John Kelly tomó el poder este lunes y de inmediato comenzó a realizar cambios. Algunos funcionarios lo han considerado el “nuevo sheriff” de la Casa Blanca, sin embargo, otros se preguntan si Trump lo escuchará.
Washington, 1 de agosto (AP).- Desde afuera se escuchaba el tono subido de la conversación cuando John Kelly, entonces secretario de seguridad nacional, se quedó a solas con el presidente Donald Trump en la Oficina Oval para cantarle algunas verdades.
Kelly, un general retirado de mano firme que asumió el lunes como nuevo secretario general de la presidencia, había pedido hablar a solas con Trump después de que el mandatario se quejase amargamente de que se estaba permitiendo el ingreso de algunas personas de países que consideraba un peligro.
Kelly primero trató de explicarle a Trump que las admisiones eran algo rutinario, que algunas personas tienen razones legítimas para visitar el país, pero el presidente decía que lo hacían quedar mal a él, según relató un funcionario del gobierno al tanto del episodio de hace un mes.
A esa altura Kelly pidió a todos los presentes que se retirasen para que pudiese hablar a solas con Trump. El mandatario se negó al principio, pero aceptó ante la insistencia de Kelly.
Ese episodio fue un indicio de que a Kelly, un general de los marines condecorado que estuvo destacado tres veces en Irak, no le tiembla el pulso y es capaz de plantársele firme al comandante en jefe de las fuerzas armadas.
A Kelly se le encomendó poner orden en una caótica Casa Blanca y el militar no perdió el tiempo. Apenas asumió fue despedido el director de comunicaciones Anthony Scaramucci, que llevaba solo 11 días en el cargo, y comenzó a reevaluar una estructura de comando que ha generado varias facciones enemistadas entre sí. Por ahora, según la secretaria de prensa de la Casa Blanca Sarah Huckabee Sanders, todos los funcionarios, incluidos el yerno de Trump, Jared Kushner, y el principal estratega del mandatario, Steve Bannon, le responderán a Kelly y no al presidente.
Kelly “creará una nueva estructura y aportará disciplina y fuerza” a la Casa Blanca, dijo Sanders.
“No hay dudas de que hay un nuevo sheriff”, comentó Blain Rethmeier, que asesoró a Kelly durante las audiencias en que fue confirmado como secretario de seguridad interior. Rethmeier dijo que le llamó la atención el respeto que inspira Kelly y la forma en que respeta a los demás.
La designación de Kelly fue elogiada por representantes de ambos partidos.
El senador republicano Lindsey Graham dijo que confiaba en que Kelly restablecería el orden en la Casa Blanca. Hablando en el programa “Today” de NBC, declaró que “los marines llegaron a la Casa Blanca. Tienen una cabeza de playa”.
Y el senador demócrata Dick Durbin dijo a CNN que Kelly “está en condiciones de estabilizar esta Casa Blanca y eso es bueno para el país. (Pero) El presidente tiene que ser parte de eso”.
Kelly se hizo fama de militar respetuoso, que no le teme a las medidas impopulares.
“Si no está de acuerdo contigo, disentirá respetuosamente”, afirmó Rethmeier.
Eso quedó claro durante las audiencias de confirmación de enero.
“Nunca he tenido problemas en decir la verdad ante cualquiera, creo que la gente en posiciones de poder merecen escuchar la verdad y una evaluación y recomendaciones honestas de mi parte. Valoro a la gente que no teme decir las cosas como son”.
En abril Kelly desafió a los miembros del Congreso que critican la política de mano dura de Trump hacia la inmigración ilegal a que cambien las leyes “o se callen la boca”.
Una vez confirmado, no obstante, Kelly trató de moderar algunas posturas intransigentes de Trump.
Horas después de que Trump dijo que se estaba deportando gente en una operación militar, Kelly declaró que no se apelaría a las fuerzas armadas para hacer cumplir las leyes de inmigración.
Se dijo que Kelly y el secretario de defensa Jim Mattis, otro general retirado, no estuvieron de acuerdo con la forma en que se emitió el decreto presidencial con restricciones a la inmigración y a los refugiados. Dijeron que no se les consultó a ellos y no estaban al tanto de sus detalles. E intervinieron para tratar de resolver algunos aspectos del decreto. Mattis pidió que se hiciesen excepciones para los iraquíes que colaboraron con los soldados estadounidenses y Kelly aclaró que las personas con tarjeta verde de residente no serían afectadas.
Kelly, sin embargo, defendió la orden ante el Congreso y la prensa, algo que cayó bien en la Casa Blanca.
Mattis y Kelly decidieron en los primeros días de la presidencia de Trump que uno de ellos debía estar siempre en el país para estar pendiente de las órdenes ejecutivas que generaba el mandatario una tras otra, según una persona al tanto de sus conversaciones. El informante pidió no ser identificado para hablar de la dinámica interna del gobierno.
El senador republicano Bob Corker expresó su confianza en que Kelly “hará todo lo posible para imponer disciplina y claridad de objetivos” en la Casa Blanca.
Y que “limpie” el lugar. “Si alguien no se manejó bien, fue desleal o buscó su beneficio propio a costa de otros, espero que lo saquen”, acotó Corker.
David B. Cohen, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Akron, elogió a Kelly por hacer cosas “que debieron haber sido hechas desde el primer día de la gestión de Reince Priebus”, el secretario general de la presidencia despedido recientemente. Añadió que el despido de Scaramucci envió una clara señal de que “actuar por cuenta propia y ser indisciplinado” no será tolerado.
Cohen, no obstante, se preguntó si Trump le tomará encono a Kelly.
“El presidente Trump es su peor enemigo”, sostuvo. “Instintivamente le gusta ser su propio jefe, y es muy malo como tal. ¿Podrá resistir la tentación de interferir con el sistema cuando John Kelly termine su limpieza? ¿Escuchará a su secretario general cuando Kelly le diga que ‘no’?”.