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Hay más que la refinada: ¿cuántos tipos de sal existen?

01/12/2017 - 12:01 am

La sal se distingue tanto por su procedencia como por los métodos de extracción. Hoy, ElDiario.es despeja las dudas sobre este condimento tan usado y últimamente prohibido por su daño a la salud.

Por Jordi Sabaté, Consumo Claro

Ciudad de México, 1 de diciembre (SinEmbargo/ElDiario.es).– En esencia y base, la sal es un producto homogéneo conformado casi totalmente por cloruro sódico (NaCl), que son un átomo de cloro y otro de sodio unidos por un enlace más o menos débil; de hecho, el sabor salado se da al romperse este enlace en la saliva y afectan los dos iones a las papilas gustativas. En los diferentes tipos de sal, el porcentaje de cloruro sódico puede variar entre el 90 y el 98 por ciento, siendo el resto agua y oligoelementos varios.

Esta variación de porcentajes y componentes afecta tanto a la textura de la sal como a su aspecto e incluso a algunas de sus propiedades saludables, especialmente en el caso de yodo y algo menos en el del fluor. Básicamente se pueden distinguir cuatro grandes tipos de sal, aunque por temas de presentación y marketing, se encuentren otras ofertas en el mercado, incluso mezcladas con distintas especias.

SAL DE MESA

Es la sal refinada e industrial que puede tener varios orígenes y que se depura hasta dar una alta proporción de cloruro sódico y trazas de otros elementos, aunque se la suele reforzar con iodo o fluor para corregir deficiencias nutricionales. Es molida hasta dar pequeños cristales y suele presentarse en botes para dosificar o bien en bolsas.

Puede contener pequeñas cantidades de elementos antiaglomerantes, que absorben la humedad y evitan que la sal se apelmace, como el ferrocianuro de sodio o el ferrocianuro de potasio, que han generado algunas polémicas respecto a las dosis mínimas diarias aceptables de estos compuestos, y que son difíciles, cuando no imposibles, de alcanzar en un consumo normal de sal.

SAL MARINA

La sal marina se obtiene del mar desecando capturas de agua salada por distintos métodos. Existen sistemas industriales y otros tradicionales. Con los primeros se consigue una mayor cantidad de sal en granos que pueden ser más o menos gruesos y de un color más claro, dispuestos para comercializar.

Aunque no contienen aditivos artificiales, sí pueden tener altas cantidades de yodo debido a las impurezas de origen marino, especialmente restos de algas. También pueden contener pequeñas cantidades de magnesio, potasio, hierro y calcio. Al no tener sustancias antiaglomerantes añadidas, esta sal tiene a recoger más humedad, por lo que se puede compactar más y mostrarse pegajosa. Para paliarlo, normalmente se comercializa en cristales más grandes que la sal de mesa.

FLOR DE SAL

Cristales de flor de sal.. Foto: Wikimedia Commons

La flor de sal también es marina, pero se obtiene en salinas naturales donde se dejan secar charcos de agua de mar y se buscan los cristales que se forman en la superficie a medida que el agua se evapora. Un ejemplo es la sal inglesa Maldon, aunque se producen similares en la Bretaña francesa y en otros lugares.

Los cristales de la superficie se van recogiendo y se dejan acabar de secar al sol en tamices para que se consoliden. Es la sal que menos porcentaje tiene de cloruro sódico, con numerosas impurezas y presencia de yodo. Por otro lado, no debe su fama a ninguna propiedad en especial sino a que su estructura en cristales planos es mucho más propicia para dar el toque de sal a alimentos ya cocinados, pues sala una mayor superficie con menos aporte y es crujiente en el paladar.

SAL DEL HIMALAYA

Sal del Himalaya, característica con sus tonos rosados. Foto: Wikimedia Commons

La sal del Himalaya se obtiene de la antigua mina de sal Khewra, en Pakistán, la segunda mina de sal más grande del mundo. Se trata de un tipo de sal no refinada, con un 98% de cloruro sódico, pobre en yodo y con impurezas de metales como el magnesio, el calcio y el hierro, que es el elemento que le confiere su color rosado. Se le han atribuido propiedades nutricionales, pero lo cierto es que en las cantidades en las que se encuentran los oligoelementos es difícil valorar su aporte. 

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