Las lecciones de Luz María Dávila. A dos años de la Masacre de Villas de Salvárcar (VIDEO)

31/01/2012 - 12:05 am

[Nota de Redacción: Este texto fue publicado el viernes 12 de febrero de 2010. La Masacre de Villas de Salvárcar contra aproximadamente 60 estudiantes del CBTIS 128, del Colegio de Bachilleres 9 y de la Universidad Autónoma de Chihuahua, se había cometido apenas unos días antes, el 31 de enero de 2010, en Ciudad Juárez, Chihuahua. El autor toma el reclamo de Luz María Dávila García al presidente Felipe Calderón para analizarlo a contraluz de los sucesos, y de la tragedia humana en Juárez, ciudad natal de quien escribe. Fue publicado originalmente en el periódico El Universal. Se transcribe íntegro]

El jueves 11 de febrero [de 2010], México se conmovió cuando Luz María Dávila García, madre que perdió a sus dos hijos en la matanza de estudiantes de Ciudad Juárez, confrontó al presidente Felipe Calderón. Nos sacudimos por muchas razones. Porque vimos el dolor cara a cara; porque lo dicho y difundido hasta ese momento sobre la guerra contra las drogas carecía de rostro y, a pesar de cuanto habíamos visto, nos era todavía muy lejana. Nos conmovió porque nos dimos cuenta de que no todos los juarenses son narcos, como pareciera que quieren hacer sentir; porque muchos, al verla, pensamos que no hemos hecho lo suficiente, que apenas movimos un dedo cuando nos llegaban noticias sobre el drama humano que se vive en esa ciudad. Nos partimos en dos porque agarramos al gobierno con las manos en la masa: pretendía que ni esas vidas segadas contaran; quería enviar con prisa esos cuerpos adolescentes a la fosa común del olvido, a donde se van “por narcos (o pandilleros)” todos los muertos. Quería tirarlos cómodamente a la fosa común de los ciudadanos del mal, los de segunda categoría, los que no merecen ni el recuerdo. Luz María Dávila García los enfrentó: hasta aquí, señores. Yo en lo personal me conmoví porque, además, no importa qué tan cerca se pueda estar de ese drama nacional: nunca entenderé lo que significa para una madre perder a sus dos hijos en un solo acto injusto, en un solo machetazo impune.

Esa madre dolida nos movió hondo porque en apenas unos minutos expuso lo que muchos pensamos. Luz María –quien perdió a Marcos y José Luis Piña Dávila, de 19 y 17 años de edad– delineó, sin proponérselo, una estrategia social para Ciudad Juárez. Y por supuesto nadie espere que el gobierno se dé por enterado. Vea:

“Discúlpeme, señor presidente. Yo no le puedo decir bienvenido porque para mí no lo es. Nadie de ustedes lo es, ¿sí? Aquí nadie lo es. Porque aquí son más de dos años que se están cometiendo asesinatos; se están cometiendo muchas cosas y nadie hace nada”.

Realidad: Como Luz María, muchos ciudadanos, ya no creen en sus gobernantes. Dudan de la capacidad del Estado para garantizarles certeza, seguridad. Estrategia sugerida: Fortalecer las instituciones.

“Yo quiero que se haga justicia, no nada más para mis dos niños, sino para todos los demás niños. Yo no puedo darle la mano y decirle ‘bienvenido’, porque para mí no es bienvenido”.

Realidad: Los ciudadanos no quieren actos protocolarios y grandilocuentes: quieren respuestas. Y no mañana, o pasado mañana; las quieren ahora. No respuestas para unos cuantos; las quieren para todos. Estrategia: Fortalecer el aparato de justicia, y mandar un mensaje de sensibilidad, de cercanía con las víctimas de esta guerra.

“Yo quiero que esto se haga bien, que Juárez sea el Juárez de antes. Aquí Juárez está en luto. No es justo; mis muchachitos estaban en una fiesta. Ahora lo que quiero es que usted… usted se retracte de lo que dijeron, de lo que usted dijo: que eran pandilleros. Mentira.”

