Ciudad de México, 30 de octubre (SinEmbargo).–Las mascotas, como los humanos, también pueden padecer depresión que muchas veces pasa desapercibida por sus dueños, si estos están durante mucho tiempo fuera.
En los perros, los síntomas de este estado son más evidentes: a veces se quedan en esquinas sentados sin hacer nada, se rehusan a salir a pasear, se les ve decaídos y no se muestran activos.
Los gatos por otro lado duermen mucho más de lo normal, comen constantemente o buscan comida, van y vienen en sus andares por interiores y en algunos casos más intensos, comienzan a perder parte de su pelaje.
Una de las causas que afectan a estas dos especies se debe a los cambios que enfrentan. Los perros y los gatos odian los cambios. Si vivieron una mudanza de casa, si su dueño salió de viaje por un periodo largo de tiempo, si fueron alejados de su familia o madre a temprana edad o sufrieron la pérdida de un compañero o dueño, los perros y los gatos podrían padecer depresión.
Los gatos son muy celosos en ese aspecto así que, en caso de que haya un nuevo integrante a la familia, (sea un perro, un bebé e incluso otro gato) se sentirán desplazados e irritados y podrían presentar síntomas de depresión.
Si los perros detectan cambios en su entorno también son susceptibles a padecer depresión, aunque el factor más común en esta especie es la pérdida de un ser querido.
Otra de las causas más comunes que ocasionan este padecimiento en los perros es que permanecen largas horas encerrados solos y eso les puede ocasionar depresión por “separación” cuando ven a sus dueños salir de la casa. O por el simple hecho de que no conviven con el exterior, se sienten atrapados y no pueden quemar toda la energía que obtienen al ingerir alimentos.
Los canes pueden sentirse de esta forma después de tener peleas con otros perros, de experimentar vivencias traumáticas y estresantes o simplemente porque el invierno dio inicio.
Al menos 8 millones de las mascotas que vivían en Reino Unido padecieron un “bajón” en su estado de ánimo cuando entró la temporada de invierno y se encontró que el 59 por ciento de los perros dormían más de lo normal, de acuerdo a un estudio que hizo People’s Dispensary for Sick Animals (PDSA).
Los cambios en los perros son repentinos y notorios: dejan de hacer actividades que alguna vez disfrutaron, sus hábitos alimenticios son diferentes, se dejan de relacionar con otras mascotas o semejantes. En casos más extremos, algunos animales se esconden por horas, presentan temblores corporales, gimen y lloran más de lo usual, dejan de comer o se auto mutilan.
También es importante detectar en gatos y perros si se trata de una depresión duradera o si se trata de algo pasajero que podría desaparecer en unas semanas. Si la depresión es permanente, podría deberse a un malestar físico o a actividades inusuales en sus hormonas, padecimientos que deberán ser tratados de forma profesional.
En el caso de los gatos uno de las señales que presentan y que puede confundirse es su ronroneo, pues a veces hacen esto para consolarse a sí mismos y no para mostrar felicidad. Es importante conocer al felino que se trata, pues aunque cada uno tiene una personalidad diferente, existe un patrón que se repite: los gatos más callados se vuelven más ruidosos al sufrir depresión y viceversa.
¿QUÉ HACER?
A veces la depresión puede ser un síntoma de otro padecimiento, por lo que la principal sugerencia es acudir al veterinario para una revisión de rutina.
Para evitar que se presenten situaciones de depresión en las mascotas, se debe tener una rutina fija con ellos, en el que exista tiempo suficiente para jugar y convivir, de forma que no sientan cambios repentinos.
Muchas veces, la depresión en las mascotas se debe a que no tienen suficiente actividad física que los canse y entretenga, por ello es importante invertir tiempo en sacarlos a pasear y jugar con ellos.
Para sobrellevar este padecimiento es crucial mantener su mente activa y distraída. Realizar juegos que requieran de su destreza mental como escondites u objetos con los que pueda entretenerse.
Los juguetes siempre serán de gran ayuda, a veces no necesitan objetos lujosos con los que muchas veces no se mostrarán emocionados, sino simplemente juguetes que les hagan involucrarse en una actividad por largos periodos. Además les será de gran ayuda si permanecen solos durante largos periodos en el día.
Ofrecerles atención, más de la que normalmente se les proporcionaría. Al principio no mostrarán ningún interés y pueden repeler estas muestras de atención, pero eventualmente cederán. Por otro lado, no se les debe de acariciar demasiado, ya que esto lo ven como una recompensa y ellos podrían interpretar que se ven premiados por tener un comportamiento diferente y erróneo.
En el caso de los perros, es importante que puedan convivir con sus semejantes, por lo que acudir constantemente a los parques para estar con más perros, le será benéfico.
Los gatos por otra parte son cazadores por naturaleza, así que cualquier actividad que involucre perseguir objetos pequeños, los hará felices, según un estudio de la bióloga Sara Hall de la Universidad de Southampton, Reino Unido.
En caso de que estas actividades no resulten, es importante acudir con el veterinario quien le podrá proporcionar medicamento especializado o indicaciones más específicas.
