EN LA MENTE DE LOS CABALLEROS TEMPLARIOS

01/08/2013 - 12:00 am

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El 1o de diciembre de 2010, el gobierno mexicano dio por muerto a Nazario Moreno González, líder y fundador de La Familia Michoacana. Y tres meses después, el 8 de marzo de 2011, se anunciaban el nacimiento de Los Caballeros Templarios.  Distintas voces insisten en que en realidad Moreno González no murió en combate con las fuerzas federales sino que sigue vivo. No hay pruebas de una cosa o de otra. Pero la organización que nació con su muerte tiene su toque personal….

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Ciudad de México, 1 de agosto (SinEmbargo).–  Los Pensamientos de Nazario precedieron al código de conducta del cártel emergido de su interior, Los Caballeros Templarios. Se trata de un nuevo documento propagandístico repartido no sólo a los miembros de la organización, sino al menos entre civiles de Morelia, Apatzingán y Huetamo.

“Esta lucha es por tu gente, por mi gente; por nosotros mismos y por nuestras futuras generaciones”, explica y advierte la pertenencia obligatoria de por vida al cártel de las drogas.

La regla fija su cumplimiento obligatorio para todos los integrantes de la “orden”, surgida el 8 de marzo de 2011 –meses después la supuesta muerte de Nazario Moreno González, El Más Loco– con “la misión principal” de “proteger a los habitantes y al territorio sagrado del estado libre, soberano y laico de Michoacán”.

El documento está profusamente ilustrado con imágenes de caballeros medievales caracterizados con la cruz roja patada en el pecho.

En el mismo documento está impreso el juramento de iniciación:

“Juro delante de todos, vivir y morir con honor.

“Juro combatir la injusticia y socorrer a mi prójimo.

“Juro, igual en el combate como en la paz, que ningún caballero será considerado por mí como enemigo.

“Juro fidelidad al temple y esforzarme por perpetuarlo.

“Juro respeto a los demás, veneración a las madres, protección a los niños o los ancianos, asistencia a los enfermos y a los necesitados.

“Juro respetar la fe de otros y buscar más la verdad que la gloria, el honor que los honores.

“Si por desgracia yo traicionara mi juramento, ruego ser ejecutado por la orden como un traidor”.

Sus miembros deben “luchar contra el materialismo, la injusticia y la tiranía en el mundo (…). Es deber de los caballeros prepararse y equiparse a sí mismos para la batalla y conseguir los objetivos de la orden (…) Los caballeros templarios entablaremos una batalla ideológica que nos reta para la defensa de los valores que sostiene una sociedad basada en la ética y construida a través de los siglos (…) La orden luchará contra el desmoronamiento de los valores morales y los elementos destructivos que prevalecen hoy en la sociedad humana”.

Bajo la ilustración de un monje soldado se lee: “Juro y prometo combatir siempre en protección del oprimido, de la viuda y del huérfano”.

La regla de los narcos de Michoacán estipula que sus “caballeros” deben conducirse con “humildad y ser los más honorables, los más nobles, los más corteses, los más honestos y los más caballerosos, como digno caballero del temple”.

Y ningún templario, en la observancia de la norma, debería ofender de forma alguna a otra persona.

“Ninguna mujer deberá temer nada de un templario, ni de sus palabras, ni de sus acciones. Ningún niño deberá padecer tampoco ese temor. Ningún hombre deberá temer a un templario.

“En su conducta el templario, evitará lo siguiente: ser brutal, emborracharse en forma ofensiva, ser inmoral, cobarde, mentir o tener intenciones maliciosas.

“Para los Caballeros Templarios de Michoacán la disciplina es constante y la obediencia es siempre respetada: se va y se viene a la señal de quien posee autoridad”.

El código de los Caballeros de Michoacán también conculca algunos comportamientos y obliga a otros.

“Para todos los miembros de la orden queda estrictamente prohibido el uso de drogas o cualquier enervante (…) (Y) realizar secuestros con la finalidad de obtener dinero. Los jefes de la orden y su personal deben practicarse periódicamente la prueba antidoping e informar al Consejo los resultados de dichos exámenes.

