Gadafi violaba a hombres y mujeres por igual; usaba coca, veía porno y su apetito sexual alcanzaba a sus ministros

01/10/2012 - 11:00 pm

Ciudad de México, 30 de sep (sinembargo.mx) – Un nuevo libro recién publicado en Francia, llamado Las Presas. En el harem de Gadafi (Les Proies. Dans le harem de Kadhafi, Editorial Grasset) revela cómo el dictador de Libia tenía un apetito sexual insaciable y era un violador tanto de mujeres como de hombres.

“Si bien las orgías y depravaciones sexuales de los hijos mimados del dictador libio Muamar el Gadafi eran de conocimiento público, poco se sabía de la intimidad del líder de la Revolución Verde, derrocado y ejecutado hace algo más de un año”, dice una reseña de El País.

“Muchos imaginábamos que era un depredador con las mujeres, pero no podíamos intuir su nivel de barbarie, de sadismo y de violencia”, relata la periodista Annick Cojean, autor del libro.

“La investigación de Cojean parte del tremendo testimonio de Soraya, una joven de 22 años, secuestrada cuando tenía apenas 15 y que sufrió los caprichos sexuales del llamado Guía durante cinco años”.

Su historia fue publicada hace un año tanto por Le Monde como por El País; ella usaba el nombre de “Safia”.

“Se pasaba horas revisando los vídeos de fiesta de bodas”, dice Cojean. Para alimentar esa constante demanda de carne, cualquier lugar público era un vivero potencial: bodas, institutos, cárceles…

Soraya cuenta que a cualquier hora del día o de la noche, los efectivos de los “asuntos especiales” la llamaban para subir a la habitación de Gadafi, que sistemáticamente la violaba, la mordía y le pegaba.

“A veces concluía orinándole encima. Nunca se dirigía a ella con otro apelativo que ‘zorra’ o ‘puta’. Un Gadafi constantemente drogado la obligaba también a tomar cocaína, a fumar, a beber, y le daba a ver cintas de películas porno como “deberes” para que ‘aprendiese’”, dice el libro.

El País dice que la obsesión sexual de Gadafi se había convertido en su principal arma de poder. Gadafi “gobernaba, humillaba, sometía y sancionaba con el sexo”, relata un exmiembro anónimo de su servicio de protocolo en el libro.

Por ejemplo mantenía relaciones con algunos de sus ministros, condenados al silencio y al deshonor, y elaboraba estrategias para seducir a las esposas de Jefes de Estado africanos y embajadores.

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