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Hilda García

01/10/2013 - 12:00 am

Nomás la puntita

No, no crea que va a leer sobre la famosa broma que se hace del mexicano relacionada con la sexualidad. En realidad es para hablar acerca del nivel de debate de la llamada Opinión pública, reflejada en las redes sociales y de la cobertura de algunos medios de comunicación sobre los temas de interés para […]

No, no crea que va a leer sobre la famosa broma que se hace del mexicano relacionada con la sexualidad. En realidad es para hablar acerca del nivel de debate de la llamada Opinión pública, reflejada en las redes sociales y de la cobertura de algunos medios de comunicación sobre los temas de interés para la sociedad mexicana.

Nos hemos quedado nomás en la puntita, la puntita del gran iceberg que es la problemática contemporánea en varios frentes. Lo único que hemos demostrado es que muy en la profundidad de los problemas persisten la indiferencia, la ignorancia, el clasismo, la xenofobia y un gran enojo con todo.

Hace apenas unas semanas, un estudio de la Universidad Beihang en China señalaba que el sentimiento que más rápido se propaga a través de las redes sociales es la ira. Es más fácil que ese sentimiento se haga viral por encima de la tristeza, el disgusto o incluso la alegría. Pero esa ira ha dejado ver lo peor de nosotros y cuando hablo de nosotros, no hablo de los humanos en general, sino de los mexicanos en particular.

Me declaro una persona promotora del uso de Internet, del periodismo digital y encantada con las redes sociales, pero desencantada con algunos de sus usos y sé que no soy la primera que hace el señalamiento de las catarsis online. Ni tampoco es algo que no ocurra en el llamado mundo offline. Pero creo que ya son varios ejemplos constantes que debilitan el debate sobre problemas ancestrales y que agotan la cohesión social tan necesaria en cualquier comunidad para tomar acciones que resuelvan una u otra situación.

Es legítimo y necesario criticar. Es más, en México nos hace falta saber criticar con argumentos, y a la vez nos falta defender con argumentos legítimos. Peor aún, nos falta respetar la crítica que se nos hace en lo individual y como grupos sociales. Inmediatamente entramos al ataque o a la defensa con algún adjetivo que sólo contribuye a aumentar el encono contra alguien.

Así que a la ausencia de ideas y de estructuras de diálogo terminamos convirtiéndonos en cualquier “Lady de Polanco” o en algún “Gentleman de Las Lomas”, motes de por sí ya peyorativos, pero que fueron impulsados en las redes sociales como linchamiento público a dos personajes que insultaron con clasismo, y sin pudor, a otros compatriotas por el simple hecho de sentirse con influencias dadas por el dinero, las relaciones con el poder o el mero rol social que a cada uno le corresponde cumplir. Ese mismo altanero con un “asalariado, indio, prole, gato o muerto de hambre” como los señalan los adjetivos si ve a alguien de mayor poder se convertirá en un arribista, casi siempre adulador y servicial que utilizará las palabras como “hermano, compadre, señor, amigo, socio”.

La semana pasada, como noticias de trascendencia podemos destacar el inicio del primer debate oficial sobre la posible legalización de la mariguana en el Distrito Federal; capturaron a varios policías ligados al secuestro y asesinato de los jóvenes del Heaven; la profesora Elba Esther logró un amparo porque su expediente está lleno de errores y omisiones que debilitan los argumentos (no así los hechos) para su detención y el dólar llega a los 13.35 pesos. Eso, por mencionar tan sólo algunos hechos en medio de los debates de la reforma hacendaria, la energética y la educativa.

Sin embargo, en vez de leer argumentos sobre estos temas o que nuestra ira se dirija hacia los políticos que no hacen su trabajo o utilizan los recursos nacionales, a los abogados que hacen mal un expediente contra un líder como Elba Esther, hacia la verdadera situación del Magisterio en México (no exclusivamente de la CNTE o del apartado de Oaxaca) los argumentos se convierten en ofensa contra los nacos, contra los extranjeros, pendejeamos a todo mundo y al final sólo queda el sentimiento de que nos desquitamos o de que estamos muy empapados de la información o la política, cuando en realidad estamos más llenos de frases sueltas sin análisis y más cubiertas de humo que nunca.

Necesitamos encadenar hechos, datos, comparar situaciones, dar contexto y buscar soluciones. Quedarnos en los adjetivos es como cuando dos chicos comienzan a pelear y a insultarse hasta que terminan yéndose a los golpes porque no hay razonamientos ni debate.

Las últimas semanas todos los improperios se fueron contra la CNTE. Y la semana pasada contra dos periodistas, contra Carmen Aristegui y en particular contra Laura Bozzo a quien le cayó toda una avalancha de xenofobia acompañada de adjetivos “descalificativos” y hasta se han acumulado ya 111 mil firmas para pedir su salida de México a través del sitio change.org

Estoy de acuerdo con denunciar una mala cobertura periodística, pero habiendo más temas de qué hablar e investigar en el país me parece indignante que se haya desatado una lucha entre medios y que las periodistas se hayan convertido en noticia y no las personas desamparadas de Guerrero. Peor aún, que el trending topic sea sacar a Laura del país y no el cómo ayudar a Guerrero hace ver a los opinadores en las redes sociales como esos grupos que avanzaban en el bosque con sus antorchas y horquetas reflejando su enojo contra algún enemigo. En esa época como ahora parece no haber razones, sólo el ataque en bloque a través de ciudadanos que se montan en la ola o unos que otros pagados de uno y otro bando para incentivar discusiones y/o supuestamente manejar crisis.

Si seguimos alimentando la ira a través de las redes sociales, llevaremos ese sentimiento a la cotidianeidad en el tráfico, la escuela, la oficina o la familia que de por sí ya en ocasiones nos hacen reaccionar de manera irracional o aplicando un bullying colectivo. ¿Cuántas peticiones se han firmado por retirar a un Diputado o un Senador? ¿Cuántas peticiones por resolver el tema de la violencia doméstica, los feminicidios o alguna nueva legislación que promueva la investigación en materia de salud? Si queremos resolver nuestros pequeños y grandes temas comunitarios y utilizar la tecnología a favor, no podemos quedarnos en la puntita.

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

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