“Los caballeros templarios que tengan un cargo de jefe se comportarán de manera ejemplar, (deben) ser inteligentes, astutos, humildes, prudentes, eficaces, audaces y discretos”.

La muerte también queda reglamentada.

“Para hacer uso de la fuerza letal, se requiere autorización del consejo (…) Cuando un caballero cometa una falta contra un miembro del consejo y viole el voto de silencio de los Caballeros, se le castigará con la pena capital.

“Ningún elemento debe matar por gusto o matar por dinero, cuando se tome esta decisión debe investigarse previamente y si existen razones suficientes entonces sí proceder (…) Aquel caballero que traicione a los templarios, será castigado con la pena máxima y además se le decomisarán sus propiedades, sus familiares correrán la misma suerte”.

Una última viñeta muestra a otro hombre con yelmo, armadura, capa y espada: “Yo consiento, si falto a mi palabra de honor, en ser ejecutado por las armas de los buenos compañeros o ser devorado por las bestias salvajes del bosque”.

***

Beto y sus Canarios cantan “Confesiones de un narco”:

Padre vengo a confesarme

de lo que escribe la prensa.

Mienten y dicen verdades,

respecto a la delincuencia.

Hay asesinos cobardes,

que presumen decencia,

yo soy narcotraficante,

y puedo hablar del negocio,

es un trabajo constante,

el privilegio es de todos,

yo creo que usted ya lo sabe,

que en todo hacemos consorcio.

 

Como quiero a mi perico,

a mi gallo y a mi chiva.

Son mis tres animalitos,

los quiero más que a mi vida,

pues me cumplen mis caprichos,

y no me exigen mordida.

***

¿Es cierta esta apología que los Caballeros Templarios hacen de sí mismos respecto de la protección al pobre, como en su momento lo hizo La Familia Michoacana bajo el mando de Moreno González?

Las guardias comunitarias surgieron en Michoacán cuando Los Templarios dejaron de extorsionar a las grandes empresas y terratenientes y comenzaron a exigir cuotas a pequeños comerciantes y campesinos, a quienes los sicarios reclamaban cuotas de 40 pesos por cada caja de limón cosechado, lo que imponía al trabajador ocuparse prácticamente sólo para cubrir el “impuesto”.

Era demasiado. Como si, repentinamente, Robin Hood se comportara como el Sherif de Nottingham.

Entonces la gente se armó o al menos una parte lo hizo, porque se presumen filtraciones de los narcotraficantes en los grupos de autodefensa.

Lo cierto es que, tras el levantamiento de los pueblos, algunos fueron sitiados, cercados con hambre. Y algunos de los dirigentes de las guardias populares fueron colgados de árboles para que ahí se secaran como se hace con los cueros de los animales.

La Regla Templaria

El código michoacano también tiene un claro precedente, la Regla Templaria, que reguló la orden surgida hacia 1118 en Jerusalén con el propósito inicial de proteger a los peregrinos en camino hacia el oriente.

La Regla Templaria tuvo la participación directa de Bernardo de Claraval, influyente clérigo del siglo XII. En sus 72 preceptos se ordenan aspectos monacales y militares y pretende resolver la coexistencia de ambas condiciones en un mismo hombre, como Nazario quiso hacerlo respecto a la contradicción de contener, en un mismo propósito, la actividad del narcotráfico y el honor.

La Regla advierte castigos y exige con reiteración, como ocurre en Pensamientos, la observancia de la humildad. También establece la guarda del silencio: “La vida y la muerte están en poder de la lengua”.

Prohibía el relato de las “locuras” cometidas por los hermanos durante su vida secular; pormenorizaba esta restricción respecto “a los placeres de la carne”. Resulta inevitable pensar luego en los narcocorridos con que los michoacanos hacen apología del ejercicio de su violencia y riqueza.

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El libro de Bernardo

Si los Pobres Caballeros de Cristo, como en sus inicios se llamaron los Caballeros Templarios medievales, se constituyeron en una orden reconocida por el Papa fue gracias a al documento propagandístico escrito y promovido por Bernardo de Claraval, doctor de la Iglesia en Francia y amigo personal del fundador del Temple –como también se nombran los michoacanos.

