La muerte de un negro, la libertad de un blanco

03/12/2014 - 12:02 am

En agosto de este año, un policía blanco de 28 años mata a un joven negro de 18 años (Brown). Yo en lo personal odio este tipo de noticias en los que se hace alusión al color de la piel, sin embargo, en este caso, tiene su razón de ser ya que parece que en pleno siglo XXI, sigue existiendo no solo la discriminación racial, sino una diferencia sustancial entre la valía que le otorga el gobierno estadounidense a la vida de un negro con la del resto de los ciudadanos.

El 24 de noviembre el juez anuncia que no se procesará al policía blanco (Wilson) que lo mató. La situación se agrava cuando se conoce la forma en la que murió; al parecer hubo un forcejeo entre los dos ya que Wilson detenía a Brown y a su compañero porque cumplían con las características de dos personas que acababan de robar 48 dólares en cajetillas de cigarros.  Brown recibió 6 impactos de bala todos de frente y a una distancia que alude a que no estaba por alcanzar al policía. Lo anterior indica que ni estaba huyendo y que tampoco estaba cerca del agente como para hacerle daño y que este alegara defensa propia.

¿Para qué se le dispara 6 veces a alguien? La respuesta es clara, para matar al otro. Hasta aquí no podemos saber si los motivos de Wilson pudieran estar contaminados por el odio racial, pero lo que si es claro es que el jurado al decidir no incriminar al policía no está haciendo justicia a la muerte de Brown. ¿por qué no procesarlo? ¿por qué no someter al policía a un juicio justo y transparente? ¿por qué no acusarlo de asesinato y de uso irracional de la fuerza así como de abuso de autoridad?

Las estadísticas en cuanto a la pena de muerte en EE.UU. nos brindan algunas respuestas de si el color de la piel ha influido en este caso[1]:

-En Philadelphia un tercio de los Afroamericanos sentenciados a pena de muerte habrían recibido cadena perpetua si hubieran sido blancos,

-Existe una mayor probabilidad de ser sentenciado a pena de muerte si el delito por el que se juzga es homicidio y la víctima era blanca,

-las personas de raza negra tienen 3.8% más de probabilidades de ser sentenciados a pena de muerte que los blancos en casos de carreras y delitos similares,

-existe una mayor probabilidad de ser sentenciado a pena de muerte cuando el victimario es de raza negra y la víctima del homicidio no pertenece a esta raza,

-cuando la víctima es de raza blanca y el acusado de raza negra, éste tiene 4,3% más de probabilidades de ser ejecutado a que si la víctima fuera de raza negra.

Las conclusiones del estudio son escalofriantes, todas apuntan a que por el simple hecho de ser de raza negra, la justicia estadounidense será más estricta y más punitiva, llegando incluso a sentenciarlos con penas distintas a los que se haría si fueran blancos (de cadena perpetua a pena de muerte). Peor aún, todo sugiere que la sentencia se agrava si la víctima es blanca.

Nos enfrentamos entonces a que no sólo se les juzga más vorazmente a los de raza negra, sino que también influye el color de piel de la víctima; si ésta no pertenece a la raza negra, las penas se suavizan.

El caso que tristemente sucedió en agosto, ni siquiera entrará dentro de estas estadísticas ya que el jurado decidió que las circunstancias no ameritaban un juicio y que acabar con la vida de un joven de 18 años, -quien en el peor de los casos pudo haber robado cerca de 50 dólares, pero quien no se encontraba armado ni presentó resistencia alguna al momento de recibir 6 balazos-, quedaría en la impunidad como un acontecimiento más.

@criminologiamex


[1] Estudio realizado en Philadelphia, estudió las sentencias a pena de muerte de 1983 a 1993 controlando variables y estudiando las agravantes, en Richard Dieter, «The Death Penalty in Black and White: Who Lives, Who Dies, Who Decides.» (Death Penalty Information Center, junio de 1998).

Mercedes Llamas
Doctoranda en Gobierno y Administración Pública por el Instituto Universitario Ortega y Gasset de la Universidad Complutense de Madrid, Maestra en Criminología y Política Criminal por el INACIPE y Licenciada en Educación Especial en Infracción e Inadaptación Social por la Escuela Normal de Especialización.
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