Equinoterapia, tratamiento físico y emocional entre hombre-animal

02/08/2015 - 12:06 am

Ciudad de México, 2 de agosto (SinEmbargo).- Karla Fernanda es una niña de seis años que afronta el mismo reto cada miércoles, montar a “Valentín”, un caballo que pesa 500 kilogramos y triplica su estatura. Por si el porte de este animal no fuera lo suficientemente imponente, parte de la terapia que Karla recibe consisten en que una terapeuta le venda los ojos al inicio de cada sesión. Ella queda sin poder observar, pero ante los presentes, Karla monta de espaldas y realiza una serie de ejercicios, mientras hace esfuerzos por guardar el equilibrio.

Como ella, al Centro Deportivo Jesús Clark Flores, en la Delegación Coyoacán de la Ciudad de México, llegan otros 24 pacientes que reciben equinoterapia en esa sede.

Los padres de Karla Fernanda decidieron buscar ayuda cuando en la escuela les dijeron que su hija padecía de un déficit de atención e hiperactividad, un asunto que veían venir, pero que no sabían cómo abordar.

Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

Luego de tres meses de acompañamiento y contacto con los caballos, los primeros resultados se hicieron presentes, relató su madre, Gloria Ramírez.

“Mi hija ha sido más cariñosa. Cosa que antes era más desapegada. Ya me obedece más. Sí ha servido la terapia, y aparte, te hace ser mucho más sensible con las personas que tienen más deficiencias”.

La equinoterapia es recomendada para pacientes que buscan mejorar padecimientos de psicomotricidad, emocionales, autoestima, autismo, síndrome de Down, de Asperger, parálisis cerebral, esclerosis múltiple y una lista restante de condiciones que pareciera no acabar.

Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

Los especialistas coincidieron en que dependiendo de la discapacidad así es el tratamiento. La equinoterapia pasa por el trabajo físico, emocional y psicológico, explicó Mónica Yamile Pasten Toscano, terapeuta del Centro de Equinoterapia México Alemania.

“Hay niños que sus papas se están separando y les causa problema. Hay niños que no mueven nada del cuerpo, hipotónicos, de ellos esperamos que empiecen a sostener la cabeza o a mover un brazo. Hay niños que sufren bullying, de ellos esperamos que aprendan a marcar una línea de respeto en la escuela. O de elevarles la autoestima con el caballo. También hay personas de la tercera edad que vienen”, detalló.

Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

La equinoterapia dejó de ser una excentricidad hace varios años, un estudio de la Sociedad Española de Fisioterapia en Pediatría del 2005 demostró que sólo ocho minutos de una sesión eran suficientes para que los pacientes con parálisis cerebral mejoraran la simetría del tronco y sus miembros inferiores.

En el caso de las personas con síndrome de Down, las terapias pueden mezclarse conforme la condición sea leve, moderada o severa.

Lourdes Padilla tiene una hermana y un sobrino con Down, a los que trae desde hace tres meses a este tratamiento. Padilla describió que ambos pacientes pasaron de tenerle pavor al caballo a estar a gusto sobre él.

Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

“Han ganado confianza. Todo el mundo cree que la equinoterapia es subirse y montar a caballo. Y yo por lo que he visto son las mismas decisiones que toman en el caballo, las que toman en la vida, para su desenvolvimiento personal o cotidiano”, refirió Padilla.

De acuerdo con los terapeutas, las funciones de la kinestesia del cerebro, que controlan el movimiento del cuerpo, son estimuladas durante el recorrido que se hace encima del caballo. Esto logra que los pacientes puedan desempeñar con mayor facilidad su propio movimiento corporal a la hora de estar solos, ya que las diversas conexiones neuronales de la motricidad fina y gruesa permanecen después de la sesión.

En México existen al menos 20 centros ecuestres que ofrecen este tipo de terapias. Los caballos deben ser certificados por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), además de estar vacunados una vez al mes, desparasitados cada tres meses y tener un cambio de herraje cada 45 días, dice la fisioterapeuta Claudia Pasten Toscano, quien fundó CEMAAC en el 2006.

Foto: Luis Barrón, SinEmbargo
Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

Muchos de los familiares se preguntan cuánto tiempo puede pasar para ver los resultados que buscan. La respuesta varía, pero, la experiencia de los terapeutas puede dar una pista de cuánto deben esperar para ver los primeros avances.

“Yo hice una estadística, aproximadamente la mayoría de los pacientes en cuatro sesiones en casi un mes tienen avances. Ese es el parámetro. Casi siempre son esas cuatro semanas en las que empezamos a ver notorios resultados”, detalló Yamile Pasten.

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