En su Elogio de la nueva milicia templaria (Biblioteca Medieval, Ed. Siruela), Bernardo resolvió el problema teológico que suponía la contradicción de ser, a la vez que monjes, guerreros por la implicación de matar. Estableció que a los votos monacales de obediencia, pobreza y castidad se agregara el de la caballería.

“(…) Los soldados de Cristo combaten confiados en las batallas del Señor, sin temor alguno a pecar por ponerse en peligro de muerte y por matar al enemigo. Para ellos, morir o matar por Cristo no implica criminalidad alguna y reporta una gran gloria. Además, consiguen dos cosas: muriendo sirven a Cristo, y matando, Cristo mismo se les entrega como premio. Él acepta gustosamente como una venganza la muerte del enemigo y más gustosamente aún se da como consuelo al soldado que muere por su causa. Es decir, el soldado de Cristo mata con seguridad de conciencia y muere con mayor seguridad aún.

“Si sucumbe, él sale ganador; y si vence, Cristo. Por algo lleva la espada; es el agente de Dios, el ejecutor de su reprobación contra el delincuente. No peca como homicida, sino –diría yo (Bernardo)– como malicida, el que mata al pecador para defender a los buenos. Es considerado como defensor de los cristianos y vengador de Cristo en los malhechores. Y cuando le matan, sabemos que no ha perecido, sino que ha llegado a su meta. La muerte que él causa es un beneficio para Cristo (…)”.

Es inevitable recordar cómo, 900 años después, los hombres de Nazario adquirieron renombre mundial cuando tomaron por asalto el bar Sol y Sombra, en Uruapan el 6 de septiembre de 2006. Un grupo de matones entró, caminó hacia la pista de baile, un piso blanco y brillante, y de un saco rodaron cinco cabezas. Y un aviso. “La Familia no mata por paga no mata mujeres no mata inocentes solo muere quien deve de morir sepanlo (sic) toda la gente esto es justicia divina”.

En el primer capítulo I, el clérigo de Claraval asienta que “Aspira esta milicia a exterminar ahora a los hijos de la infidelidad (…), combatiendo a la vez en un doble frente: contra los hombres de carne y hueso, y contra las fuerzas espirituales del mal”.

***

Aquí no concluyen las semejanzas entre unos y otros Templarios. Aquellos, los de casi mil años atrás, se erigieron en la justificación de proteger a los peregrinos en ruta a Jerusalén, aquejados por salteadores de caminos que los sometían a toda clase de vejaciones. (Los Templarios, Regine Pernaud, Ed. Siruela).

Los presentes pretenden constituirse como protectores de su pueblo; ser hombres dispuestos a defender a los suyos de secuestradores, extorsionadores, violadores y vendedores de droga.

Los guerreros de Jerusalén mantuvieron relaciones estrechas con grupos sarracenos que les valieron cuestionamientos sobre la lealtad al principio de su constitución. Uno de esos acercamientos fue con la secta herética musulmana de Los Asesinos –etimológicamente, fumadores de hachís–, orden secreta y fanática persecutora de cruzados.

Los narcotraficantes de la Tierra Caliente surgieron de una partida de sembradores de marihuana que luego se subordinó al  Cártel del Golfo, también como asesinos a su servicio. Ahí mantuvieron alianza de facto con el otro grupo más violento de México, Los Zetas. De ellos pudieron adquirir la práctica de la decapitación como medio propagandístico e intimidación y que, a su vez, los Zetas asimilaron de los Kaibilies, grupo de élite del la milicia guatemalteca.

Pero resulta inevitable comparar la pintura medieval “Los cruzados catapultan cabezas cortadas de los enemigos a una ciudad sitiada” con las imágenes multiplicadas de cabezas separadas de sus cuerpos por los Templarios de Michoacán.

Ropa y propaganda confiscada en Michoacán. Foto: Archivo
Ropa y propaganda confiscada en Michoacán. Foto: Archivo

La ley michoacana

En 1291, tras la pérdida definitiva de los reinos latinos cristianos en medio oriente y en el destierro europeo, la orden original perdió su propósito existencial. Los reyes  miraron con recelo sus riquezas acumuladas, el apoyo social ganado y su autonomía política, especialmente en el país de origen de sus fundadores, Francia.

