Edith Martínez*

Desde hace unos meses, Greenpeace lanzó una petición en línea que ha sido firmada por más de 67 mil personas para que Bimbo, la panificadora más grande del mundo, presente un plan de transición hacia la agricultura ecológica, libre de plaguicidas y fertilizantes tóxicos, en su cadena de producción, sin que hasta ahora haya un compromiso real por parte de la empresa.

¿Por qué a Bimbo? Esta compañía de origen mexicano llega al 99% de los hogares en nuestro país, tiene una gran variedad de productos que comercializa bajo más de 20 marcas, para las cuales requiere miles de toneladas de insumos como almidones, edulcorantes, harinas, aceites, entre otros, que se fabrican a base de productos del campo, en donde el actual modelo de la agricultura industrial ha hecho graves estragos ambientales y sociales.

Si bien Bimbo no produce estos insumos, se los compra a proveedores trasnacionales como Cargill, Ingredion, ALMEX, Bunge, quienes se abastecen del maíz, trigo y otros cultivos, producidos con plaguicidas y fertilizantes sintéticos en los campos mexicanos, o importados de países donde se permite la siembra de transgénicos. En nuestro país, estas intermediarias concentran la compra de granos bajo un  modelo de agricultura por contrato, con el cual someten a las y los productores a precios y condiciones injustas de comercialización.

Además, los impactos a la salud humana y al medio ambiente de los agrotóxicos utilizados en el modelo agroindustrial son preocupantes. Para controlar la maleza de los cultivos se usan cócteles de plaguicidas, entre los cuales está el glifosato que fue catalogado como probable cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud en 2015, uno de los 30 plaguicidas que han sido prohibidos en otros países por su peligrosidad  para las personas y el medio ambiente, y que en México se siguen utilizando. Estas sustancias se relacionan a la aparición de cáncer, malformaciones, alteraciones hormonales y al sistema nervioso, y diversos impactos a especies como las abejas y las mariposas.

Este modelo persiste porque el gobierno mexicano ha fallado en implementar políticas públicas integrales que den un verdadero impulso al campo mexicano a través de prácticas ecológicas que garanticen suelos sanos para la producción de alimentos, pero también a que empresas como Bimbo tendrían que ser más respetuosas con los derechos humanos como un medio ambiente sano y la salud para que esto se refleje en sus políticas de compra a proveedores como las intermediarias que ya mencionamos.

Es por ello que, desde Greenpeace hemos hecho un llamado a la empresa del osito para que limpie su cadena de producción y pida a sus proveedores que se elimine el uso de fertilizantes sintéticos y al menos 30 plaguicidas tóxicos que ya han sido prohibidos en otros países pero que en México se siguen utilizando.

Grupo Bimbo tiene un papel clave, ya que al cambiar su política de compras no solo garantizará alimentos de mejor calidad para el 99% de los hogares y marcará el futuro de la industria de alimentos hacia una producción sana, sino que además ayudaría a que sus proveedores cambien también la forma en la que producen y abastecen a más empresas, y a que las y los campesinos puedan hacer una transición hacia la agricultura ecológica de forma exitosa y justa.

Sabemos que es un gran reto, pero no es imposible. Otros sectores como el textil ya lo han demostrado. Grandes marcas como Levi´s, Zara, Mango, Benetton, H&M, Puma, entre otras, avanzan en pedir a sus proveedores la eliminación de sustancias tóxicas que se utilizan en la industria de la moda y que se vierten a los cuerpos de agua alrededor del mundo con graves impactos ambientales y de salud.

Bimbo también es una empresa de talla mundial, con presencia en 22 países de América, Europa y Asia, y también puede demostrar voluntad y un compromiso real para que la agricultura ecológica en México reciba el impulso que le hace falta.

*Edith Martínez, coordinadora de comunicación en Greenpeace México.

Greenpeace

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