Van Gogh como Mozart, Amy Winehouse y James Dean, a 125 años de su muerte

31/07/2015 - 12:02 am
Vincent Van Gogh, una pasión que no cesa. Foto: Museo Van Gogh, Amsterdam
Vincent Van Gogh, una pasión que no cesa. Foto: Museo Van Gogh, Amsterdam

Por Annette Birschel y Sabine Glaubitz

Ciudad de México, 31 de julio (SinEmbargo/dpa).-  El rostro de Vincent van Gogh ilustra desde camisetas a tazas de té, mientras que en las paredes de numerosas casas cuelgan reproducciones de sus “Girasoles” o su “Almendro en flor”.

Sobre su vida se han rodado películas, escrito novelas y hasta compuesto una ópera. Sus obras sirven de inspiración en las pasarelas de alta costura de París y también en varias aplicaciones de smartphones. En resumen: al cumplirse este 29 de julio 125 años de su muerte, el pintor está más presente que nunca.

“Lo curioso es que prácticamente nadie lo conocía cuando murió”, comenta a dpa el director del Museo Van Gogh de Ámsterdam, Axel Rüger. Aunque ya no le sorprende el culto al artista, pues lo ve a diario con sus propios ojos: las filas para entrar en el museo siempre son largas y muchos de los interesados son jóvenes.

En 2014, el museo recibió unos 1,4 millones de visitantes.

PIONERO DEL ARTE MODERNO

El pintor holandés es considerado uno de los pioneros del arte moderno, pero eso no llega a explicar la fascinación que generan sus obras. Sin embargo, el director del museo no duda al comparar a Van Gogh con Mozart, Amy Winehouse y James Dean. Son genios que murieron jóvenes. Además, “la persona y la obra de Van Gogh están intrínsecamente relacionadas”, observa.

Muchas de las cosas que se conocen actualmente del célebre pintor trascendieron a través de las cartas que le escribía a su hermano Theo, que trabajaba como marchante de arte en París.

Hijo de un pastor protestante de la provincia de Brabante, en el sur de Holanda, Van Gogh luchó contra su destino, recorriendo su propio país, Reino Unido, Bélgica y Francia. Trabajó en el comercio de arte, como maestro, vendedor de libros y predicador hasta que, finalmente, a los 27 años decidió que se dedicaría a la pintura.

Su vida acabó sólo diez años después en Auvers-sur-Oise, cerca de París. Dejó 850 cuadros y casi 1.300 dibujos, que hoy se venden por sumas astronómicas.

La biografía del famoso pintor es terreno abonado para que surja el mito: Van Gogh, el genio no reconocido, el artista pobre y solitario, el loco, etc., pero Rüger asegura que muchas de esas asunciones no son correctas. “Van Gogh no cayó del cielo siendo genio”, comenta. El director del museo recuerda que el pintor estudió mucho arte y fue adquiriendo sus capacidades con el aprendizaje.

Los herederos del pintor ponen girasoles en su tumba. Foto: Museo Van Gogh Amsterdam
Los herederos del pintor ponen girasoles en su tumba. Foto: Museo Van Gogh Amsterdam

¿Y la locura? Los campesinos de Nuenen, donde su padre trabajaba como pastor, ya lo llamaban en vida “el loco”. Pero también hay que imaginarse la situación: un joven pelirrojo de mirada penetrante que camina con su caballete, truene o llueva. En un pueblo tradicional, eso ya de por sí es algo poco habitual.

Van Gogh trabajaba con disciplina y reflexionaba mucho, aunque también comenzó a sufrir cada vez más ataques depresivos y delirios. Según se sabe hoy, la pobreza también forma parte de la romántica leyenda en torno a él: Van Gogh no sufrió necesidades, era respaldado generosamente por su hermano.

Si bien en vida no vendió ni un cuadro, tampoco fue un genio no reconocido, como aseguran muchos. Antes de su muerte, los críticos de arte ya habían comenzado a prestar atención a sus trabajos, que no encajaban con ninguna otra tendencia.

En enero de 1890, el crítico de arte francés Albert Aurier incluso llegó a decir que Van Gogh era una especie de Mesías, “el redentor, el sembrador de la verdad que mejorará el mal estado de nuestro arte”.

De hecho el reconocimiento de su obra se produjo muy poco después de su muerte. La fuerza de su uso del color y el simbolismo de sus composiciones comenzó a inspirar a otros pintores contemporáneos.

Y fascina todavía hoy.

“Van Gogh conmueve a muchas personas”, comenta el director del museo, que señala que al observar los cuadros el espectador parece sentir la calidez del sol del sur de Francia, el aroma de las lilas y los sonidos que hacen los cuervos que sobrevuelan los campos sembrados.

El arte y la vida tan dramáticamente breve del pintor atraen a muchos. Y es que para Rüger, lo que genera tanta fascinación es “la promesa no cumplida”. El nombre de Vincent van Gogh será relacionado una y otra vez con la pregunta de qué habría ocurrido si no se hubiese matado el 27 de julio de 1890 de un balazo. Murió dos días después en Auvers-sur-Oise, como consecuencia de las heridas.

