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Ernesto Hernández Norzagaray

03/04/2021 - 12:05 am

La batalla del INE

Muy a pesar de que se les podrían haber fincado responsabilidades a los consejeros electorales por no haber ejercido lo previsto en la ley durante los comicios de 2012, 2015 y 2018, pero nunca se les fincaran a los consejeros actuales por aplicar la ley.

Lorenzo Córdova, Consejero presidente del INE.
“En un despropósito retórico se habla de desaparecer al INE -y supongo, ya encarrerado a todos aquellos organismos electorales locales que no se ajusten a la exigencia del partido en el Gobierno”. Foto: INE, Cuartoscuro

A la expresión contundente ¿por qué hasta ahora a los consejeros electorales del INE se les ocurrió aplicar la ley? habría que oponer otra igualmente contundente en clave democrática ¿por qué Morena insiste en querer que no se aplique la ley en materia de sobrerrepresentación prevista en el artículo 54 constitucional y el 15 de la ley reglamentaria? ¿Acaso en una democracia representativa los partidos no estarían obligados hacer cumplir la ley aún cuando les perjudique sus cálculos electorales?

Entonces, ¿por qué amenazar a los consejeros electorales con despedirlos de su encargo constitucional? Incluso, más, en un despropósito retórico se habla de desaparecer al INE -y supongo, ya encarrerado a todos aquellos organismos electorales locales que no se ajusten a la exigencia del partido en el Gobierno.

O sea ¿para eso se quiere la mayoría absoluta e incluso la calificada de la Cámara de Diputados, la mayoría absoluta de la Cámara de Senadores, la mayoría de los Congresos estatales? No dejar vestigio de los contrapesos previstos en la ley. Muy a pesar de que se les podrían haber fincado responsabilidades a los consejeros electorales por no haber ejercido lo previsto en la ley durante los comicios de 2012, 2015 y 2018, pero nunca se les fincaran a los consejeros actuales por aplicar la ley. Y en ese despropósito, en ese exceso de poder, están cayendo sus críticos.

En teoría un partido democrático debería tener como principal objetivo fortalecer la ley para garantizar los contrapesos políticos en una dinámica ya normalizada de alternancia en el poder. Lo otro, deja al descubierto, el interés de hacer un sistema electoral y de partidos al gusto del grupo de poder. Y eso, no es una buena noticia, es intentar volver al viejo sistema de partido hegemónico sin oposición que fue motivo de estudio de Giovanni Sartori a mediados de los años setenta.

En perspectiva de futuro, no es lo que necesitamos los mexicanos, en un mundo volcado a la pluralidad y la globalización. A la construcción de amplios consensos para garantizar la gobernabilidad y la estabilidad. Por eso preocupa la andanada mediática en contra de una institución, aunque insolentemente se diga que los culpables son Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, cuando es la opinión de una amplia la mayoría de los consejeros los que acordaron poner fin a la no aplicación de la ley y la permisividad en la sobrerrepresentación, so riesgo ser objeto de juicio político como lo prevé la Constitución.

El principio básico de toda democracia es la negociación y el acuerdo político en beneficio de la Nación. Y, es por eso, que los ciudadanos ven con preocupación este debate mediático en torno a una de las piezas del tinglado institucional, los contrapesos básicos de nuestra frágil democracia y el corolario que le subyace, el autoritarismo.

Esa fragilidad que permite a un personaje como Félix Salgado Macedonio diga que va contra los consejeros porque ya picaron al toro. Y un toro picado embiste. No perdona. Y en esto lo secunda el Presidente que debería ser un factor de estabilidad no de inestabilidad. De equilibrio en la diferencia y bajo esa premisa impulsa los cambios incluido el de régimen. No del golpe sobre la mesa porque asusta esa desesperación que frecuentemente trasmite y está dividiendo al país. Intranquilizándolo.

Y eso, nos es bueno para nadie y menos en una coyuntura electoral donde de nueva cuenta se confrontarán dos proyectos de país. Que ya no es sólo el de la 4T versus Pacto por México. También esta en juego la tranquilidad de la gente que vive cotidianamente en medio de noticias tremendistas por la pandemia y ahora la violencia electoral -que ya causó la muerte de más de 130 funcionarios, aspirantes y candidatos a cargos de elección popular- y a la que es temerario agregarle una retórica amenazante.

Esto tienen que pararse para bien de la Nación. El Presidente debe recuperar la calma quizá hasta dormir mejor para estar más reposado. Menos crispado viendo todos los días enemigos reales o fantasmales. Pero, eso, quizá es pedir peras al olmo con un Presidente que ha hecho del púlpito matutino un espacio de combate como lo sucedido está semana contra Artículo 19. Donde, claro, no todo es malo. No sé cuánto este calculado este ejercicio de tensión permanente y si eso, habrá de traer consigo beneficios político-electorales para el partido del Presidente. No olvidemos que en general el votante tiende a ser conservador. El mismo sentido del voto lo es. Es la vía pacífica de la convivencia. Y es donde, adquiere sentido ese golpeteo al INE.

La reivindicación de la sobrerrepresentación luego de que tuvo que echar mano de la maniobra de RP para incrustar a militantes suyos en otras formaciones y de esta forma alcanzar la mayoría absoluta de esta cámara no es cambiar las reglas sino torcer la ley.

Y, con ese antecedente pernicioso, más el desgaste de gobernar y el activismo de la oposición social y política el escenario quizá no pinta del todo favorable para volver a tener la mayoría absoluta que es la obsesión del Presidente López Obrador cuando está demostrado que los gobiernos divididos son el mejor espacio para garantizar el acuerdo democrático y en última instancia, la gobernabilidad.

Y eso explica, quizá el distanciamiento de Morena con su militancia y el pacto con los poderes fácticos de los estados y municipios. Aquellos, que todavía en la campaña presidencial del 2018 se les machacaban en la plaza pública y hoy, son parte interesada en el barco obradorista, ante el desconcierto de la izquierda histórica en las regiones del país.

Y, ahí, se abren muchos interrogantes. ¿Qué va a pasar con esa militancia que picó piedra junto con López Obrador y qué hoy es motivo de desplazamiento en las candidaturas federales y locales para poner como candidatos a adversarios hasta hace poco? ¿Qué va a pasar con esos votantes a los que les han puesto como candidatos a personajes impresentables incluidos aquellos que tienen abiertos expedientes judiciales por violencia contra las mujeres? ¿Cuál será el comportamiento electoral de quienes perdieron sus empresas o sus empleos o vieron disminuidos sus ingresos con tal de no perder los empleos formales?…

Al tiempo.

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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