Su monarca, Felipe El Hermoso, fraguó un plan de la mano con el inquisidor general y logró enjuiciarlos por nigromancia, herejía, sodomía, crímenes de lesa majestad y traición. La orden sería disuelta y su último maestre, Jacobo de Molay, quemado la hoguera.

La tradición esotérica surgida alrededor del Temple relaciona los arcanos del tarot con los dirigentes del Temple. El último, De Molay, es correspondiente con la carta de El  Loco.

Ningún grupo del crimen organizado, histórico o emergente, ha sido combatido con mayor voluntad política por el presidente Felipe Calderón –originario de Michoacán– que el de los michoacanos.

La guerra instaurada durante este sexenio contra el crimen organizado ha dejado saldo de una treintena de alcaldes, jefes policíacos locales y funcionarios estatales del primer nivel del anterior gobierno perredista de Michoacán detenidos y acusados por el gobierno federal de estar dentro de la nómina de la Familia Michoacana, de tener las manos untadas directamente por El Más Loco, cuyo socio, Servando Martínez La Tuta es compadre de un medio hermano del ex gobernador perredista Leonel Godoy.

La cercanía de La Familia con la clase política de su estado, pero más por su intención de establecer una base social desde la empresa de los narcóticos, encendió las luces rojas de los gobiernos en México y Estados Unidos. En colaboración directa en terreno, no sólo en la dotación de información al gobierno mexicano, las agencias estadounidenses lograron la muerte de El Más Loco.

Un documento presentado por Thomas M. Harrigan, administrador asistente y jefe de Operaciones de la DEA, ante el senado estadounidense, el 31 de marzo de 2011, da detalles:

“En otro golpe a La Familia, el 8 de diciembre de 2010, la Unidad de Investigación Sensible (de la Secretaría de Seguridad Pública de México) y Fuerzas Especiales del ejército (mexicano) junto con la oficina de la DEA en México cubrieron una operación en Michoacán, que resultó en la muerte del líder Nazario Moreno González, alias Chayo, uno de sus dos principales líderes y guía espiritual de la misma organización”.

***

¿Qué ha sido de los narcos michoacanos después de la “muerte” del Más Loco?

A la autoridad local sólo queda decir que, después de su muerte, más se le aferró su prédica a los terracalenteños que no tuvieron entre ellos un capo, sino un profeta. Ellos no hablan de él en pasado, sino en presente. “Está vivo”, dicen cuando se les pide aclarar.

La propaganda, elemento constante y definitorio de los Caballeros Templarios de Michoacán, ha mantenido presencia en calles y pueblos del estado.

El 24 de enero de 2011, los narcotraficantes desplegaron mantas en varios sitios de su estado. Anunciaron –falsamente– el fin de su anterior organización. En su emersión pública, el 10 de marzo de 2011, colocaron 30 anuncios en las calles de varias ciudades del estado.

“A partir del día de hoy estaremos laborando aquí las actividades que antes realizaban los de La Familia Michoacana (…) Estaremos a la orden de la sociedad para atender cualquier situación que atente contra la integridad de los michoacanos” en referencia a quienes mantuvieran colaboración con el Chango Méndez, actualmente preso, por la supuesta renovación de un pacto con Los Zetas.

En junio de 2011, los “caballeros” salieron de cacería en Morelia. Levantaron, torturaron, asfixiaron o dieron el tiro de gracia a 21 traficantes y sicarios de La Familia Michoacana. En sólo 25 minutos, dispersaron sus cadáveres por las cinco entradas de la ciudad. Aclararon la autoría de la masacre: “Porque la sociedad lo exige, aquí están los rateros de casas habitación, asaltantes y violadores, y aún faltan más”.

A fines de febrero de este año, el ejército mexicano encontró y confiscó 120 cascos en un campamento de los Caballeros Templarios en Apatzingán. Los yelmos, similares los utilizados por los monjes guerreros medievales, excepto que fueron fabricados con  plástico.

Los reportes militares aseguran que este tipo de utilería es utilizada por el Consejo del cártel en ceremonias de iniciación practicadas por el grupo.

