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Alejandro Páez Varela

04/04/2016 - 12:05 am

Barabím barabám

Y luego, con la flaca y manipulable memoria de los mexicanos como aliado –y mucho barabím barabám–, “el mito de los 43” será uno entre muchos. Como el mito del “chupacabras”, por ejemplo; o como el de la leyenda de “La Llorona”.

Barabím barabám: “el mito de los 43 desaparecidos” será entre muchos. Como el mito del “chupacabras”, por ejemplo; o como el de la leyenda de “La Llorona”. Foto: Cuartoscuro
Barabím barabám: “el mito de los 43 desaparecidos” será entre muchos. Como el mito del “chupacabras”, por ejemplo; o como el de la leyenda de “La Llorona”. Foto: Cuartoscuro

El Secretario de Gobernación apareció la semana pasada y, de la nada, hizo dos anuncios. En una entrevista de radio dijo, primero, que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales, el famoso GIEI, ya se va de México. Luego, Miguel Ángel Osorio Chong hizo un segundo anuncio y apenas abundó en él: que lo que el GIEI encontró es, barabím barabám, ¡lo mismo que la “verdad histórica”!

El textual: “Quedó muy claro en el segundo acuerdo. Recordemos que fue en dos tiempos, el que se dijo que necesitaban. No dijeron seis meses, dijeron cuatro meses más y el acuerdo con todas las ONGs, con el grupo de abogados que ayudaba a los papás de los 43 jóvenes desaparecidos, es que se alargara seis meses más, definitivo y último tiempo”,

“En lugar de estar discutiendo el plazo, necesitamos conclusiones. Porque no encontramos una línea diferente a la que se ha estudiado por parte de la PGR. Nosotros estamos puestos en el tiempo y seguimos trabajando con ellos dándoles, dentro del marco de nuestras leyes, todas las facilidades y todo lo que han solicitado para seguir adelante en la investigación de este hecho tan lamentable”, agregó.

No creo que el GIEI o los padres se compren la versión de Osorio Chong. Incluso cualquiera que haya seguido el caso, hasta desde la prensa más oficialista, sabe que el GIEI ha reclamado, por ejemplo, entrevistar al personal militar que estuvo en la noche de Iguala. En el “dentro del marco de nuestras leyes” está la justificación del Estado mexicano para no permitir estos testimonios clave.

Una frase importante: “No encontramos una línea diferente a la que se ha estudiado por parte de la PGR”. Claramente Osorio Chong le anuncia al GIEI que el Gobierno mexicano ha decidido exhibirlo. Si califican a la PGR de inútil en sus conclusiones, también inútil será el GIEI porque se subió en el mismo carro y “no encontramos una línea diferente [del GIEI] a la que se ha estudiado por parte de la PGR”. Porque los expertos tuvieron “todas las facilidades y todo lo que han solicitado para seguir adelante en la investigación”. El Secretario de Gobernación anuncia, pues, que el GIEI está parado sobre la misma línea de la “verdad histórica”.

***

Luego, barabím barabám, la conferencia de prensa del pasado 1 de abril.

A escena, Eber Betanzos, Subprocurador de Derechos Humanos, Prevención del Delito y Servicios a la Comunidad de la PGR, y Ricardo Damián Torres, quien en teoría da voz a TODOS los miembros del panel de expertos sobre dinámica de fuego. Pongo en mayúsculas TODOS porque luego el GIEI lo puso en duda.

“Derivado de diversos análisis practicados se puede concluir que existe evidencia suficiente, incluso observable físicamente para afirmar que sí existió un evento de fuego controlado de grandes dimensiones en el lugar denominado basurero de Cocula”, dijo Torres en un punto 1 de su lectura, y en un punto 2 afirmó:

“La recolección de restos óseos corrobora la evidencia suficiente y coincidente entre los equipos forenses, tanto de la PGR como del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), lo que permite determinar que al menos 17 seres humanos adultos fueron quemados en el lugar”.

En menos palabras: Basados en la “evidencia” de la PGR “y del EAAF”, se puede confirmar la “verdad histórica”, que indica que “al menos 17 seres humanos adultos fueron quemados” en el basurero de Cocula.

Sí, esa “evidencia” de la PGR se contiene en la “verdad histórica”. Pero la “evidencia” del EAAF no existe.

De hecho, lo que dijeron los forenses argentinos en su informe del 6 de febrero pasado, es contrario a lo dicho en la conferencia y, por supuesto, contradice la “verdad histórica”.

Y así lo ratificó el pasado 2 de abril, un día después de la conferencia, el Equipo Argentino:

1. “El EAAF tampoco encontró evidencia que pudiera ligar esos eventos de fuego en particular a la noche del 26 al 27 de septiembre del 2014”.

2. “No se pudo establecer desde qué fecha (temporalidad) se encuentran depositados dichos restos (de 17 o 19 seres humanos) allí”. Y, “tampoco pudo establecerse si los restos óseos humanos fueron depositados todos al mismo tiempo o en distintos eventos”.

En todavía menos palabras: barabím barabám, manipulando evidencia y reportes de por aquí y por allá, la “verdad histórica” está de regreso.

Si a eso se le suma que ya un buen número de periodistas alineados a la versión oficial confirma el regreso de la “verdad histórica”, pues allí está, señoras y señores: el Gobierno de México se apresta a exhibir al GIEI, al Equipo Argentino de Antropología Forense y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como una bola de ociosos, mentirosos, alborotadores y, sobre todo, inútiles.

Y así, contra todo lo que habríamos pensado, el Gobierno de México revivirá la “verdad histórica”. ¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?, dirá. Revivirá la memoria de Jesús Murillo Karam y, en un descuido, le construirá un monumento.

Después, el aparato de Estado se movilizará, con todos los recursos, para hundir la reputación de esos extranjeros, esos invasores (y su malinche, Emilio Álvarez Icaza, Secretario Ejecutivo de la CIDH) que distorsionaron un evento que se dio hace varios años “con un grupo de estudiantes revoltosos ligados al narcotráfico”.

Y luego, con la flaca y manipulable memoria de los mexicanos como aliado –y mucho barabím barabám–, “el mito de los 43” será uno entre muchos. Como el mito del “chupacabras”, por ejemplo; o como el de la leyenda de “La Llorona”.

Será política ficción, pues. Pura política ficción.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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