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Adela Navarro Bello

31/08/2016 - 12:00 am

Cuatro años de mal gobierno

¿Qué hace el Presidente Enrique Peña Nieto? Parece que administra la carencia en tiempos de vacas flacas, y lo más grave, no se le ve un programa a la vista, una estrategia efectiva en el corto plazo, para sacar a México del brete en el que sus políticas y reformas lo han sumido.

¿Qué hace el Presidente Enrique Peña Nieto? Parece que administra la carencia en tiempos de vacas flacas, y lo más grave, no se le ve un programa a la vista. Foto: Cuartoscuro
¿Qué hace el Presidente Enrique Peña Nieto? Parece que administra la carencia en tiempos de vacas flacas, y lo más grave, no se le ve un programa a la vista. Foto: Cuartoscuro

El Presidente Enrique Peña Nieto arriba a su cuarto informe de Gobierno en condiciones deprimentes, en términos políticos, económicos, de imagen, de seguridad, de desarrollo y crecimiento. No es sin duda, el mejor año del priísta que recuperó (en Tribunales y con mucha sospecha de ilegalidad) la Presidencia de la República.

México atraviesa por muchas crisis, producto de la escasa habilidad de Peña Nieto para hacer frente a los problemas del País, y que ha redundado en que estos crezcan en lugar de ser mermados. A la ausencia de un Estado de Derecho, la pobreza en la procuración de justicia, se suma ahora la incertidumbre económica de un País en el que todo sube menos el índice de crecimiento.

Aparte de vivir en un México más inseguro (julio 2016 fue el mes más violento según el Sistema Nacional de Seguridad Pública), dominado por los cárteles de la droga y en algunos estados por vengadores anónimos o manifestantes inconformes con el Gobierno Federal, ahora también los mexicanos vivimos en un País sin oportunidades de crecimiento.

Llega Peña a su cuarto informe de gobierno con una calificación negativa en el ámbito de la inversión internacional, si bien es cierto producto de factores externos de inicio, también resultado de una combinación de políticas fiscales erradas en nuestro país, además de un excesivo gasto de gobierno y, particularmente, la ausencia de estado de derecho y certeza jurídica que inhibe la inversión internacional.

En materia de percepción, Enrique Peña Nieto llega a su cuarto año de gobierno con el 23 por ciento de aprobación según la encuesta del periódico Reforma. Ciertamente en las calles de este país se percibe la animadversión hacia la figura presidencial priísta, y el propio mandatario lo reconoció cuando hace unas semanas solicitó perdón –una vez más- por la transacción de la “casa blanca” por parte de su esposa, hecho que dijo, fue mal percibido por los mexicanos aun y cuando él hizo todo lo legalmente correcto, justificó.

No es para menos, de la sospecha de compra de votos en la elección del 2012 que lo llevó a la Presidencia de la República, los mexicanos pasaron a la sospecha de incapacidad gubernamental ante el incremento sistemático en el precio de los combustibles en territorio nacional y la ausencia de obras federales, para detenerse en 2014 y ser testigos de la ausencia de Estado de Derecho, la creciente corrupción y la ineficiente labor de corporaciones policíacas y fuerzas armadas en los casos de Tlatlaya, Estado de México, e Iguala, Guerrero, donde 22 civiles fueron muertos a disparos y 43 estudiantes desaparecidos, respectivamente. Ese mismo año lo cerró Peña con el “escándalo” (realmente no hubo repercusiones oficiales que le den el grado de escándalo), de la “casa blanca”, y los visos de corrupción y conflicto de intereses en el círculo presidencial.

Con ese hecho de clausura de 2014, el 2015 fue el año de la corrupción en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Le siguió la casa de Malinalco de su Secretario de Hacienda, la propia utilizada en la campaña, la exhibición de los excesos de los gobernadores priístas que no se ha detenido, y más hechos de impunidad y excesos como el de Tanhuato, Michoacán.

2016 el año del cuarto informe de gobierno de Enrique Peña Nieto llega así, con la percepción cada vez más aguda de la corrupción y la transa, la inseguridad y el abuso, la ineficiencia y la incapacidad. Ahora no sólo México es violento, sino que es poco recomendado para la inversión internacional, la calificación, no sólo en materia económica, es negativa para la presidencia priísta del hombre del Estado de México que no ha logrado, fuera de los primeros meses de su administración cuando le fueron aprobadas, en contubernio con partidos de oposición, sus “reformas estructurales”.

Y precisamente en los días previos a su cuarto informe, el que promete llenarlo de historias de éxito registradas en su administración y con sus programas federales como origen, cinco golpes mediáticos: su esposa le pidió a un amigo que le pagara el predial de su departamento en Miami, Estados Unidos. Un amigo cuya hermana tiene o tuvo relación de contrato con el Gobierno Federal. La tesis de Enrique Peña estudiante de derecho que fue plagiada en un 28 por ciento, y lo cual ahora justifica la Universidad Panamericana, es un hecho consumado y no hay castigo o sanción. El incremento a la gasolina y a la energía eléctrica, y por último, la calificación negativa para la inversión internacional que emiten las certificadoras financieras.

Efectivamente, el cuarto año de gobierno no es el mejor del Presidente Enrique Peña Nieto. Los mexicanos comenzarán a ver y padecer el aumento de precios con lo que comerciantes y prestadores de servicios absorberán los incrementos a los insumos, el crecimiento sostenido en cuatro años ubicado en el 2 por ciento, no asegura el incremento en la producción nacional que asegure la oportunidad y el desarrollo. Escenario caótico al que se suma la depreciación del peso mexicano que esta semana, una vez más más, llegó a los 19.08 por dólar estadounidense.

¿Qué hace el Presidente Enrique Peña Nieto? Parece que administra la carencia en tiempos de vacas flacas, y lo más grave, no se le ve un programa a la vista, una estrategia efectiva en el corto plazo, para sacar a México del brete en el que sus políticas y reformas lo han sumido. Lo que urge es que se ponga a Gobernar, sin intereses, sin partidos, sin beneficios personales, solo en aras de la seguridad física, de la seguridad económica, del desarrollo de este pueblo que no puede ni vivir ni comer de unas cuantas pocas historias de éxito.

Que el Presidente Peña se aleje de las cámaras y se dedique a construir un gobierno efectivo. Le quedan dos años. No más. Y las consecuencias de no hacerlo, son muy riesgosas para el País que enfrenta una nota de riesgo para la inversión, y muchas alertas para no visitarlo por el clima de inseguridad, ahora sí que en su más amplio significado.

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