Vehículo de la organización criminal incautado por el Ejército. Foto: Archivo
Vehículo de la organización criminal incautado por el Ejército. Foto: Archivo

***

La estructura de los cártel está conformada por un comité máximo a cuyos integrantes se les llama “apóstoles”. Les siguen los “predicadores”; los responsables de sector, encargados de regiones o plazas; los administradores, que fungen como contadores, pagadores a funcionarios públicos y elementos de la organización y asesores legales, y los encargados de células, operadores de los sectores productivos y de los municipios controlados.

Al final están los “guerreros celestiales”, sicarios y policías o ambos, la cara feroz de la organización. Fueron delincuentes de poca monta y adictos detectados en centros de rehabilitación relacionados con el propio cártel. Tras atravesar un programa de desintoxicación que subraya los pasos cuatro y cinco de Alcohólicos Anónimos, relativos a la elaboración de un pormenorizado inventario de faltas de carácter y morales y su consecuente confesión, son evaluados de acuerdo a sus aptitudes para su integración en la organización.

Estos centros de ayuda, según la Secretaría de Seguridad Pública Federal, sirven además para el lavado de dinero. Algunos de los albergues señalados en esta condición son Grupo Nuevo Horizonte, Albergue Gratitud y Esperanza de Vida, en el que se encontró el libro Pensamientos de El Más Loco.

Los seleccionados inician un proceso de terapias motivacionales y adoctrinamiento cristiano evangélico. La continuación los conduce al entrenamiento en la sierra michoacana para el manejo de armas.

Entonces son iniciados en un ritual cuyo discurso y decoración imita la parafernalia caballeresca del Medievo.

El sistema de castigos de Los Caballeros Templarios de Michoacán –en alusión a la penitencia de sus predecesores en Jerusalén– consta de tres etapas o advertencias. En la primera, el penitente es internado en un centro de rehabilitación durante tres días.

En la segunda, el castigado nuevamente es recluido en un centro de rehabilitación, pero en aislación durante 12 días. Es vendado de los ojos, amarrado y puesto en posición de Cristo, pose en que recibe 12 tablazos frente a sus demás compañeros.

La tercera es la ejecución. Los Caballeros realizan un ritual de muerte frente a los compañeros de célula del condenado y los jefes regionales. Se expone su deslealtad a la organización y, tras un juicio sumarísimo, se le invita a rezar por su descanso para luego ser ejecutado por la persona que lo invitó a la organización o, en ausencia de éste, por el apóstol o predicador.

Tras la muerte de El Más Loco, sus herederos confeccionaron un escudo de armas, como lo tuviera cada uno de los maestres la antigua Orden del Temple. En el caso de los michoacanos es un blasón con otro interior acuartelado sobre fondo rojo.

En el cuarto inferior se aprecia una maza cruzada con un hacha; a su lado, una cruz roja y patada, característica de los monjes guerreros medievales.

En la esquina superior del símbolo aparece una pintura con el rostro de Jesucristo con el cabello largo y los ojos azules. Y a su lado está una fotografía en blanco y negro de Nazario Moreno González.

Lo dicho: es un cártel que fuera gobernado –o aún lo sería, pues el mito popular en su tierra insiste en hablar de él en presente– por un hombre dueño de un apodo descriptivo como pocos: El Más Loco, quien escribiera de sí mismo en sus Pensamientos:

“Creo que ya no quiero ser ni muy correcto ni muy inteligente, ni muy sabio porque estoy descubriendo que la gente cuando pretende ser muy correcto y sabio se vuelve necio y no quiere escuchar y cae en la sobervia (sic) y yo no quisiera que nuestro grupo ‘La familia’ cayera en eso y es por eso que (quiero) me den su crítica sin miedo ni pena.

“Qué curioso es todo esto, que al buscar una cosa te encuentres otra, por ejemplo yo al andar buscado la perfección y la sabiduría me di cuenta que la perfección no existe ni la sabiduría total, creo que hay halgo (sic) que se asemeja y se llama humildad, honradez, amor, generosidad, paciencia, aceptación, justicia verdadera, bondad, unidad, respeto, hermandad, escuchar sin juzgar”. *

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