Una propuesta del museo que lleva su nombre, a 125 años de la muerte del pintor. Foto: Museo Van Gogh, Amsterdam
Una propuesta del museo que lleva su nombre, a 125 años de la muerte del pintor. Foto: Museo Van Gogh, Amsterdam

¿SE CUMPLIRÁ SU ÚLTIMO DESEO?

Las paredes desnudas, una silla de madera y un gigantesco cristal antibalas que cuelga ahí donde debió haber estado la cama de Vincent van Gogh. No hay mucho más en la pequeña habitación del Auberge Ravoux, la pensión a unos 30 kilómetros de París en la que murió el pintor el 29 de julio de 1890.

Tras el grueso cristal hay un marco del revés en el que se lee “Antes o después, quizá encuentre la posibilidad de hacer una exposición propia en un café”. Aquel deseo se lo manifestó por carta a su hermano Theo el 10 de julio, poco antes de morir.

La casa Ravoux está en Auvers-sur-Oise, una idílica localidad al noroeste de la capital francesa. A finales del siglo XIX, el pueblo atrajo a numerosos impresionistas que inmortalizaron el pintoresco valle del Oise. Y también Van Gogh alquiló una modesta habitación en una pensión del lugar.

La casa Ravoux está en Auvers-sur-Oise, una idílica localidad al noroeste de la capital francesa. Foto: Facebook
La casa Ravoux está en Auvers-sur-Oise, una idílica localidad al noroeste de la capital francesa. Foto: Facebook

A lo largo de 70 días, el paisaje rural de la zona lo inspiró para pintar unos 80 lienzos, entre ellos obras maestras como “La iglesia de Auvers-sur-Oise” o sus famosos campos de cereales, en los que su potente pincelada amarilla parece amenazar al azul del cielo. Cerca de la iglesia, en el cementerio del pueblo, yacen también los restos del pintor.

Tras el grueso cristal protector de la habitación con el número cinco colgará en algún momento uno de los cuadros de Auvers que hoy se venden por millones. Con ello, Dominique-Charles Janssens pretende hacer realidad el último deseo del artista. La pensión, cuenta a dpa el fundador del Instituto Van Gogh, es el lugar ideal, pues aquí fue donde el artista pintó por última vez.

El sueño de Van Gogh es también su sueño, subraya este belga, que afirma sentir una vinculación especial con el pintor holandés. Y es que cuando resultó gravemente herido en un accidente de tráfico frente al último hogar del pintor él tenía 37 años, los mismos con los que falleció Van Gogh en esta pequeña habitación.

Para Janssens, no fue una simple casualidad: dejó su lucrativo empleo como gerente del grupo de alimentación Danone, compró el entonces venido a menos Auberge Ravoux y lo sometió a una cuidada renovación en la que invirtió 17 millones de euros (18,7 millones de dólares).

Así, convirtió la planta baja en un restaurante para que los curiosos puedan dejar pasar el tiempo en el lugar en el que almorzaba Van Gogh. Por allí se han dejado ver desde entonces el dibujante Jean-Jacques Sempé, creador del personaje del “Pequeño Nicolás” o el cineasta Roman Polanski.

Además, amuebló la habitación del artista tal y como era cuando éste murió y nunca se volvió a alquilar. El propio ex directivo se convirtió en un experto en el artista holandés. En 1987 fundó el Instituto Van Gogh e hizo del lecho de muerte del pintor un lugar de peregrinación que recibe anualmente miles de visitas.

Un pueblo dedicado a la memoria del genial pintor holandés. Foto: Facebook
Un pueblo dedicado a la memoria del genial pintor holandés. Foto: Facebook

La última habitación de Van Gogh está abierta al público desde 1993 y por allí han pasado hasta ahora más de un millón de curiosos. Un maná del que también se beneficia la casa y taller del pintor Charles-François Daubigny (1817-1878), cerca del Auberge Ravoux. Según afirman, la antigua pensión es un imán turístico para Auvers.

Hace ya más de 15 años que Janssens instaló el cristal antibalas en la habitación de siete metros cuadrados. En aquel entonces, su intención era que el Museo Pushkin le prestara por tiempo indefinido el “Paisaje de Auvers en la lluvia”, pero el proyecto fracasó por los reparos del Ministerio de Cultura francés.

En 2007 vio una segunda oportunidad cuando se ofreció a subasta en Nueva York uno de los campos de cereales del artista por un valor estimado de 24 millones de euros. Janssens comenzó a reunir dinero, pero su iniciativa llegó demasiado tarde. De haberlo logrado, los mecenas habrían podido contemplar la obra maestra cuando quisieran mediante una webcam.

Un genio al que la humanidad venera cada día más. Foto: Facebook
Un genio al que la humanidad venera cada día más. Foto: Facebook

Ahora, con la ayuda de Olivier-René Veillon, director del Comité Cinematográfico de París, espera rodar una película y ha fichado como director científico de su instituto a Wouter van der Veen, uno de los más reconocidos especialistas en Van Gogh.

Con él ha diseñado la app y web vangoghsdream.org, a través de la que cualquiera puede participar en el proyecto. Pronto, augura, el último sueño de Van Gogh se hará realidad.

 

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