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Que más mexicanos coman en la calle no es sinónimo de una mayor igualdad: estudio del BM

02/01/2016 - 12:04 am

De acuerdo con un estudio del Banco Mundial, el que más gente coma fuera de su casa es señal de menos desigualdad económica… en los países desarrollados. En el caso de México, con un salario mínimo de 70.10 pesos, el comer fuera de casa tiene otro tipo de implicaciones en los ingresos y la calidad de la alimentación. 

Comer en la calle es una tendencia mundial, pero en México, es una medida que muchos trabajadores se ven obligados a adoptar. Foto: Cuartoscuro
Comer en la calle es una tendencia mundial, pero en México, es una medida que muchos trabajadores se ven obligados a adoptar. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 2 de enero (SinEmbargo).– En el mundo, el 90 por ciento de la población consume a diario alimentos fuera de su casa y para ello, destinan en promedio el 28 por ciento de sus ingresos. Según un estudio del Banco Mundial (BM), como ambos indicadores van en aumento, los países deben considerar este elemento para la medición de la pobreza, ya que puede ser un indicador para conocer a la población que vive en esas condiciones.

El documento titulado Tú eres lo que comes (y donde) comes expone la idea de medir cómo y cuántos alimentos se consumen fuera de casa para tener un parámetro en las medidas de bienestar en los hogares, ya que se encontró que este elemento disminuye los índices de desigualdad económica por el número de veces que una familia es capaz de pagar una comida fuera de casa, aunque poco se ahonda en la calidad de los alimentos y de los lugares donde la gente los consume.

En el caso de México, el hábito de comer fuera de casa es consecuencia de diversos factores y también causa de otros males y es la clase trabajadora la que abona a la tendencia detectada por el Banco Mundial.

Según una encuesta realizada por la consultora De la Riva Group, en México una persona hace 1 hora con 20 minutos, en carro, de su hogar a su centro de trabajo. La perspectiva es peor para quienes hacen el viaje en transporte público, ya que son 2 horas; más de tres horas y media al día. Esta situación vuelve imposible que un trabajador vaya a su casa a la hora de la comida y regrese a completar su jornada y la opciones son la calle o llevar comida desde casa.

En lo que se refiere a la primera, los lugares, por obvias razones, estarán delimitados por el ingreso de las personas, tomando como base el salario mínimo en México, de 70.10 pesos. Esta cantidad puede ser igual o incluso menor al costo de una comida con entrada, sopa, plato fuerte y un pequeño postre.

Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), el ingreso corriente de las familias mexicanas, decreció 3.2 por ciento en términos reales y se ubica en 39 mil 719 pesos trimestrales. Aunque se desconoce el lugar de preparación de los alimentos, la encuesta señala que el 10 por ciento de los hogares con menos ingresos destinan el 50.7 por ciento de su gasto a alimentos, bebidas y tabaco.

En el país, el dinero destinado a los alimentos disminuyó 3.4 por ciento en comparación con la medición de 2012.

Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), indican que actualmente 27 millones 352 personas viven con carencia alimentaria.

COMER FUERA DE CASA

Otro de los temas que se aborda de manera breve en el estudio es el de la salud, aunque refiere el Banco Mundial, que no hay pruebas de que enfermedades como la obesidad y la diabetes se deriven de estos hábitos.

En población joven, la comida lejos de casa representa entre el 18 y 40 por ciento de la ingesta energética diaria, mientras que casi el 90 por ciento de los adultos tienen este hábito; destinan el 28 por ciento de los ingresos y le asignan un menor porcentaje a la comida para llevar, pero hecha en casa.

Según el organismo internacional, la tendencia mundial a destinar una cantidad de dinero cada vez mayor a comer en la calle, se deriva del aumento de los ingresos, la urbanización y la inclusión de las mujeres en el mercado laboral, factores que han mejorado la economía de los países.

La alimentación tiene un papel fundamental en el diseño y el monitor de la política de desarrollo local, nacional y mundial, señala el estudio, “en los niveles de pobreza, la seguridad alimentaria, la salud y la nutrición se encuentran en el corazón de la agenda de desarrollo y el cálculo de las dimensiones de bienestar dependen en gran media de los alimentos consumidos y del gasto que representan […] los gastos en los hogares han aumentado dramáticamente en las últimas décadas”.

Lo que los investigadores proponen es medir la tasa de pobreza, la brecha de pobreza y la gravedad de la pobreza a partir de los alimentos digeridos fuera de casa, ya que sostienen, la tasa de pobreza moderada cae debido al aumento de los recursos de lo que representan los alimentos fuera de casa, lo que compensa el aumento en la línea de pobreza moderada. En general, el 41 por ciento de la población cambia su clasificación en lo que se refiere a la pobreza y que otro 20 por ciento de los clasificados como pobres cuando se ignora la comida ingerida fuera de casa, ya no lo es cuando ésta se contabiliza.

Sin embargo, las cifras no son tan positivas cuando se expone la situación de la población en pobreza extrema, ya que aunque las tasas de pobreza moderada caen en 16 por ciento, las de pobreza extrema aumentan 18 por ciento.

El estudio utilizó como muestra 100 encuestas del 70 por ciento de los países en desarrollo.

Daniela Barragán
Es periodista por la UNAM, con especialidad en política por la Carlos Septién. Los últimos años los ha dedicado al periodismo de datos, con énfasis en temas de pobreza, desigualdad, transparencia y género.
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