Realidad: Los ciudadanos saben que había un México mejor. No uno “donde los ciudadanos convivían con los narcos y eran felices”, sino donde los ciudadanos correctos no se metían con delincuentes que, además, la autoridad federal está obligada a combatir. Y no es que fuera un México ideal y mucho menos un Ciudad Juárez ejemplar; para nada. Sabemos que esa ciudad, y este país, están sobre sus rodillas desde hace años. Pero esta guerra armada le ha cargado la mano a los más jodidos: ¿dónde están los que lavan y se gastan los miles de millones de dólares del narco? ¿Por qué esos no están presos? Estrategia: Recobrar la confianza en las acciones del gobierno; conducirse sin demagogia frente a los dolidos; sólo con la verdad.

“Uno de mis hijos estaba en la UACH y el otro estaba en la prepa. No tenían… no tenían tiempo. No puede ser que digan que eran pandilleros. No tenían tiempo para andar en la calle, estudiaban y trabajaban”.

Realidad: Los hijos de doña Luz María, por su esfuerzo, estudiaban y trabajaban. Por fortuna no eran pandilleros. Y aun si lo fueran, la falta es del Estado. Sin oportunidades laborales, con unas cuantas escuelas superiores, los jóvenes juarenses (y de buena parte del país) se acogen en el crimen organizado porque de algo deben comer, en algún lugar deben encontrar esperanza de ser alguien, aun ese “alguien” terriblemente equivocado. Los sicarios en Ciudad Juárez ganan (datos del alcalde Reyes Ferríz) 1,500 pesos al mes; nada. Estrategia mínima: Atender a los jóvenes, generar empleos, abrir más universidades y escuelas de educación media.

“Apuesto a que si a usted [se dirige al presidente Calderón] le hubieran matado a un hijo, usted de debajo de las piedras buscaba al asesino; siendo que como yo no tengo los recursos, yo no los puedo buscar”.

Realidad: Más claro, ni el agua: los ciudadanos saben que en este país, la justicia es sólo para los poderosos. Aquellos que no tienen influencias no pueden aspirar a la justicia. Estrategia: Acciones permanentes contra la impunidad, a favor de la justicia sin distingos.

“No, no, siempre dicen lo mismo, señor presidente. El Ferríz [alcalde de Ciudad Juárez], el Baeza [gobernador de Chihuahua]… Aquí no se arregla nada, todo sigue peor. Es la verdad. En mi casa están tendidos ahorita, estamos en el novenario. Yo quiero justicia para mis hijos y para los demás estudiantes, porque eran de 14 años en adelante. Era una fiesta para un muchachito de 18 años”.

Realidad: Los ciudadanos están cansados, heridos, desilusionados. Y quieren justicia ahora. Estrategia: Empezar un proceso de sanación; una jornada intensa para recuperar el favor y la confianza de las comunidades que, del gobierno, sólo conocen, en estos últimos años, las armas.

“Póngase en mi lugar, a ver qué siento yo, que yo no tengo a mis hijos y eran los dos únicos hijos. Pero, ¿verdad señores que ustedes no dicen nada? ¡Ah!, pero qué bien le aplauden al presidente, qué bueno, pues sí. Quiero que se ponga en mi lugar ahorita, lo que yo estoy sintiendo”.

Realidad: Los ciudadanos sienten muy lejanas a las autoridades. Estrategia única y mínima: Que los políticos cumplan.

Felipe Calderón responde con una muletilla al dolor: “Por supuesto…”

“No diga por supuesto, presidente, haga algo por Juárez. Que Juárez se vea como antes era Juárez, no como el sangriento que está ahorita”.

Realidad: La violencia genera violencia. Los problemas de México no se resolverán aumentando el calibre de las balas. Estrategia: Cualquiera, menos la guerra.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx
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