El plan fallido de “Fordlandia” o el año en que Henry Ford intentó colonizar la selva amazónica

03/08/2013 - 12:00 am
Foto: Sometimes Interesting
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Ciudad de México, 3 de agosto (SinEmbargo).– El legado de Henry Ford en la industria actual es ampliamente conocido, sobre todo su idea de cadenas de producción. Sin embargo, hay otros planes menos conocidos de este empresario como la ciudad fallida que intentó desarrollar en el corazón de la selva amazónica.

Por supuesto, éste no se trata del único traspiés de Ford; en su haber figuran una serie de posturas ideológicas encabezadas por el anti semitismo. No obstante el plan de llevar un pedazo de estados unidos en medio del bosque tropical brasileño representa uno de los episodios menos conocidos y frustrados del fundador de Ford Motor Company.

Esta comunidad impulsada por el empresario formaba parte de su idea de congregar localidades alrededor de sus ideas laborales. De esta manera “Fordlandia” fue impulsada gracias al tremendo crecimiento que el imperio de Ford tuvo durante los primeros años del siglo XX.

Sin embargo, en la primera década de este siglo, existía un “pequeño” problema técnico para los planes de Ford. En esta época Estados Unidos consumía más del 70% de caucho del mundo, del cual la mayor parte iba a Detroit. Esto no representaría mayor problema en la actualidad. No obstante, en ese entonces el caucho todavía provenía de las plantas, lo que implicaba que la mayor parte de éste tenía que ser enviado desde el sureste de Asia.

Ford, un tipo caracterizado por su amor a la eficiencia, se mostró reacio a seguir satisfaciendo las demandas de su empresa por esta vía, en donde las plantaciones de caucho británicos se encargaban de satisfacer la mayor parte de las exigencias mundiales. De esta manera Ford se dedicó a establecer su propia granja de caucho, misma a la que –en un arranque de creatividad– la nombró “Fordlandia”.

Foto: Sometimes Interesting
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De esta manera, Ford envió en 1928 a un emisario a algunos trabajadores de su compañía a una parcela de seis mil kilómetros cuadrados de superficie ubicada en la Amazonía. El carácter de la misión era, en esencia, incrustar un trozo de los suburbios de la Unión Americana en el corazón de la selva.

En un período relativamente corto de tiempo, se establecieron casas, agua, luz y algunos extras como piscinas que ejemplificaban a la creencia de Ford que el ocio es una parte esencial de la economía.

El sitio comenzó a convertirse en una réplica del típico pueblo estadounidense en vías de desarrollo. Así, la cafetería ofrecía hamburguesas y demás platillos “típicos” del país primermundista y el lugar incluso contaba con un salón de baile característicos del Michigan de la década de los 20.

Sin embargo, el sitio también fue imbuido con una fuerte dosis de la carga moral de Ford, por lo que tanto el alcohol como las mujeres estaban prácticamente prohibidas dentro del pueblo, por lo que las dificultades con los nativos no tardaron en aparecer.

De acuerdo con un reportaje realizado por la revista Harper’s, los locales se quejaban de la comida a la que estaban acostumbrados los estadounidenses, entre otras cosas, pero el siguiente revés vino por parte de la naturaleza.

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Las plantaciones de caucho fueron realizadas tal y como estaba programado. No obstante, descubrieron de mala manera la razón por la que estas plantas se cultivaban en Asia y no en Sudamérica: los depredadores naturales.

Finalmente los trabajadores locales se rebelaron ante las estrictas normas de la empresa y se las arreglaron para crear un lugar llamado “La isla de la inocencia” en el “Island of Innocence” en medio del Rio Tapajós, donde los trabajadores podían darse una escapada para tomar un trago y tener compañía femenina. Los problemas no pararon ahí y las peleas no tardaron aparecer.

Para 1933, Ford contrató a un investigador para averiguar la razón por la que sus planta no crecía y la conclusión fue la mala calidad del suelo. Sin embargo, los esfuerzos del empresario no cesaron y siguieron más intentos, mudando a “Fordlandia” a mejores pedazos de tierra en la ribera del cauce, aunque finalmente el proyecto siguió sin dar la talla.

El golpe final para “Fordlandia” lo representó la invención del caucho sintético, lo que condenó al pueblo a la obsolescencia. Después de esto Ford vendió sus terrenos en Brasil y la aventura representó una pérdida aproximada de 20 millones de dólares, equivalentes a 200 millones actuales (alrededor de dos mil 500 millones de pesos).

Actualmente el pueblo es una colección de edificios en ruinas que sirven de recordatorio para la arrogancia que muchos hombres usan como bandera en nombre del progreso. Sin embargo, más allá de modelos comerciales o planes de desarrollo, “Fordlandia” evidencia que las estrategias de Ford sobre el consumo ya vislumbraban, con su decadencia, un estilo de vida fallido que a pesar de todo fue replicado por otros empresarios.

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