Milan Kundera, autor de La insoportable levedad del ser, recupera ciudadanía checa luego de 40 años

03/12/2019 - 7:00 pm

El Embajador de República Checa en Francia entregó el documento durante una sencilla ceremonia el pasado jueves en el apartamento del escritor, y le presentó disculpas por “los ataques que sufrió durante años”.

Kundera, que tiene 90 años, se exilió en 1975 en Francia, cuya lengua adoptó para escribir, y obtuvo la nacionalidad en 1981. El autor ha tenido una difícil relación con su país, hasta el punto de negarse a revisar las traducciones de sus obras al checo.

Praga, 3 de diciembre (EFE).- Milan Kundera, el autor de La insoportable levedad del ser al que las autoridades comunistas de la antigua Checoslovaquia retiraron la nacionalidad en 1979, ha recuperado la ciudadanía checa después de 40 años.

El Embajador de República Checa en Francia, Petr Drulak, declaró este martes a la radio pública checa que entregó a Kundera el certificado que le acredita como ciudadano el pasado 28 de noviembre en su piso de París.

Kundera, que tiene 90 años, se exilió en 1975 en Francia, país del que obtuvo la nacionalidad en 1981 y cuya lengua adoptó desde 1994 para escribir.

En esta foto del 10 de junio de 2009, el autor checo residente en Francia Milan Kundera, derecha, recibe el Premio Mundial de la Fundación Simone y Cino Del Duca a su trayectoria, en París. Foto: AP

El diplomático aseguró que se trató de “un gesto simbólico muy importante” para reparar la injusticia que el anterior régimen comunista cometió con “el mejor escritor checo”.

Drulak hizo entrega del documento en una sencilla ceremonia civil, sin banderas ni himnos, el pasado jueves en el apartamento del escritor, y le presentó las disculpas en nombre de la República Checa por “los ataques que sufrió durante años”.

Según el diplomático, además de ellos, a la ceremonia solo asistió Vera, la mujer del novelista, y fue un acto sencillo y cordial. “Estaba de buen humor, tomó el documento y dijo: gracias”, resumió el embajador.

La recuperación de la nacionalidad se produce después de que el Primer Ministro checo, Andrej Babis, se reuniera con Kundera en noviembre de 2018 en París y le ofreciera obtener la ciudadanía de su país natal.

Pese a ser el novelista checo más popular desde Franz Kafka, Kundera ha tenido una difícil relación con su país, incluso después de la caída del régimen comunista y la llegada de la democracia, hasta el punto de adoptar el francés como lengua literaria y negarse a revisar las traducciones al checo de sus obras.

Kundera se ha convertido en los pasados 30 años en un autor casi invisible, nunca concede entrevistas y apenas se deja ver en público.

Durante el proceso aperturista de la “Primavera de Praga” fue uno de los representantes de la oposición al régimen prosoviético checoslovaco, lo que pagó más tarde con su expulsión del Partido Comunista y la prohibición de publicar.

La sátira del comunismo estalinista que retrató en la novela La broma le valió el reconocimiento literario en su país, pero con el fin del aperturismo y la reinstauración de un Gobierno fiel a la Unión Soviética se le vetó como escritor.

Kundera se exilió en Francia en 1975 y publicó en checo -en una editorial de Toronto- sus obras más conocidas (El libro de la risa y el olvido, La insoportable levedad del ser y La inmortalidad).

La insoportable levedad del ser, una novela sobre un triángulo amoroso que ha marcado a varias generaciones con sus reflexiones sobre el eterno retorno y el sentido de la vida, ha sido su mayor éxito comercial, pero solo se publicó en 2006 en República Checa.

Kundera declinó varias veces la invitación para viajar a la República Checa, país que no visita desde hace unos 25 años, y tampoco asistió a la entrega del Premio Nacional de Literatura en 2007, lo que algunos consideraron un desplante.

Pese a su voluntad de alejarse de su país, su pasado checo le ha perseguido.

En 2008, el Instituto checo para el Estudio de los Regímenes Totalitarios (USTRCR) le acusó de delatar en 1950, cuando tenía poco más de 20 años, a un espía que acabó 14 años en prisión.

El escritor rompió entonces su habitual silenció -por medio de un comunicado- para calificar esas acusaciones de “puras mentiras”. El acta que probaría su trabajo como delator no contaba con su firma.

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