mentir cínicamente. Mienten sobre lo que significan las iniciativas de Ley efectuadas el 17 de mayo, mienten sobre el significado que tiene la palabra familia para la sociedad mexicana. Mienten como lo han hecho siempre sobre la homosexualidad, sobre su propia moral y sobre sus instituciones.

Han querido desaparecer a las familias de homosexuales y lesbianas de la faz de la tierra bajo el grito totalitario de “¡ni los veo ni los oigo!”. Esa realidad que el Cardenal y sus obispos no quieren aceptar, el evangelio que no quieren acatar, en sus ambiciones de poder han perdido la misericordia, claridad y conciencia que juraron el día que fueron ordenados.

Un dirigente familiar lleno de odio y de mentiras con tufo a totalitarismo, un dirigente familiar que no puede decir abiertamente quien patrocina su causa, que habla del matrimonio natural, como desde el inicio de los tiempos y no como un contrato de conveniencia social. Estos personajes dirigen la Cruzada.

Frente a esta situación me pregunto: ¿Cómo es posible que el Presidente no haya tenido una estrategia clara, consensada y articulada para llevar a buen puerto sus iniciativas?

Eligió una muy buena capitana de barco, Alexandra Haas, la Presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), para apoyar y dar seguimiento a las iniciativas. A ella, pese a sus mejores oficios, gran capacidad de gestión y experiencia, el Estado la dotó de muy pocos recursos políticos y económicos. ¿Por qué no la protegieron con una patente presidencial que le permitiera recibir recursos y apoyo político? ¿Por qué el partido del Presidente, en lugar de hacer una evaluación consciente de su actuar en los últimos cuatro años, responsabiliza a las iniciativas y por ende al Presidente de su fracaso como partido en las elecciones pasadas?

En el acto se entabló una serie de diálogos con representantes de diversas instituciones y asociaciones a favor de los derechos de las personas. Foto: Cuartoscuro
En el acto se entabló una serie de diálogos con representantes de diversas instituciones y asociaciones a favor de los derechos de las personas. Foto: Cuartoscuro

En este gobierno las agendas personales “van mano” a las nacionales. Nada está planeado. Como ejemplo, léase la Reforma Educativa, a reserva de hablar de las bondades o no que posee. Los operadores han sido más enemigos de la reforma que responsables profesionales, confiables e inteligentes.

Hoy las iniciativas del 17 de mayo tienen su CNTE en la Iglesia Católica. En el caso de la CNTE, ningún operador político usando la ley, la inteligencia y el espíritu democrático ha calmado las aguas; en nuestro caso, el odio irracional y los criterios decimonónicos de la curia no han encontrado freno en la ley, porque alguien desde el poder no lo permite articular.

Nos estamos enfrentando al inicio de una espiral de retroceso democrático, social y humano. Hoy hablamos de los derechos de la población LGBTTTI, mañana de los derechos reproductivos de las mujeres y así seguimos, poniendo en riesgo los derechos humanos de todas nosotras y nosotros.

Tenemos que detener esta andanada de odio que divide a los mexicanos con respecto a temas que no están sujetos a la opinión de nadie. Nuestros derechos no necesitan la aprobación de la Iglesia o de los grupos de derecha, necesitan cumplirse a como dé lugar. Hoy debemos detener esta ola de odio, odio que divide a los mexicanos.

Si me vuelven a preguntar: ¿Crees que el Presidente los está utilizando para limpiar su nombre? Les volveré a contestar, no, estoy seguro que no, estoy seguro que tuvo la mejor intención y argumentos para hacerlo. Lo que no tengo claro es si él tiene claro en que se metió y a donde nos empujó. Pareciera que su irresponsabilidad es grande al no asumir el compromiso que firmó con nosotros con una selfie y un juramento sobre la Constitución ante todas las mexicanas y mexicanos.

* Jaime Morales es activista y productor de teatro. Está casado con el actor de telenovelas Felipe Nájera desde el 2010 y ambos conformaron la primera pareja gay en adoptar un hijo en México.

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