PULSO DE SAN LUIS POTOSI

María tiene 83 años, y está por terminar primaria. Empezó hace dos años, con bolitas y palitos

04/07/2019 - 10:04 am

Antes no escribía sólo ponía mi huella, ahora pongo mi nombre y mi huella en donde lo pidan. Es bonito aprender, yo no creí que lo podía hacer y lo hice”, cuenta.

Por Leticia Nieto

San Luis Potosí, 4 de julio (Pulso).– No hay obstáculo ni sueño que no se cumpla porque a sus 83 años María Ignacio Hernández, habitante de la comunidad tének de Tanleab, primera sección del municipio de Huehuetlán está por terminar su primaria, algo que para ella era imposible, pues apenas hace tres años fue la primera vez que tomó un lápiz e hizo un primer trazo.

Con su cabello ya blanco, las arrugas en su cuerpo expresando su vida llena de trabajo, pero con una gran sonrisa al decir que terminará su primaria, María Ignacio es una de los miles de adultos mayores que son atendidos por el Instituto Estatal de Educación para los Adultos y que dieron el sí a la educación en una etapa que para muchos resultaría tardía, pero que para ella ha sido la vida misma.

“Yo no sabía leer ni escribir, hace más de dos años. Llegó la maestra a invitarme, yo le dije que no, pero insistió mucho, me trajo una libreta lápiz y libros, yo los guardé era un tesoro, veía bonitos los dibujos, pero no sabía ni cómo tomar el lápiz pero ella me ayudó, primero me puso a rayar una hoja, después a hacer círculos y palitos”, expresa Doña María al recordar su alfabetización, aunque actualmente ya cursa la primaria y acude hasta la plaza comunitaria de Tanleab los días martes, viernes y sábado donde son atendidos por una instructora, previendo concluir en un par de meses su instrucción básica.

 Feliz porque aprendió a leer y escribir su nombre, María Ignacio señala que si la vida se lo permite cuando termine la primaria continuará con la secundaria, porque le ha gustado aprender, le gusta leer y para ella es una vida nueva, donde ha conocido muchas cosas nuevas, historias de México, cuentos y otras lecturas que le han regalado en IEEA.

“Mi familia dice que está bien que yo aprenda. Antes no escribía sólo ponía mi huella, ahora pongo mi nombre y mi huella en donde lo pidan. Es bonito aprender, yo no creí que lo podía hacer y lo hice”, expresa la señora un caso que para los mismos instructores del IEEA ha sido de admirar no sólo por su edad, sino por el empeño que ha mostrado, pues, aunque escribe lento, lo hace de una manera perfecta, con una letra cuidada y pulcra.

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